Por Carlos E. Galli
No es realismo mágico, ni ciencia ficción. Increíble pero real.Entre sueños y utopías, “El Vecino” cumple sus 25 primaveras. De aquella primera edición de setiembre del ’84, a puro tablero, títulos en letraset, horas y horas, tiras de textos semejantes a los emanados del mimeógrafo, recortados a trincheta, fotografía artesanal, etc., a las ediciones actuales -revolución tecnológica mediante-, que cuentan con un sinnúmero de recursos, impensados hace un cuarto de siglo.
“El Vecino”, es una marca de la ciudad, a la que amamos entrañablemente, en la que nacimos y nos desarrollamos con el claro objetivo de crear una publicación útil a la comunidad.
Nacimos en democracia, luego de soportar la más cruenta de las dictaduras, y a pesar de las numerosas deudas pendientes que ésta mantiene con la sociedad, nos abrazamos a la idea de colaborar a profundizar, en el marco de la pluralidad, las ideas que apunten a un objetivo superador.
Es imposible resumir en este espacio, el cúmulo de sensaciones que nos atraviesan al recorrer nuestra historia. Historias diversas y destinos sorprendentes.
Por ejemplo: aparecimos por vez primera con Horacio Usandizaga, hoy, presidente de Rosario Central, lo sucede el “Tigre” Cavallero, socialista, en la ciudad; hoy, flamante concejal electo del PJ que responde al kirchnerismo, luego un bis de Hermes Binner, actual gobernador de Santa Fe, y un nuevo bis de Miguel Lifschitz, que continúa la administración socialista en la ciudad. Las vueltas de la vida.Ni hablar a nivel nacional.De Alfonsín a Cristina Kirchner; serían varios los tomos de historias plagadas de pequeñas alegrías y grandes sinsabores.Prometemos recorrerlos, una vez más. Memoria.
Aprendimos haciendo. No había luego de años de ostracismo demasiados modelos donde referenciarse, salvo la inolvidable revista “Humor”, los devenidos adalides de la “libertad de prensa”, parte en la actualidad de los monopolios informativos, soslayaban la realidad y no eran el espejo donde mirarse para construir una información veraz y objetiva. Época de catarsis y búsquedas, que aún no cesan. Vale aclararlo.
Escuelita de periodistas en formación, con el aporte logístico de algunos consagrados como nuestro querido Negro Fontanarrosa, que sigue presente con su inconmensurable obra, más un sinnúmero de aportes valiosos que se fueron sumando al proyecto, nos largamos al ruedo. Con el paso del tiempo se fue conformando una identidad que, se sustenta más allá de la diversidad de opiniones, en la honestidad intelectual de quienes mes a mes ponen lo más noble de sí, para pergeñar un producto digno. Los que están y los que en la actualidad no están, y son en su mayoría consagrados en su rubro, ejerciendo su profesión en los principales medios del país y algunos en el extranjero a quienes saludamos afectuosamente. Son tantos, que un olvido sería imperdonable. La idea para conmemorar el acontecimiento, es ir convocándolos en sucesivas ediciones a cada uno. Reencontrarnos con ellas y ellos, que por aquí pasaran, para que vuelvan a dejar su marca, sus impresiones. Poder releer juntos la historia pasada, desentrañar la presente, e imaginar un futuro. Otro, distinto, el que nos permita volver a soñar con antiguas utopías: la de un país mejor, más justo, inclusivo, que no sea el paraíso de pocos en desmedro del infierno de muchos.
Tenemos como proyecto inmediato, una edición especial a fin de año, que por razones obvias no pudimos concretar por el momento, y esperamos plasmarlo en el número de diciembre.
Pero el festejo verdadero, será abrir una serie de debates con el objetivo de aportar a nuestros lectores, elementos de opinión que nos ayuden a reflexionar y repensar la ciudad, la región, y el país que queremos. En la agenda figuran los temas fundamentales, y seguramente los que nuestros lectores y amigos, irán sugiriendo. Son varias las personas especializadas en cada uno de los temas, que se han comprometido con “El Vecino”, a realizar su aporte a este nuevo desafío.
25 años. Nos han preguntado en más de una oportunidad ¿Cuál era la receta? No la tenemos, o quizás no la descubrimos. Sí, nos anima la convicción, de realizar este trabajo con pasión, afecto, obstinación y perseverancia.
El párrafo final va dedicado a todos aquellos que nos apoyan, cada cual como puede, para que mes a mes, podamos seguir tejiendo complicidades.
Estamos felices, haciendo lo que nos gusta, desde Rosario, ciudad querida.
“El Vecino”, un sentimiento. El título fue donado por un lector incondicional, en un instante, mientras hacía varios minutos, -café mediante- buscábamos afanosamente ese título que nos resuma.
martes, 13 de octubre de 2009
25 años en la historia rosarina: “EL VECINO” SIEMPRE ESTUVO CERCA

En esta cuarto de siglo, Rosario ha dejado de ser la ciudad obrera, industrial, ferroviaria y portuaria que se conocía para convertirse en un archipiélago en el cual conviven islotes de opulencia y construcciones típicas de Barcelona, con islas atravesadas por las urgencias y también otras en donde se multiplican la resistencia y la esperanza.
Socialista; vértice de la expansión de la frontera sojera; religiosa sui generis con el padre Ignacio y curas cuestionadotes del propio arzobispado; melancólica por los viajes antes de tiempo del Negro Fontanarrosa, Alberto Olmedo, Darwinia Galichio, Rubén Naranjo, Rodolfo Scholer y Rosa Ziperovich; densa por los asesinatos impunes de diciembre de 2001, Sandra Cabrera y de decenas de muchachos atravesados por la democratización del narcotráfico; saliendo de los saqueos que sufrieron sus dos últimas grandes identidades populares como Central y Ñuls; memoriosa gracias a todos y cada uno de los organismos de derechos humanos; la ciudad tiene otros ritmos y aunque parecida al arranque de la democracia, hoy es distinta y se la vive de manera diferente. Desde la fenomenal obstinación del Turco Galli, esta revista se mantiene cercana a las necesidades informativas de docentes que todavía buscan algo más, historiadores que prefieren el difícil oficio de narrar los pasos perdidos de sus mayorías y miles de desconocidos y fieles rosarinas y rosarinos que encuentran en estas páginas un compañero para su pelea cotidiana. Los últimos veinticinco años de Rosario resulta un viaje que continúa en la vida de cada uno de los que deciden apostar por construir un futuro mejor a pesar de tantos pesares. Junto a ellos, seguramente, seguirá estando “El Vecino”, esta querida publicación parida por este entrañable y querible Turco Galli. He aquí parte de esa crónica existencial colectiva.
Multitudes
El fútbol rosarino. La religión laica. Después de tantos saqueos, Central y Ñuls parecen haber encontrado ciertos senderos institucionales que en algún momento devolverán alegrías deportivas.
Un cuarto de siglo atrás, canayas y leprosos venían de una década donde la ciudad había sido declarada capital nacional del fútbol no solamente por la calidad internacional de sus jugadores, sino también por las conquistas en los campeonatos locales.
La era Bielsa terminó en la era López y la subordinación de las inferiores a los intereses de los delincuentes de manos sucias, socios menores de los delincuentes de guante blanco vinculados a una dirigencia de hizo y deshizo porque la dejaron hacer y deshacer desde los poderes públicos que funcionaron a favor del saqueo.
En Arroyito hubo descenso, regreso con gloria, una copa internacional y el despedazamiento del patrimonio que hasta el día de la fecha lleva al equipo a pelear el descenso.
Aquel orgullo del fútbol rosarino hoy sigue en las tribunas y comienza a resurgir, de a poco y hasta que las arcas de los clubes aguanten, en algunos pibes que apenas pintan bien son vendidos a la primera billetera que aparece.
Fueron los pibes, los que están más allá del rectángulo verde, los que hicieron posible un cambio institucional, tanto en Ñuls como en Central. Por un lado los autoconvocados y por el otro, la muchachada del CRECE. La ciudad goleada, atravesada por el lavado de dinero y las impunidades, debe ser superada por proyectos colectivos basados en la democracia, la transparencia y la defensa de los patrimonios. Si no, una vez más, leprosos y canayas volverán a sentir la necesidad de vivir de un pasado cada vez más lejano y menos gracioso.
Cristianos
A principios de la democracia, la ciudad todavía sentía que la iglesia era el resultado de lo que salía de la Catedral y el arzobispado. Monseñor López era la continuidad de lo más oscuro de una jerarquía que no solamente había mirado para otro lado durante el terrorismo de estado, sino también una figura represiva más vinculada al ritualismo vacío que a la prédica de una sociedad con justicia y solidaria. Sin embargo, a fines de los ochenta y principios de los noventa, desde distintos barrios de la ex ciudad obrera comenzaron a surgir sacerdotes que recreaban ciertas pastorales de los años setenta y retomaban la alegría de compartir el pan.
A fines de los años ochenta, irrumpió la figura del Padre Ignacio y a partir de ese momento, miles y miles de desesperados sintieron que la iglesia rosarina era otra. Por lo menos la convocatoria hablaba de otra realidad.
Al principio resistido por la cúpula, Ignacio comenzó a trascender los límites del barrio Rucci a fuerza del relato popular y los grandes medios de comunicación lo tomaron como aliado, como así también sucedió con las fuerzas políticas mayoritarias tanto de la ciudad como de la provincia.
La multiplicación de la desocupación, la democratización del narcotráfico y la demanda creciente de la pobreza inventada, también hicieron surgir otros sacerdotes que denunciaban al sistema que paría excluidos.
En un cuarto de siglo, la iglesia rosarina muestra varias caras.
Por un lado, aquella que sigue gobernando ciertos resortes de poder desde el edificio del arzobispado, en España y Córdoba; por otro, la convocante de multitudes a través de Ignacio; pero además existen otras versiones, como las que aparecen en los barrios, en las parroquias olvidadas y la encarnada por aquellos sacerdotes de la llamada Carpa de la Resistencia, como Daniel Siñeriz, Salvador Yaco, Juan José Gravet y otros tantos que juegan un rol político no partidario que tiende a un mayor compromiso hacia una ciudad distinta y mejor.
¿Cuál de las tantas iglesias existentes en Rosario será la elegida en el próximo cuarto de siglo?.
Por ahora es un misterio. Sin embargo no es descabellado pensar, a la luz de tantos hechos de corrupción e hipocresía en los que cayeron distintos integrantes de la institución, que la iglesia rosarina del futuro deberá enfrentar procesos de ebullición internos que –por estos días- parecen estar silenciados pero que derivarán en serios cambios hacia fuera de los templos.
Medios
Hacia 1984, “La Capital”, “Canal 5”, “Canal 3”, y las radios de amplitud modulada tradicionales, como LT 8, LT 2, LT 3 y LRA 5, parecían resumir la necesidad informativa de los rosarinos.
Cada uno de estos medios de comunicación tenía dueños locales, conocidos, cercanos y con mañas más o menos medidas.
Desde la reapertura democrática, fue LT 8 la que generó un riquísimo cambio de ideas y propuestas, a través del programa “Hipótesis”, conducido originalmente por Eduardo Aliverti y acompañado por un equipo que hoy ya forma parte de las huellas de la cultura popular en la ciudad, como Esther Estekelberg, Miguel Angel Ferrari y Luis Saavedra, entre tantos. A ello hay que sumar el soplo de aire fresco que fue el programa “De buena fe”, encabezado por Oscar Bertone, todo un mojón en el momento que Evaristo Monti parecía ser el dueño de las cabezas rosarinas.
En LT 3, por la noche, “La bolilla que faltaba”, con Miguel Angel Acoglanis y Julio Vacaflor también crearon un espacio de ternura, respeto, complicidad y humor que no se sentía desde hace años en la ciudad.
Por otro lado, la irrupción de las radios de frecuencia modulada posibilitó construir opciones al tono de los discursos tradicionales.
En ese sentido, en aquellos primeros pasos de “El Vecino”, la FM de LT 3, dirigida por “Pebeto” Aramburu fue un lugar de contenidos que hasta ese momento estaban prohibidos en los grandes medios rosarinos. Tanto fue así que una bomba intentó silenciar semejante caudal democrático que afloraba a través de sus micrófonos.
En forma paralela, la revista “Risario”, también mostraba una manera distinta de encarar los temas de la ciudad, desde su director, David Leiva, a sus columnistas notables como Daniel Briguet, Santiago Baraldi, Jorge Ramírez y Horacio Vargas, entre otros.
Dentro de las experiencias de FM distintas, es necesario mencionar el surgimiento de la TL (originalmente Trabajadores Libres) y “Aire Libre”, emprendimiento social y colectivo que sigue vigente hasta el presente.
A principios de los años noventa y a pesar del menemismo rubicundo, el surgimiento de “Rosario/12” estableció temas que hasta ese entonces no existían para los grandes medios de comunicación de la ciudad como derechos humanos, denuncias con nombres y apellidos y registro de luchas sociales del presente y pasado. No fue menor el rol que ocupó el suplemento local de “Página/12” a la hora de plantear periodismo en la ciudad.
Pero a partir de 1997, la llegada del Grupo Uno, comandado por los hermanos Vila y José Luis Manzano, cambió la fisonomía de los canales informativos y de entretenimientos en la ciudad.
Comenzaba la concentración de medios de comunicación en pocas manos.
LT 8, LT 3, La Capital y luego el diario “El Ciudadano”, respondieron a los negocios de este grupo.
Como respuesta a tantos temas que no encontraban espacio en los grandes medios de comunicación de la región, surgió otra publicación, “El eslabón”, creada por un grupo de estudiantes de comunicación social, militantes políticos y tipos sensibles que a fuerza de investigaciones y denuncias lograron hacer visible una opción que acaba de cumplir diez años en la ciudad.
Ante la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual, el grupo Uno carga de manera furiosa contra los dirigentes políticos que la votaron, utilizando las tapas de La Capital para apretar y seguir logrando beneficios.
En la televisión por cable se les obliga a los periodistas a decir que sus fuentes de trabajo corren peligro por la promulgación de la ley y en las principales radios de la zona surgen mentiras que son funcionales a esos patrones.
Ante este panorama, la lucha de los trabajadores de prensa de la ciudad junto al pueblo de la región, será defender su independencia de criterio y exigir respeto y pluralidad para no ser usados por unos pocos.
En este contexto, la insistencia de “El Vecino” será, por lo menos, una permanente invitación a buscar datos que en otros lugares no aparecerán.
Política
Alguna vez Rosario fue la capital del peronismo.
Desde hace veinticinco años, cuando apareció el primer número de “El Vecino”, ya no lo es.
En aquellos primeros pasos, el gobierno de la ciudad estaba en manos del doctor Horacio Usandizaga, un radical de derecha que supo aprovechar de la fenomenal elección que hizo el doctor Raúl Alfonsín al convertirse en el primer presidente de la recuperación de la democracia.
Por misterios de la comunicación y la curiosa conformación de la memoria colectiva, son pocos los que recuerdan que su administración terminó con una deuda millonaria que los rosarinos pagaron durante años por su negativa de reconocer aumentos salariales a los trabajadores municipales como también al Fondo de Asistencia Educativa.
Ni hablar de las decisiones políticas de reducir los presupuestos de salud y educación como aquellas jornadas de semana santa de 1987 de no estar en la ciudad cuando era imprescindible su figura para aguantar la asonada golpista carapintada. Gracias a esas extrañas formas que toma la memoria, hoy es presidente de Rosario Central.
Cuando Usandizaga renunció a la intendencia, para la cual había sido reelecto por el pueblo de la ciudad, surgió el socialismo como fuerza alternativa a través de Héctor Cavallero.
Con el tiempo, Cavallero eligió jugar con el menemismo y truncó - para muchos- la posibilidad de convertirse en el primer gobernador de una fuerza de centroizquierda en el país como, en aquel momento, era el Frente Grande.
Hoy Cavallero vuelve a ser concejal de la ciudad con la idea de recuperar todo aquello que alguna vez pudo ser. Los días por venir serán testigos del resultado de semejante apuesta.
A Cavallero le siguió Hermes Binner, un médico sanitarista que hizo del presupuesto una herramienta fundamental a la hora de considerar las necesidades en aquella área básica.
Hombre de pocas palabras, Binner hoy gobierna la provincia de Santa Fe -la primera vez que un socialista administra una provincia argentina- y todavía debe hacer realidad aquello que prometió en la campaña y asumió ante los tres millones de habitantes de estos arrabales del mundo: producir un cambio en serio.
En la ciudad, Miguel Lifschitz fue la continuidad del socialismo y ya en su segundo mandato comienza a sentir los efectos de una política que, -según las críticas- en los últimos tiempos estuvo más vinculada a los intereses de los grupos liberales que pululan por la zona que en atender las urgencias que brotan más allá de los bulevares.
De allí el resultado de las últimas elecciones a concejales donde la advertencia se hizo presente de manera ostensible.
La política rosarina, en estos veinticinco años, avanzó en obras de infraestructura, cierta democratización en los servicios de salud y vivienda, pero quedó subordinada a las imposiciones de los mandatos que venían de Buenos Aires y, fundamentalmente, de las clases dominantes expresadas en las grandes multinacionales asentadas en el sur de la provincia de Santa Fe.
¿Podrá la política rosarina recuperar el protagonismo de una ciudad que alguna vez fue obrera, industrial, portuaria y ferroviaria y que a través del trabajo de su pueblo no le tenía miedo al futuro si no que apostaba al mañana?.
¿Querrán los actuales dirigentes de los viejos partidos políticos ser algo más que una gestión prolija que únicamente se encarga de administrar los restos que dejan de lado la voracidad de le prepotencia de los grandes grupos económicos?.
Una respuesta que seguramente encontrará su relato en las páginas de “El Vecino”.
Densidad
Rosario, como el país, fue saqueado en estos últimos veinticinco años.
La desarticulación del modelo de pequeñas y medianas industrias ubicadas en el mapa de la ciudad generó una desocupación que, en su momento, trepó más allá del 24 por ciento.
La privatización del puerto estatal que alguna vez hizo de la ciudad el granero del mundo, iniciada con Martínez de Hoz y completada durante el menemismo, no solamente arrojó al agujero negro de la ausencia de trabajo a miles de obreros sino que abrió el camino para una de las principales rutas de la comercialización de drogas en esta parte del globo tal como lo muestran los mapas de la DEA, las declaraciones que hiciera un ex jefe de drogas peligrosas de la policía federal con asiento en Rosario (Oscar Alvarez) y las decenas de asesinatos producidos en la zona sur de la ciudad de muchachos que de pronto se ven envueltos en ajustes de cuentas entre bandas que quieren monopolizar la venta de distintas sustancias siempre vinculadas a las actividades portuarias.
Los asesinatos impunes de los llamados saqueos de 1989 y del estallido de 2001, también marcan la presencia de una fuerza policial que lejos está de cuidar al pueblo sino todo lo contrario.
El asesinato de Sandra Cabrera, en enero de 2004, se inscribe en esta trama de intereses mafiosos que crece a la sombra de los grandes proyectos arquitectónicos como el Casino, la Isla de la Música y las torres de Ciudad Ribera.
En el expediente que intenta buscar algo de justicia en torno al final de la dirigente sindical de AMMAR se lee con claridad que distintos nichos de las fuerzas policiales, tanto la provincial como la federal, utilizan a las trabajadoras sexuales para vender la droga que los propios integrantes de esas instituciones les suministran. Pero como semejante revelación no está –entienden los jueces- directamente relacionada con el asesino material de Sandra no fue ni difundida ni agendada por la atención de las principales fuerzas políticas de la ciudad y la provincia.
Rosario no es solamente la postal luminosa que se ofrece desde los círculos oficiales, es también esta densidad donde drogas, marginalidad, explotación sexual y violencia aparecen en la vida cotidiana de sus habitantes.
Todavía no se ha discutido públicamente sobre el asesinato del tesorero del gremio de camioneros, Abel Beroiz, en noviembre de 2007, desde los ámbitos políticos.
No sucede en ningún otro lugar del país. Fue en pleno centro rosarino. En el estacionamiento del Automóvil Club Argentino, debajo del principal Centro Cultural que sigue llevando el ingrato nombre impuesto por la dictadura.
Tampoco es casualidad que los principales barrabravas de Central y Ñuls sean defendidos por los mismos abogados de los integrantes de las fuerzas policiales de la ciudad.
Semejante trama de relaciones fue surgiendo a medida que la ciudad fue cambiando a partir de los años noventa.
Una densidad que obliga a seguir investigando, denunciando y proyectando alternativas, especialmente para que los pibes que viven en esta hermosa tierra abrazada por las aguas marrones del Paraná encuentren algún sentido cuando pronuncian la palabra futuro.
Esperanzas
Rosario, sin embargo, es hija de la rebeldía.
Desde que fue artiguista por convicción y con conciencia de clase en 1890 cuando se convirtió en una de las primeras ciudades del planeta que conmemoró el primero de mayo.
En este último cuarto de siglo la ex ciudad obrera fue nombrada de las más diferentes formas: capital nacional del helado artesanal, Barcelona argentina, capital internacional de la cultura (por aquel Congreso de la Lengua), ciudad digital y hasta capital de la luna llena.
Pero los rosarinos, en tanto, siguen apostando por una democracia de profundidad.
Que no resigne la bandera la distribución de la riqueza como simple slogan de casi todos los dirigentes y la haga realidad: cerca de 12 mil millones de dólares producen los rosarinos todos los años.
Una fenomenal cantidad de dinero que debería generar una mejor vida para las mayorías y no solamente para las élites, para las minorías.
Hay que recuperar aquella mística que atraviesa cada una de estas experiencias colectivas como la iglesia, el fútbol, los medios de comunicación, la política y el trabajo.
Una mística basada en la memoria de protagonizar los viejos sueños colectivos inconclusos.
Rosario es el lugar de las mayorías no el paraíso arquitectónico de unos pocos.
De allí que sea fundamental contar cada uno de los hechos que conmovieron el pulso de la ciudad.
De los que ya pasaron y los que pasarán.
Y por eso habrá que celebrar la continuidad de “El Vecino”.
Porque en sus páginas estará ese relato.
El relato del pueblo rosarino.
El relato de las mayorías que quieren recuperar aquellas rebeldías para celebrar un futuro para los que son más.
Y esa crónica, no lo dude, aparecerá en “El Vecino”.
EL FISGON. MANIPULACIONES

Leer la portada de un diario de gran tirada, seguir los vaivenes de algunos programas de TV o de ciertos ciclos radiales, se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en un ejercicio arduo. Aquí y allá aparecen denuncias de escándalos y maniobras y la impresión es que vivimos en una época atravesada, como ninguna otra, por los fantasmas de la corrupción y de la impunidad.
Pero basta asomar un poco la cabeza y mirar hacia atrás para advertir que el registro periodístico no siempre se corresponde con lo que sucede. En los años de plomo, la represión más virulenta registrada en el país y los crímenes del terror de Estado se llevaron a cabo con el tácito aval de los principales medios periodísticos. Años después, los desquicios perpetrados por la restauración neoliberal del menemismo contaron con severos fiscales (las investigaciones de Horacio Verbistky y Página 12 serían un ejemplo), sin llegar ni por asomo al nivel de denuncias que hoy circulan. La conclusión es que la prioridad del accionar periodístico no se aloja en la realidad que deberían reflejar sino en los intereses que estrictamente defienden. Y en ese desplazamiento termina coproduciendo realidades particulares que son el resultado de manipular noticias, espacios e imágenes.
Manipular no equivale a mentir sino a ofrecer, de un modo deliberado, un punto de vista determinado como el único posible. Siempre hay manipulación -dice el ensayista alemán Hans Magnus Enzerberger- desde el momento en que el acontecer no llega al destinatario de modo directo, sino al cabo de un proceso de elección, montaje y edición. La cuestión no reside entonces en abolirla, lo que hay que ver es quién manipula y con qué fines. A veces no es necesario un título impactante. Basta con cargar las tintas en cierto tipo de información y relegar otra. El tema de la inseguridad está incorporado a la agenda desde hace mucho pero cualquier observador puede apreciar sus fluctuaciones según la irrupción de otros temas -epidemias, catástrofes- que también incluyen la escena política.
Las teorías de la manipulación tuvieron su auge en los años sesenta, acorde con el espíritu crítico de la década, y fueron relegadas después por un modelo de análisis que ponía el acento en la recepción y en la capacidad del receptor de apropiarse de los mensajes que recibía y hacer su propia lectura. Las teorías de la recepción coincidieron con la recuperación democrática y, hasta cierto punto, resultaron funcionales a ella. El poder político emanaba de la soberanía popular y dicha soberanía se trasladaba a cada ciudadano, dotado de una autonomía que le permitía tener su propio repertorio de opiniones. Pero el poder informativo, estando ligado, excede el campo de la llamada “opinión pública”.
Nadie está en condiciones de discriminar o tomar partido sobre lo que desconoce y menos aún, de precisar la veracidad de una oferta noticiosa con la que mantiene un pacto de credibilidad.
Con la puesta en crisis de la democracia representativa, retorna la idea de manipulación. Si el campo de la información es escenario de una puja de intereses, estos remiten a un poder situado más allá del marco institucional. Si la relación de fuerzas, además, favorece a un grupo de emisores en detrimento de otros, es probable que las posibilidades de elección de la mayoría del público se vean limitadas. Los medios, según un slogan que circula por ahí, no nos dicen qué pensar pero nos dicen en qué podemos pensar, más allá de nuestra experiencia inmediata . Este es el punto en que la marcha del juego democrático aparece supeditada a la intervención de poderes que no revisten esa condición.
LA OLA VERDE (1)
La movida rural del año pasado significó un quiebre de la hegemonía lograda por Néstor Kirchner en cuatro años de presidencia. Puso en repliegue a la sucesión de Cristina Fernández y abrió las puertas a un nuevo movimiento, hasta entonces desligado de las tendencias sociales mayoritarias. Ya no se trataba de la rancia Sociedad Rural (cada vez menos rancia, en realidad) sino de los productores de la Federación Agraria e incluso de grupos de izquierda que veían en los piquetes de tractores y camionetas flamantes el preludio de una revolución agraria.
Este despliegue no hubiera sido posible sin el apoyo sostenido de una parte esencial del aparato mediático, en particular de sus cámaras, que convirtieron las rutas de la Pampa Húmeda en un largo escenario e hicieron de cada corte una tribuna donde los presuntos chacareros pudieron expresarse a sus anchas . El lock out patronal pasó a ser un paro de protesta y los “pequeños productores”-una figura difícil de sostener en el actual encuadre de la producción-, los abanderados de una cruzada contra la arbitrariedad y el despotismo del gobierno central.
El grupo Clarín, presunto aliado de los Kirchner hasta poco antes del conflicto, fue el puntal de esta ofensiva. De lo que mostraba la pequeña pantalla no se trasuntaba la reacción de un sector ante una medida oficial. Se trataba, más bien, de liquidar la representatividad del Ejecutivo, elegido por casi la mitad del electorado, a la vez que crecía el peso simbólico del “campo”, una abstracción que nunca admitió perseguir objetivos políticos. La figura del aguerrido cortador Alfredo De Angeli aparecía a la par de la figura de la presidenta.
Campo y medios conformaron un efectivo tándem, capaz de lograr, además del bloqueo de la 125, la adhesión de apreciables franjas de la sociedad.
El paso decisivo en la definición del conflicto fue la mano del vicepresidente Cobos, votando en una dirección distinta a la esperada. Pero antes, en la escena pública, ya se había definido el duelo que tornó creíble esa decisión.
Primero en la victimización de los afectados por el nuevo plan de retenciones, presas de la voracidad estatal. Luego en la definición del campo como un bloque homogéneo identificado, a una altura casi patriótica, con el interés del país. Y finalmente, a partir de esa identificación, con la incorporación a la causa de miles de ciudadanos de la más diversa procedencia. Un “happy end” de matices grotescos: amas de casa y cuentapropistas defendiendo la renta de los propietarios de la tierra.
LA MEJOR DEFENSA (2)
Los resultados de las elecciones legislativas de este año reflejan el mapa político surgido del desenlace del conflicto rural. Kirchner pierde su hegemonía incluso en el bastión de la provincia de Buenos Aires. Aparecen líderes en blanco, desprovistos de raigambre política, como el citado Cobos, De Narváez y el mismo Lole Reutemann, quien pese a su trayectoria en cargos públicos no termina de hacer pie.
Surgen también los gurúes que vaticinan corta vida al actual gobierno. La democracia para estos señores, es una cuestión de números, en el más amplio sentido del término.
En medio del tembladeral, el kirchnerismo lanza una contraofensiva de golpes fuertes que llevan la marca de su mentor. Propicia la rescisión del contrato que liga a la AFA con la empresa Torneos y Competencias y acaba, de un plumazo, con el monopolio de las transmisiones de fútbol por cable. En adelante, cualquier usuario podrá ver en directo los partidos sin estar abonado a un servicio. Es una medida de indudable efecto para cualquier aficionado. Pero, más que eso, es el puntapié que impulsa el envío al Congreso de la ley de Servicios Audiovisuales.
La oposición se apresura a decir que se trata de otra fase del duelo que el gobierno mantiene con el grupo Clarín. Aunque puede haber algo de cierto, el dato en absoluto inhibe la dimensión de un proyecto que la democracia lleva cajoneado desde sus comienzos y que constituye una de sus mayores cuentas pendientes. Durante años, el campo de las comunicaciones fue regido por la ley 22285, anacrónica y viciada de nulidad por haber sido sancionada bajo la última dictadura. Las transacciones y el proceso de absorción de empresas realizados durante ese lapso carecieron, en sentido estricto, de un marco legítimo.
El rasgo más saliente del nuevo paquete legal es su espíritu antimonopólico. La reacción de los holdings que controlan el grueso de la información en el país no se hace esperar. En las tapas de sus diarios y, de otro modo, por boca de opositores cuyas voces parecen reproducir la voz del cada vez más equívoco Cuarto Poder. Asombra la falta de sustento de las críticas, el modo en que se tergiversan ciertos conceptos, la voluntad de oponerse a cualquier precio, incluso el de desconocer el tema a debatir. La manipulación, ahora, se desprende de los medios de prensa para impregnar al conjunto y su recurso predilecto es bloquear la iniciativa a partir de las intenciones atribuidas a sus promotores.
De todos los mensajes difundidos, el que mejor resume la nueva ola libertaria es el proferido por la señora Mirtha Legrand, desde su sitial de los almuerzos: “Yo no la leí pero me parece dictatorial. Hasta fascista , diría”.
DENTRO DE LA LEY
El derecho a la “libertad de prensa” surgió con el desarrollo de los grandes diarios y como defensa frente a eventuales coacciones del Estado. Tiene un sentido histórico y es ese mismo sentido el que lo acota, ya que la libertad compete a las empresas periodísticas y no al periodismo como tal. Dicho de otro modo: un medio que ejerce hacia fuera la libertad de prensa o de expresión puede no aplicarla hacia quienes trabajan para él.
Con el crecimiento de las redes de comunicación y las innovaciones tecnológicas, pronto quedó en evidencia, que había otros derechos a defender . Al hacer eje en el campo audiovisual y recortar el margen de licencias a las que se puede acceder, la Ley de Servicios Audiovisuales reivindica el derecho a la información del gran público , incluido el ciudadano común que no es lector habitual de diarios. El supuesto es que, partiendo de una diversidad de ofertas y de elección, el receptor del aluvión mediático estará menos expuesto al accionar de los grupos emisores más concentrados.
Por privilegiar la vía de la negociación con los dueños de los medios, la clase política se reveló incapaz de sancionar un nuevo marco legal. Esto incluye al Kirchner de la primera etapa, quien debió atravesar el pantano de una manipulación descomunal para advertir cuál era la única vía razonable.
En las culturas mediáticas la suerte de la democracia aparece muy recortada si debe supeditarse a las razones del mercado.
Al anunciar el retiro de concurso de las compañías telefónicas, la presidenta eliminó la mayor sombra de duda sobre el interés nacional del proyecto que impulsa. La media sanción del Congreso consolida esa línea. Esto no significa que los poderes afectados dejen de pujar. Pero saca, al menos, a una de las partes del duelo faccioso en el que parecía envuelta, para devolverla al lugar de representación al que legítimamente accedió.
Una ley no es una fórmula mágica que permita cambiar un estado de cosas. Necesita de una política de comunicación que la sostenga y sepa implementarla. Excede el horizonte de este gobierno y del que vendrá, perfilándose como una cuestión de Estado. Quienes no lo entienden así, solo deberían hablar en nombre de ellos mismos.
ECOLOGIA. Estuve en los barcos

Esta nota es muy especial, y en un momento también especial y maravilloso, para nuestro querido "El Vecino". Este artículo refleja mi relación de trabajo con una de las organizaciones ambientalistas a nivel mundial más comprometidas, Greenpeace. Un relato de mi trabajo junto a ellos y en su famosa flota de barco.
Desde mis comienzos en el trabajo del "periodismo ambiental" siempre estuve muy ligado a Greenpeace.Fundamentalmente a las campañas que se llevan adelante desde las oficinas que en Buenos Aires tiene esta reconocida entidad internacional.
Para con Greenpeace no tengo más que palabras de agradecimiento ya que siempre ha participado en forma activa en el "Ciclo de Ecología" que coordino desde hace muchos años en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia de la ciudad de Rosario.
Desde los comienzos mismos del Ciclo de Ecología en 1994 han sido infaltables sus visitas demostrando un compromiso muy grande para con el espacio. Las diferentes problemáticas que trabaja Greenpeace han sido expuestas con sus mejores coordinadores y materiales. Las campañas sobre energía, cambio climático, bosques, ballenas, nuclear, contaminación, etc... han sido presentadas no escatimando a veces hasta primicias absolutas en los materiales que exponían.
Por ejemplo en el año 1997 mostraron en exclusiva para nuestra ciudad y todavía sin editar las imágenes que habían logrado en la campaña a la Antártida mostrándonos los resquebrajamientos de los placas eternas (hasta ese momento) de los hielos del continente blanco, en una verdadera demostración científica de los estragos del calentamiento global planetario. Esas imágenes todavía no habían sido mostradas públicamente en Buenos Aires y sin editar las pasaron en exclusiva en nuestro espacio.
En el mes de julio de 1995 y en ocasión de cumplirse la primera década del infame atentado que agentes del Servicio Secreto francés perpetraron contra el buque insignia, el Rainbow Warrior, eligieron nuestro taller, para estrenar el documental titulado "No se puede hundir un Arco Iris". En esa ocasión, junto a Juan Carlos Villalonga, encargado de energía de Greenpeace y fundador del "Taller Ecologista" de Rosario logramos colmar la Sala F del Centro Cultural Bernardino Rivadavia con más de 400 personas. En esa jornada, en días previos y posteriores desde nuestro espacio de difusión y junto a Greenpeace juntamos cientos de firmas contra la reanudación por parte del gobierno de Jacques Chirac de los ensayos nucleares en Mururoa.Luego de toda esa "movida" mundial de la que orgullosamente fuimos parte, Francia detuvo finalmente los ensayos nucleares en enero de 1996.
Hasta tuvimos el enorme privilegio de que a lo largo de todas sus visitas a nuestro "Ciclo de Ecología" se presentaran el Director Ejecutivo el Director de Campañas y el Jefe de Prensa de las oficinas de Argentina.
Pero también me ha tocado en suerte poder colaborar muy de cerca con ellos en distintas acciones que se llevaron a cabo en otras regiones de nuestro país. Recuerdo que con ellos transité por tierra buena parte de la Patagonia Argentina cuando se realizara en junio de 1996 la denominada "Marcha Antinuclear" a la localidad de Gastre (Chubut), lugar este elegido para ubicar-la resistencia y lucha de la gente y de los grupos ambientalistas lo impidieron- un "basurero nuclear". Elegido no solo para que Argentina deposite sus residuos, sino también las potencias nucleares del mundo.
Pero como comunicador especializado en temas ambientales una de las más grandes emociones fue estar en los famosos "barcos" de Greenpeace.
LA FAMOSA FLOTA
DE BUQUES
Realizando tareas específicas de cobertura radial para LT8 Radio Rosario, estuve en sus barcos cuando estos vinieron a las costas de Rosario en los años 1998 y 2000. Esas embarcaciones eran el MV Greenpeace y el Artic Sunrise respectivamente. Arriba de este último también participé cuando regresó en marzo de 2004 a nuestro querido Río Paraná para denunciar la construcción de la Central Atómica Atucha II. Pero más debo viajar en el tiempo, cuando me tocó estar arriba del Rainbow Warriors II en las costas de Río de Janeiro, en junio de 1992 para asistir a la "Cumbre de la Tierra" o "ECO 92",y contar sus pormenores.
El Rainbow Warrior II se puso en marcha en 1989 cuatro años después del mencionado hundimiento del Rainbow Warrior II. Tiene en la actualidad 52 años prestados de servicio como nave y 20 años de exitosas campañas ambientales en todo el mundo. La gente de Greenpeace Internacional ha anunciado que se está acercando a su fecha recomendada de clausura y que debe ser remplazado, es por eso que continuando con su fuerte tradición naval han anunciado con "bombos y platillos" la construcción del Rainbow Warrior III. Este nuevo barco se lanzará en 2011 en el aniversario número 40 de Greenpeace.
"El Rainbow Warrior es sinónimo de Greenpeace, la adopción de una postura para defender el planeta, y un icono de la esperanza en todo el mundo. No sólo proporciona a Greenpeace una plataforma para desafiar el abuso ambiental en todo el mundo, sino también la inspiración a las personas para que tomen medidas por su cuenta. Más que nunca el mundo necesita la esperanza y la inspiración proporcionada por el Rainbow Warrior.", dijo Gerd Leipold, Director Ejecutivo de Greenpeace Internacional, en la ceremonia de firma del contrato de la nueva nave.
Los barcos de
Greenpeace en Rosario
En diciembre de 1998 recibíamos en Rosario la visita del barco MV Greenpeace. Llegaba frente el mismísimo Monumento Nacional a la Bandera para denunciar a las empresas del cordón industrial, ubicadas geográficamente al norte de la ciudad, que contaminaban el Río Paraná. En ese momento Petroquímica Capitán Bermúdez, Celulosa Argentina S.A. e ICI/Duperial fueron las denunciadas. Ellas vertían distintos tipo de contaminantes al río, muchos de ellos extremadamente tóxicos. Me tocó estar como periodista, junto a otros colegas, en la cubierta viendo en exclusiva las acciones de denuncia que Greenpeace llevó adelante contra esas contaminantes industrias. Pero no solo en la cobertura radial quedó mi compromiso, sino que por varios días estuve en el mismo barco colaborando en la logística de prensa. En ese momento la vocera de las denuncias era la Coordinadora de la Campaña de Tóxicos, la bióloga Verónica Odriozola.
Algunos años después de estas denuncias la mencionada coordinadora se presentaba en nuestro "Ciclo de Ecología" para contarnos como proseguían el estado de las denuncias, demostrando con esto que nuestro espacio de difusión seguía, más allá del paso del tiempo, muy de cerca las diferentes problemáticas que se presentaban en nuestra ciudad.
Este barco, el MV Greenpeace, y que fuera el primero que llegó a las costas de Rosario fue construido en 1959, era un buque remolcador de rescate y en un principio su nombre era el Elba. Fue adquirido por Greenpeace en 1977 y reformado con modernos equipos, antes de ser relanzado en 1986. Presto servicio para Greenpeace durante 15 años, circunnavegó el mundo en varias ocasiones, participando en numerosas campañas.
El MV Greenpeace fué sustituido por el MV Esperanza. Desde entonces ha sido reconvertido a su forma original como el Elba y ahora es un museo en Rotterdam.
Con respecto a el MV Esperanza, este fue botado en febrero de 2002. Es hasta hoy la última y mayor embarcación de la flota.MV Esperanza es el primer barco en recibir su nombre a través de los visitantes de la web de dicha entidad.
Dos años después, en el 2000, las costas de Rosario recibirían la visita de otro de los míticos barcos, el rompehielos Artic Sunrise.
En esa oportunidad la organización ecologista le exigiría a ICI/Duperial el retiro inmediato de 30 toneladas de Gammexane que esta industria había enterrado ilegalmente diez años antes en la localidad de Estación Argentina, en la provincia de Santiago del Estero. Greenpeace había desenterrado en días anteriores una porción de esos residuos tóxicos hallados en el lugar, los había embalado en un tanque de seguridad y los devolvía a la planta ubicada en la histórica ciudad de San Lorenzo. Los directivos de la empresa aceptaron tomar el envío. Esa acción no se pudo realizar por el Río Paraná por desperfectos técnicos del Arctic Sunrise así que se realizó en una caravana de vehículos hasta la puerta de la misma planta.
Según Greenpeace los análisis de laboratorio realizados en el lugar dónde había estado enterrado el Gammexane detectaron la presencia de otros contaminantes como el aldrin, el heptacloro o el DDT. También muestras bacteriológicas y químicas hechas en Santiago del Estero se constató la presencia de contaminantes en el agua potable con la que se abastecía la población. Se iniciaron además sendas causas en la justicia de la "madre de provincias" y se citó a prestar declaración indagatoria a los representantes de ICI. Hasta un fiscal dijo que correspondía concretar una imputación penal contra seis representantes de la compañía.
Fue un enorme orgullo por esos días estar a bordo del Arctic Sunrise, y colaborar a pleno con la prensa de Greenpeace. Además años después el final en este tema fue feliz, ya que gracias a la presión de la sociedad civil y Greenpeace la industria química se termino haciendo cargo de desenterrar las treinta toneladas enterradas ilegalmente. Un buque, en octubre de 2003 se encargó de llevarlos al exterior para ser tratadas. La remoción fue acordada a través de un convenio entre la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y la Cámara de la Industria Química y Petroquímica.
Pero por esos días de diciembre del 2000 no solo se realizaría esa acción, también y en el marco de esa gira contra la contaminación Greenpeace daba a conocer información que reflejaba la contaminación generada por la Curtiembre Arlei S.A. en la localidad de Las Toscas al norte de nuestra provincia de Santa Fe. Esta curtiembre arrojaba sus efluentes en enormes lagunas de residuos a cielo abierto que luego desembocaban en el Arroyo Las Tocas, que es afluente del Paraná. Greenpeace había tomado cinco muestras en mayo y agosto de ese año 2000, que incluían efluentes industriales, sedimentos asociados y desechos sólidos provenientes de un campo dónde Arlei S.A. habría depositado en el pasado residuos de curtiembre. Las muestras analizadas en el laboratorio que Greenpeace posee en la Universidad inglesa de Exeter, reflejaron niveles muy altos de cromo en los efluentes y lodos en las lagunas de la empresa. En una acequia a cielo abierto que corre paralela a un camino en cercanías de la curtiembre, mostró niveles de cromo más de treinta veces superiores a los promedio hallados, en sedimentos no contaminados.
Según datos de la Cámara de la Industria Curtidora Argentina, la curtiembre Arlei S.A. había exportado en 1999 cueros por un valor de 42.400.000 de pesos, valor que la convertía en la quinta curtiembre exportadora del país. En ese momento, y desde esa "movida" que se coordinó desde el barco rompehielos de Greenpeace se realizó una denuncia penal.
Esta historia tan rica que me tocó cubrir "arriba de los barcos" la convertían en las primeras e históricas denuncias contra las empresas del cordón industrial, al norte de Rosario, y a las impunes empresas del olvidado norte santafesino.
En el 2004 nuevamente
en el Arctic Sunrise
Pero el Arctic Sunrise regresaría a nuestro Río Paraná. En el marco de la campaña "Elegí Energía Positiva", Greenpeace realizó una protesta frente a las instalaciones de la inconclusa central nuclear de Atucha II advirtiendo sobre los inconvenientes de ese proyecto. Greenpeace indicó que Atucha II resultará en "riesgos, basura y más deuda".Desde el navío varios activistas a bordo de botes inflables llegaron hasta el límite de la central nuclear ubicada en la localidad bonaerense de Lima. "Este es un proyecto negativo, de alto riesgo, caro, tecnológicamente obsoleto, un legado de la dictadura militar", dijo en esa oportunidad Juan Carlos Villalonga, que en ese momento ya ejercía el cargo de Director de Campañas de Greenpeace Argentina. Estar en esa "acción" de Greenpeace nuevamente arriba de sus barcos eran para mí un enorme orgullo.No sólo como comunicador, sino también como militante ambiental.
Epílogo
Desde Greenpeace nos informan
"TAN VERDE COMO
SEA POSIBLE"
El casco de acero del Rainbow Warrior II está construido con un remache viejo y se está haciendo cada vez más caro mantenerlo en los más altos estándares de clasificación. Necesitaremos un nuevo Rainbow Warrior, a fin de cumplir con los desafíos futuros de nuestra campaña mundial. Reparar el barco existente no es técnica ni económicamente viable y la mejora de un buque de segunda mano podría comprometer nuestra campaña y las necesidades de conservación de energía. Después de un cuidadoso análisis, hemos decidido que la construcción de un buque de cero es, por mucho, la mejor opción.
El Rainbow Warrior III será un velero construido específicamente para nuestras necesidades y realizado con los más altos estándares ambientales.
El buque llevará una completa gama de equipos de seguridad y herramientas de acción, entre ellos cuatro embarcaciones inflables y las instalaciones para un helicóptero, a la vez que proporcionará alojamiento y una plataforma de comunicación con la última tecnología.
El buque será construido principalmente para navegación (utilizando energía eólica en lugar de combustibles fósiles), con la opción de que en condiciones climáticas inadecuadas pueda cambiar al motor de potencia de propulsión diesel eléctrica. También tendrá las siguientes características verdes:
• La forma del casco diseñada específicamente para maximizar la eficiencia energética.
• Un mástil y velas con armazón A - optimizado para una navegación altamente eficaz.
• Sistema de acción eléctrico (10 nudos en sólo 300kW)
• Categoría de barco verde con Pasaporte Verde.
• Tratamiento biológico de aguas residuales y aguas grises
• Central de ventilación y sistema de llenado de combustible y aceites para evitar derrames.
• Sistema de pintura ecológico.
• Reutilización de la temperatura del motor para calentar agua.
LANZAMIENTO VIRTUAL
A principios de 2010, estaremos lanzando una versión virtual del Rainbow Warrior III en colaboración con VSTEP, los fabricantes del "Simulador de Barcos", una serie de juegos para PC. En el juego armado a partir de los actuales dibujos y especificaciones 3-D CAD con las que el buque será construido, los jugadores podrán navegar por el Rainbow Warrior virtual a través de condiciones meteorológicas y marítimas reales y revivir los viajes de Greenpeace para detener los ensayos de armas nucleares, salvar a las ballenas, y proteger la Antártida, en su propia PC o en línea con múltiples jugadores. El juego también contará con nuestro barco Esperanza y bote "Billy G".
Referencias: Páginas Web de Greenpeace. Coberturas y vivencias propias.
“Todo lo negado explota por algún lado”

La frase corresponde a José Pablo Feinmann, quien llegó a Rosario para presentar su último libro “Timote”. En ésta publicación el autor asume el riesgo de narrar y llenar los huecos de uno de los hechos más dramáticos y complejos de la historia argentina del siglo XX. Con un lenguaje estremecedor y una nitidez extraordinaria logra una novela inolvidable. Timote es un texto de una libertad extrema, un thriller político escalofriante, de una fuerza conmovedora, tejido admirablemente sobre los hechos históricos que impactaron al país en 1970.
Al mediodía del 29 de mayo de 1970, un comando montonero, conformado por Mario Firmenich, Carlos Ramus y Fernando Abal Medina, esquiva puestos policiales y caminos transitados en una pick up Gladiator rumbo a Timote, un pequeño villorrio ubicado a 420 kilómetros al oeste de la Capital Federal. En la caja, escondido tras una carga de fardos de pasto, viaja el general Pedro Eugenio Aramburu.
Lo fueron a buscar a su propia casa. Lo sacaron a pleno día, en pleno barrio Norte de la Capital y lo detuvieron en nombre del pueblo: él es uno de los máximos responsables de los fusilamientos de José León Suárez en 1956 y en este momento el cerebro de las negociaciones con el peronismo.
En el sótano de una quinta poco frecuentada por la familia Ramus, lo someten a juicio revolucionario y lo ejecutan al cuarto día. Los hechos que allí sucedieron son lo que cuenta esta novela.
Quien asume en nombre de la organización el juicio y la ejecución del jefe de la Libertadora es Fernando Abal Medina. A los 23 años, Abal sabe que arriesga su vida en este acto extremo que lo hará entrar en la historia política de la Argentina. En los cuatro días que dura el juicio, el general Aramburu y el joven fundador de Montoneros se interpelan tratando de comprender, de hallar alguna justicia en las acciones determinantes que los tendrán como protagonistas antes y después de su breve encuentro. Los Montoneros, como fuerza militar virtual, se sienten sujetos a las leyes de la guerra y de ese modo conducen el procedimiento. Aramburu les advierte que las consecuencias que tendrá su muerte serán feroces; Abal Medina lo sabe, pero se trata de un acto de servicio a una causa que lo trasciende.
- ¿Cómo surge este nuevo libro que se basa en hechos históricos pero gira hacia la ficción?
Timote surge casi involuntariamente, a través de los textos que fui publicando en Página/12 todos los domingos sobre Peronismo -y que está planeado que luego se convierta en un libro-, y cuando llegué a la parte de secuestro y muerte del General Pedro Eugenio Aramburu me puse a leer todos los libros que se han escrito sobre el tema y noto que la mayoría de ellos toman como verosímil para contarlo, un relato de Mario Eduardo Firmenich en la revista La Causa Peronista de 1975 que las hace también en nombre de Norma Arrostito, y luego ella niega esas declaraciones y niega que ella haya estado en ese diálogo, o sea que Firmenich le puso palabras en su boca que ella no dijo. Entonces, como el relato es de Firmench, me dije, este relato no debe ser muy verdadero y pensé que el campo estaba fértil para la ficción porque nadie sabe qué se dijeron Aramburu y Fernando Abal Medina en la estancia La Selma en la localidad de Timote. Sólo se sabe lo que dice Firmenich, pero si dejamos de lado eso, qué nos queda… un terreno para la ficción. Y la ficción, como bien se sabe llega más hondo que la reflexión y el ensayo, porque uno se larga a crear sobre un conocimiento real de la historia y así comencé a escribir esta novela que de ningún modo estaba en mis planes.
- ¿Qué nos puede adelantar del libro?
Creo que es interesante comentar que cuando terminé la novela, con una frase del mismo Abal Medina, que corresponde al momento en que se van de Timote después de matar a Aramburu, Fernando se va con tanto entusiasmo que en voz alta dice “no nos para nadie”. Entonces como pensé que como a Abal Medina lo mataban apenas dos meses después de ésto, dije, este “no nos para nadie” sería mucho más dramático si yo empiezo la novela contando la muerte de Fernando Abal Medina, entonces cuando el lector llega a este final lo va a sentir mucho más, porque se va a dar cuenta que éste pibe de apenas 23 años dice “no nos para nadie” y le quedan apenas dos meses de vida. Así fue que pensé luego en añadir un prólogo que empieza con una frase trunca, a saber: “el que está en esa mesa”. Ese, el que está en la mesa, es Fernando Abal Medina, el montonero que mató a Aramburu.
- ¿Quién narra la historia que cuenta en Timote?
La elección del prólogo fue tan ardua como la del narrador, porque la novela tiene un narrador muy especial, porque al estar contando hechos históricos, pero no verificables, es un narrador conjetural y acude a menudo a los supuestos. Entre esos supuestos, encontramos que el general Aramburu tiene un plan para traer a Perón a la Argentina y en legalizar al peronismo para que puedan presentarse en elecciones democráticas. Esto irrita mucho a Onganía que piensa perpetrarse en el poder muchos años más. Entonces tenemos por un lado al General Aramburu que tiene un plan en darle una salida a la Argentina.
- ¿Y qué ocurre entre esos planes y el asesinato de Aramburu?
Cansada la juventud de gobiernos dictatoriales, comienza a trabajar con las bases peronistas y la gran consigna que une a todos es “luchen y vuelve”. Estaban convencidos de que lo iban a traer de vuelta a Perón. Ese es el espíritu con el que nace la juventud peronista. En 1970 se produce justamente el hecho que narra mi novela. Un grupo de jóvenes, que vienen de familias católicas y pudientes, deciden secuestrar al general de la Revolución Libertadora, Pedro Eugenio Aramburu, que además es el responsable del bombardeo de 1956 en la Plaza de Mayo donde algunos dicen que hubo más muertos que en el Guernica, sólo que no tuvimos un Picasso que lo retrate.
- Además de la ficción, el libro tiene un contexto histórico importante…
Es que Aramburu, a partir de ese bombardeo, maneja la política argentina junto con otros que toman importancia, como Lanusse, quien finalmente accede al poder. Entonces, este grupo de montoneros, con Abal Medina a la cabeza, secuestran a Aramburu, lo llevan a la Estancia La Selma y ahí le hacen un juicio revolucionario, y de eso trata mi novela. El contexto histórico tiene que ver con un gran sofocamiento político y social, y como ya sabemos, todo lo negado explota por algún lado.
TRAMOS
Aramburu lo mira entrar. ¿Qué le va a decir este afiebrado? Cada vez le ve más cara de loco, de jacobino. De jacobino sin pueblo. Sin Revolución Francesa. Se la inventó él a la Revolución. No puede contenerse. Dice:
– ¿Y? ¿Qué decidieron? ¿Se suman a mi proyecto o se hunden en las letrinas de la clandestinidad?
– Qué frase, general –ironiza Fernando–. La voy a recordar.
– ¿Cuándo?
– Cuando lo recuerde a usted.
– Me matan entonces.
– ¿Cómo puede suponer que nos vamos a incorporar a su proyecto?
– Porque no puedo suponer que quieran suicidarse. Le voy a hablar claro. Aunque sea la última vez que lo haga.
– Hable. Nadie nos escucha. Nunca se va a saber lo que nos dijimos en esta habitación.
– Yo estoy pagando por la sangre derramada de Valle. La historia es eso. Una cadena de venganzas. Mi sangre va a reclamar la de ustedes. Matándome se condenan a morir, a que los maten. Alguien me va a vengar. No lo dude. Alguien, alguna vez, se va a sentir con tanto derecho como ustedes ahora. Este país todavía no conoce la furia del Ejército Argentino. Tenemos un Ejército formado por la OAS y por la Escuela de las Américas. Si usted supiera en serio, a fondo, lo que se enseña allí, vacilaría.
– Nosotros también nos formamos para la guerra. Pero no nos formaron torturadores, sino revolucionarios. No se equivoque. No va a conseguir que tenga miedo. Ni que vacile.
– Hágase esta pregunta. Se la hizo Gutiérrez de la Concha a Castelli, cuando éste se preparaba para fusilar a Liniers. Le preguntó...
– No se gaste, general. Hace tiempo que yo me hice esa pregunta. Me sorprende que usted la conozca.
–Son sus prejuicios. Cree que los militares somos brutos.
–Podría pasarme la noche ofreciéndole pruebas. Volviendo a Castelli: Castelli era abogado. Gutiérrez de la Concha le preguntó qué jurisprudencia era la que lo autorizaba a matar prisioneros. Una pregunta tonta. Castelli era un revolucionario. Él y su amigo Moreno. La jurisprudencia eran ellos. Toda revolución crea su propia jurisprudencia. ¿O ustedes hicieron otra cosa? También la contrarrevolución crea sus propias leyes. O deroga las de los revolucionarios.
–Gutiérrez de la Concha dijo algo más.
–A ver, general. Dígalo. ¿Lo leyó en Billiken?
–Voy a dejar de lado esa ofensa. Olvidemos a Castelli. Si cree que mis citas vienen del Billiken voy a evitarlas. La cuestión se la voy a plantear yo. Con mis palabras. Porque son mis ideas.
–Soy todo oídos.
–Usted se me presenta como un revolucionario. Quiere cambiar el régimen al cual yo pretendo integrar a Perón. Usted, por el contrario, quiere usar a Perón para destruirlo. También Castelli quería cambiar un régimen. Fusilar a Liniers era parte de ese cambio.
–Parte sustancial de ese cambio.
–Gutiérrez de la Concha le pregunta: doctor Castelli, ¿qué clase de sistema es el que empieza de este modo? ¿Qué clase de sistema empieza fusilando prisioneros indefensos?
–No busque conmoverme, general. Son demasiados argumentos para defender apenas una vida. Aunque sea la suya. Gutiérrez, a quien llamo así para evitar la parte incómoda de su apellido, decía boludeces, con perdón. Una revolución tiene el derecho de matar a quienes quieren impedirla. Si empieza así, empieza bien. Usted me plantea una cuestión de ética política. Una mariconada liberal. Todo sistema que empieza matando empieza mal. ¿Usted me plantea eso? ¿El fusilador Aramburu? Toda revolución que empieza y no mata cuando tiene que matar está perdida.
–Van a matarme entonces.
Fernando no responde. Se toma un tiempo que a Aramburu le parece eterno. Después, sin solemnidad, pero con cierto aire marcial o con una clara dureza, dice:
– General Aramburu, el Tribunal lo sentenció a la pena de muerte. Va a ser ejecutado en media hora.
Aramburu busca romper sus ataduras. Se lastima las muñecas. Le brota sangre.
– Ese nudo está muy bien hecho, general –dice Fernando–. Y aunque lograra desatarse, ¿qué lograría? Le fallaron los suyos. No lo encontraron a tiempo. ¿Lo habrán buscado en serio?
– ¿Quién puede saberlo? Hay muchos cretinos detrás de Onganía. Gente que me odia. Que le repugna mi plan de negociar con Perón. Quieren verme muerto. Ustedes les van a hacer ese favor.
– A nosotros también nos repugnan sus planes de arreglar con Perón. Pero por otros motivos.
– Pero coinciden.
– De ningún modo. Ellos quieren sostener el Estado Gorila. Nosotros queremos destruirlo.
– Pero los dos quieren matarme.
– Por distintas razones. Grave sería si fuera por lo mismo. Usted se puso en un lugar peligroso. El de los conciliadores. Si las partes no quieren conciliar, los matan. Fuego cruzado. Aunque usted nos incomoda más que Onganía, el otro que podría querer su vida. Usted no quiere sostener el Estado Gorila. Quiere crear un nuevo régimen con el peronismo adentro. Los gorilas son brutos. Ni piensan en eso. Sólo piensan en seguir con la represión. Su plan es el más hábil. Es hacer de Perón un general manso dominado por la burguesía. Eso nunca.
Aramburu regresa al tuteo. Siempre que lo hace es porque se siente perdido. Porque es su última carta.
– Sos un idiota, pibe.
– Le exigí que no me tuteara. Menos aún que me dijera pibe.
– ¿Cómo no te voy a tutear si sos un pendejo? Vas a arruinar tu vida. Tu idealismo de los veinte años te va a costar muy caro. Yo también tuve veinte años. También tuve sueños de juventud. Pero esos sueños no exigían la muerte de nadie.
Fernando lo mira con desdén. Aramburu recibe de pleno esa mirada. Acaso nunca lo miraron así. No con odio, sino como a un pobre tipo. Lleva 15 años recibiendo halagos, homenajes, reconocimientos. Pero este pibe se permite mirarlo con menosprecio, con una repulsa tan extrema que hiere, que deshonra. Y con una altanería, con una irreverencia que, recién ahora, aparece en estado puro, sin los velos, sin las cortesías forzadas entre captores y prisioneros. Ese menosprecio se expresa ferozmente, lejos de toda civilidad, de todo trato entre caballeros cuando le dice:
– General, perdone mi franqueza. Pero usted, a los veinte años, ya era un milico de mierda con alma de asesino.
(Fragmento de Timote)
SOBRE EL AUTOR
José Pablo Feinmann nació en Buenos Aires en 1943. Es licenciado en Filosofía (UBA) y ha sido docente de esta materia en esa casa de estudios. Publicó más de veinte libros, que han sido traducidos a varios idiomas:
Ensayos: entre otros, Filosofía y Nación (1982), López Rega, la cara oscura de Perón (1987), La creación de lo posible (1988), Ignotos y famosos, política, posmodernidad y farándula en la nueva Argentina (1994), La sangre derramada, ensayo sobre la violencia política (1998), Pasiones de celuloide, ensayos y variedades sobre cine (2000), Escritos imprudentes (2002), La historia desbocada, tomos I y II (2004), Escritos imprudentes II (2005), El cine por asalto (2006) y La filosofía y el barro de la historia (2008).
Novelas: Últimos días de la víctima (1979), Ni el tiro del final (1981), El ejército de ceniza (1986), La astucia de la razón (1990), El cadáver imposible (1992), Los crímenes de Van Gogh (1994), El mandato (2000), La crítica de las armas (2003) y La sombra de Heidegger (2005).
Teatro: Cuestiones con Ernesto Che Guevara (1999) y Sabor a Freud (2002).
Guiones cinematográficos: entre otros, Últimos días de la víctima (1982), Eva Perón (1996), El amor y el espanto (2000) y Ay, Juancito (2004).
Actualmente dicta cursos de filosofía de inusual y masiva convocatoria. Siempre residió en Buenos Aires.
ARQUEOLOGIA URBANA: Gato Viejo

Fotografía: Diego González Halama
Encontré la tarjetita dentro de un libro. Casi no recuerdo cuándo fue, pero la tarjeta allí estaba. Gato Negro Motel, bramaba desde el papel amarillo por los años. De otro lado, uno se enteraba que era una invitación especial: todos los días a toda hora, excepto los sábados de 20 a 5 horas, uno abonaba 350 pesos argentinos. Por lo menos, hasta el 30 de septiembre. La tarjetita tiene hoy 25 años.
Muchos años y varios amores pasaron por esa tarjeta, hasta invalidarla. Muchas traiciones, muchas aventuras que no se dieron.
Claro, la tarjetita es una promesa, una esperanza, la de encontrar esa persona ante la que uno -obligadamente- deberá exhibir la promoción, la oferta a la vez sublime y aterradora de ir al telo. Recordé que no era fácil exhibir esas cosas en 1984.
Uno debía -previo paso por la peña donde escuchábamos a Baglietto, empachados de democracia flamante- comentar, sugerir, sutilmente deslizar, que estaba dispuesto a usar, de una vez por todas, la tarjetita en el Gato Negro Motel.
No espere el lector que abunde en detalles escabrosos. Más interesante es el contexto.
Después de ocho años de dictadura, nos sacábamos la modorra de la cabeza y la entrepierna. Todavía rugía el contador García, presidente de la Liga de la Decencia, en contra del destape general, de las películas que entraban al país y que si las vemos ahora, son bastante pavas. En esa época hacían bramar más de un capelo cardenalicio. Alfonsín estaba exultante. La primavera de su gobierno era pura declamación, pura retórica esperanzada, como la de la tarjetita. Más adelante vendría otra primavera, la del Plan. Pero en 1984, “Alfonso” estaba nuevo y casi sin ojeras, el peronismo deglutía la amarga derrota y Franja arrasaba en cuanta elección aparecía en la universidad. La inflación no paraba, sin embargo. Los dólares se compraban como fruta fresca, y nada era más seductor que irse a un baile a escuchar Gracias a la Vida, cantada por la Negra. Otros, los más chetos, bailaban Génesis, sobre todo Illegal Alien. Se bailaban las lentas, que aseguraban al tacto el destino de la noche, en forma y contenido.
Las facultades -por lo menos a la que fui- eran un caldero de ciencia política. Se hablaba en asambleas hasta para discutir el orden de asientos en la asamblea. Las discusiones eran tremendas, agitadas, bullentes.
La tarjetita sigue allí, ignoro para qué la tuve, para qué era, y aunque es obvio, por algo fue a parar al libro. Disculpará el amable lector la subjetividad, el poco rigor histórico, pero no me acuerdo.
Las mujeres nos atosigaban sexualmente a los hombres con sus eróticos mamelucos celeste cielo, y debajo, naranja fanta. El destape asustaba desde los kioscos, con mujeres semidesnudas que hoy nos parecen gordas y cetáceas, y tal vez un poco más decentes. Las chicas estaban así de flacas, me decía un amigo, y las miraba así de flacas. “Levantar” era casi un asunto de política: era frecuente llevarse a la catrera a una minita que hubiese discutido con nosotros el problema epifenoménico de la democracia, por horas. La discusión política terminaba, seguro, entre las sábanas a eso de las 3 a.m.
La “Gesta” de Malvinas nos había dejado desolados y a la vez, olvidadizos; nadie comentaba nada de eso, pero sí de los juicios a las juntas, como se decía en esa época. Verlos a los bigotudos en un estrado, sin edecanes alrededor era un bálsamo ante tanta muerte, tanta soberbia, tanto acero inútil; el desarrollo del juicio, seguro les hizo extrañar esos edecanes y ese metal; las manos crispadas en la baranda de madera lustrada dejaban claro esa intención de matar a estos civiles rebeldes, categoría sociológica que me incluía, por supuesto. Me acuerdo que con Cristina en el aula entonamos el “Todavía Cantamos” de Heredia cuando los condenaron.
Los traidores estaban dando vueltas, sin embargo. Espiaban con descaro.
Es que había que sacarse de encima a algunos personajes.
Sacar a Humberto Riccomi, el rector de la UNR fue, literalmente, una lucha. Los pibes nos acostábamos en la vereda de Córdoba, apoyando la espalda en la neoclásica pared del rectorado, mientras los pesados de anteojos negros saltaban nuestras piernas con las Itakas colgando. Nos animábamos a insultarlos sin problemas, y ellos se animaban a sacarnos fotos con el mismo desenfado. Nadie -ese era el límite de nuestra conciencia histórica- recordaba que justo enfrente y en el Rosariazo, mataron a uno, donde está LT8.
Al final, y a pesar del desacuerdo radial de Evaristo Monti, Humberto Riccomi dejó el Rectorado con la frente alta y la moral destrozada: había sido el Zar de la Universidad Nacional de Rosario por tres años, y ahora se iba por la puerta grande, como cualquier proveedor de soda, en el más riguroso silencio de la multitud.
El Gato Negro sigue mirando, viejo y cansado. La tarjeta se hace pedazos en mis manos. Es tan frágil. Circunvalación y Sorrento, dice la tarjeta: la dirección seduce. El logo es el de un gato, que pareciera inspirado en la Pantera Rosa, pero negro, claro, unas estrellitas que deben simular lucecitas de ruta, lo rodean como un marco, al gato; no es una propaganda muy seductora, pero se supone que es para que uno vaya sin pagar de más. Se supone que la seducción estaba en la mujer que llevaríamos al lugar.
No recuerdo la zona, que se me figura rural, lejana. Sí recuerdo los amores, las aventuras, las peñas, las gauchadas y las traiciones, el natural desenfado del estudiante universitario: recuerdo que la facultad la hice de taquito, siempre riendo, nunca estudiando. Nada era más fácil que ir a la facultad. Me recibí, claro. Pero del Gato Negro no me acuerdo.
Me acuerdo de la militancia feroz, pasional, tanto para discutir sobre economía como sobre la altura del tapial medianero del proyecto de Arquitectura I que estábamos dibujando y no se construiría jamás.
Lo que no se discute, no sirve, bramábamos desde la módica altura de un taburete universitario, y había gente que apoyaba la moción, y otros que no, pero sin decir que eso sirviera. Finalmente, los partidos minoritarios dejaban los temas importantes -como llevar una copa de leche a Barrio Toba, por ejemplo- para el final de la asamblea, cuando la desgastada gente se iba yendo a dibujar a sus casas y quedaban unos pocos fieles al proyecto, más cansados aún.
Ir a la Facu costaba un ojo de la cara. Dibujábamos con lo que se podía: papel de estraza, cartulina reciclada. Se dibujaba con lápiz, tinta, o café o mate. Todo servía. Los amigos eran para siempre, o al menos hasta sexto año, raro el que se casó con la novia de la secundaria, que quedaría en el olvido.
La entrada al Gato Negro -el turno, bah- costaba 350 pesos argentinos, lo mismo que doce diarios La Capital, diez kilos de carne, treinta litros de nafta; pero la inflación lo comía todo, de a poco, de allí la escasa validez de la tarjeta del motel. Había un 6,8% de desempleo, y 900 industrias menos que en 1974.
Los que podían, se las rebuscaban vendiendo cositas viejas en el Mercado de Pulgas -lo del Retro es un viejo invento- o poniendo el kiosquito, o manejando un taxi: de ahí la mala broma acerca de los arquitectos como choferes ideales de taxímetros. Un sueldo mediocre rondaba los 13000 pesos argentinos.
Pero del gato, nada.
Hojeo lentamente las páginas del libro -son las 5 tesis de Mao- y nada. Es más, dudo que yo haya sido, en algún momento de mi escuálida vida política, un marxista maoísta, yo que creí en las bondades del Bisonte Allende, viejo traidor de cuanta promesa hizo, con su comunismo no comunista.
Las 5 tesis del chino son viejas y amarillentas como la tarjetita, y también hacen promesas, dan esperanzas, modelan conductas.
Tal vez 25 años no son nada; tal vez no son más que experiencias, recuerdos.
Pero allí está su potencia. La experiencia es potencia. Tener 25 años sobre el lomo implica, prácticamente, la aparición de una generación potente, activa; pero también la inocente creencia que las cosas eran muy diferentes a las de ahora, si leemos el catálogo de nostalgias que arriba hemos enumerado.
Si los tiempos significan evolución, poco hemos cambiado.
Sobrevivieron viejas mañas, o mejor, se desarrollaron las mejores agachadas de la política. Los que proclamaban la democracia, no la perfeccionaron, sino que la usaron como campo para legitimar el latrocinio; criticar es ser un golpista o un reaccionario, un demodé, un facho. Por el otro lado, cualquier medida que afecte intereses es una medida dictatorial, autoritaria, fascista. Por supuesto, olvidado ya el concepto mismo de fascismo, que tanto se discutía en la facultad, allá por 1984.
Nos hemos olvidado de discutir, de debatir, de bramar ofendidos, pero con la conciencia que cumplimos con nuestro deber colectivo, y no de sector. Ya nadie quema simbólicamente el ataúd de su oponente, pero nada hará si, convenientemente, ese cajón se llena. La militancia es tiempo perdido, la política corrupta, el “no te metás” una marca registrada del argentino de clase media, participar, un hobby freak. ¿Será que esa educación cívica, que nos daban en la secundaria, está gastada como esa tarjeta? ¿o esa educación que explotó en 1984 fue eso, una explosión, un rush cívico, como el de los rosariazos, los saqueos, las asambleas barriales?
Es que 25 años son muchos, pero también pocos. No se genera una cultura de cambios en pocos años, hay avances y retrocesos, aunque parece que estamos en esa última etapa.
Guardo la tarjeta en su libro, que hojeo por última vez.
Me doy cuenta que no es mío, que la tarjeta no es mía, y que de alguna manera los 25 años que pasaron no debieron borrar –como lo hacen- el placer del encuentro fugaz, el dolor de la separación, los momentos, de las cuales quedan tres o cuatro. Nada más. No soy tan viejo como para que me gane el olvido.
Ignoro el motivo de la tarjeta, y si el Gato Negro está todavía en funciones. Decido que jamás fui a ese lugar, porque inducir a falsos recuerdos es más peligroso que cualquier Alzheimer: nos obliga a actuar como el recuerdo desea. Decido guardar la tarjeta en el lugar exacto donde estaba, que llegue intacto a su destinatario, a su dueño original, si es que llega, entonces será como un mensaje intemporal, lejano y a la vez concreto, como un museo portátil.
También decido otra cosa, tal vez más importante: leer a Mao.
Nunca es tarde para volver a hablar de política, 25 años después, y tal vez todavía la política garantice el levante. Es cuestión de creencia.
PSICOLOGIA SOCIAL. Diversas miradas sobre la agresividad, la violencia y el trauma

En el Centro Cultural Bernardino Rivadavia se realizó el Coloquio Interdisciplinario sobre “Agresividad, Violencia y Trauma”, organizado por la Red Psicoterapéutica de Rosario. Allí, diferentes profesionales de distintas disciplinas, como médicos, psiquiatras, psicólogos, abogados y docentes, entre otros, expusieron e interactuaron con el público sobre temas tan cruciales en nuestra sociedad actual como lo son la agresividad, la violencia y el trauma.
La apertura la dio el director del coloquio Dr. Ernesto Rathge, y enseguida le siguieron las exposiciones, comenzando por el Dr. Reynaldo Perrone, quien expuso sobre “Desbordamiento e inhibición de la agresividad, formas de violencia y evolución psicopatológicas; consideraciones clínicas”. Durante su discurso, realizó una interesante diferenciación entre agresividad, agresión y violencia, en la cual agresividad refiere a una fuerza vital, una disponibilidad física y psíquica existente en el sujeto para enfrentar la contingencia, lo adverso. La agresión se considera una acción destinada a atacar a una persona; tiene intención de cambiar el equilibrio del otro. La violencia implica el deseo de destrucción del otro.
Además, desarrolló distintos niveles de manifestación de la agresividad, desde un desborde a una inhibición de la misma, destacando que esta última es más difícil de trabajar en la clínica. Hay dos tipos de agresividad: una directa (física), característica del género masculino y una indirecta (verbal), característica del género femenino.
A continuación se desarrolló un panel bajo el nombre de “Violencia y escuela”, que contó con la presencia de docentes, un profesional de la salud mental y del sub-secretario de Educación de la provincia de Santa Fe. En el mismo se pensó a la problemática de la violencia como NO propia ya de un entorno determinado, sino que abarca a todos los sectores sociales de la población.
Es necesario romper con los obstáculos que dificultan el abordaje de la violencia en la escuela, es decir, el silenciamiento de la violencia, la desmemoria de la misma y la banalización de ella. Se vuelve imperiosa la necesidad de abrir espacios de debate, donde los malestares circulen, se manifiesten, y no se naturalicen.
Con respecto a lo antes expuesto, es muy interesante resaltar una propuesta de prevención denominada “Educación para la paz”, que se desarrolla en una escuela de esta ciudad en donde se proponen a los niños diversos juegos en los recreos, guiados por alumnos de niveles superiores y referenciados como líderes. En ello, hay un compromiso de la directora, de las docentes y de los propios alumnos.
Luego le llegó el turno al Carlos Díaz Usandivaras quien desarrolló una temática bastante cuestionada, como es el síndrome de alienación parental, es decir, qué sucede con los hijos cuando los padres se divorcian.
Para terminar la primera jornada, se realizó una conferencia a cargo del biólogo Fabián Gabelli, donde expuso la violencia como una estrategia natural del comportamiento humano, es decir, pensar al hombre como naturalmente malo, egoísta, competitivo.
Aquí, vale destacar, los distintos puntos de vista, así como la diversidad de enfoques y concepciones desde donde se abordó la violencia.
En la segunda jornada del coloquio, la apertura estuvo a cargo de Reynaldo Perrone, quien brindó una conferencia acerca del trauma y la clínica de los estados post traumáticos. El trauma puede pensarse como una cicatriz de un acontecimiento desagradable. En la cotidianeidad el sujeto está sometido a hechos desagradables, pero no por ello se convierten en un trauma, sino que están en relación a lo que se define como estrés cotidiano.
El trauma se caracteriza porque ante ese acontecimiento traumático, el sujeto es incapaz de sobreponerse a la situación adversa.
Por lo tanto, se pueden establecer 4 vías de intervención terapéutica a partir de un relato inicial por parte del sujeto: relatar los hechos despojado de las sensaciones y emociones; reconocer los pensamientos y reflexiones durante el evento traumático; las vivencias del momento y las potencialidades y experiencias positivas a pesar del dolor, es decir un aprendizaje.
Posteriormente se proyectó un corto cinematográfico dirigido por la Dra. Sandra Laporte, y producido por la Red Psicoterapéutica, cuyo título es “Preguntar la violencia”. En el mismo se muestran una serie de testimonios acerca de la problemática de la violencia, haciendo foco en los trabajadores taxistas, quienes se ven sometidos recurrentemente a hechos violentos; en una oficial de la policía, la cual recepciona diariamente denuncia de abusos, fundamentalmente de mujeres; y en maestras y profesionales de la salud.
Para finalizar este coloquio, se procedió a un forum de cierre, constituido por los asistentes, en donde cada uno expuso diferentes reflexiones acerca de esta problemática, tan amplia y compleja, dejando lugar a interrogantes para seguir pensando, debatiendo y trabajando alrededor de la misma.
Evolución, secuelas
y tratamientos.
El problema de la violencia familiar y social se agrava día a día A pesar de las investigaciones que han permitido conocer mejor el fenómeno y de las leyes que protegen los individuos, la tragedia de la violencia emerge cada día en la superficie relacional de la sociedad. Las consecuencias son enormes, el costo psíquico invisible o manifiesto, incalculable.Sin embargo, nuevas investigaciones y conceptualizaciones sobre la agresividad, sobre la dinámica de las agresiones y sobre el trauma y sus efectos en el comportamiento facilitan intervenir eficazmente para comprender y tratar estos problemas.En efecto, ciertos estudios permiten entender cómo se manifiesta la agresividad en el niño y cómo se vuelve crónica en algunos adultos.Otros trabajos se interesan en las conductas de aquellas personas a quienes la agresividad les falta.Investigaciones recientes formalizan la noción de trauma psíquico y la evolución patológica a corto y largo plazo. Asimismo se conocen mejor las formas de agresión directas e indirectas en el marco de la pareja y con los niños. El coloquio “Agresividad, violencia y trauma” permitirá a los profesionales de la Salud, de la Justicia, de lo Social y lo Educativo, ampliar el repertorio de recursos destinados a tratar estas problemáticas que se sitúan en el espacio de lo psíquico y de lo social. (Rathge E. y Perrone R.).
El fuego que une nuestras almas, morirá cuando deje de ver"
MIRADOR DE LIBROS UNA CUADRA, de Márgara Averbach

Esta novela (Editorial Adriana Hidalgo) es una propuesta singular, distinta, dentro del actual panorama de la narrativa argentina. En primer término, resulta “apta para todo público”, “para grandes y chicos”. Podría incorporarse como material de lectura en las escuelas, ya que su historia sencilla y pequeña (la vida de un callejón con 11 casas en medio de la ciudad) promueve valores comunitarios, de afecto, de solidaridad e incluso de creatividad artística con coloridos toques mágicos.
En segundo término, resulta novedoso el tratamiento literario: hay un sutil entramado de puntos de vista diferentes (de los diversos personajes, abordados en tercera persona) que se alternan con la voz de una narradora en primera persona que no sólo asume la tarea de historiar las menudas peripecias del callejón sino que irrumpe a menudo –en general entre paréntesis- para opinar, comentar, agregar aclaraciones y dar referencias sobre sí misma como si fuera un personaje más. Y hay asimismo un juego permanente en el desarrollo del relato que se vale de listas, diagramas, esquemas, enumeraciones, como si se tratara de un rompecabezas o de una rayuela cortazariana. Por otra parte, inserta sesgadamente y en escala reducida algunos temas de hoy: los desaparecidos durante la dictadura militar, las huelgas docentes, los “ocupas”, la homosexualidad y el SIDA. Es por cierto un libro sustancioso, que se lee con agrado y en el que descuella un estilo terso e impecable, con pasajes de mucha frescura expresiva y alto vuelo poético. La autora sabe entrelazar eficazmente los variados personajes de esta historia colectiva, sus conflictos, sus deseos y sueños. Podría objetarse la elección del título, poco acorde con el aliento vital y humano de la novela. “Cuadra” es un vocablo urbanístico, más bien catastral, que corresponde al sistema cuadrangular aplicado en América a las fundaciones de ciudades. Tal vez la autora lo prefirió para subrayar el carácter pequeño o mínimo de su asunto, a pesar de que a lo largo del texto se habla con frecuencia de “callejón”, una palabra más rica o sabrosa. “El callejón de los milagros” se llama justamente una conocida novela del Premio Nobel egipcio Naguib Mahfouz. Y los colonizadores españoles, al trazar nuestras cuadrangulares ciudades, ponían nombres atractivos como la calle de los Sombreros, la de las Damas, la de la Alegría… Más allá del mayor o menor esplendor de los rótulos, esta novela es más sugerente que lo que ofrece su título. Y Márgara Averbach es sin duda una excelente narradora (ha escrito también varios libros para niños y adolescentes), además de una notable periodista (sus críticas literarias en Clarín y en Ñ se destacan por su tono entusiasta, sensible y sagaz, atributos no muy comunes en los comentaristas de los medios). UNA CUADRA obtuvo el Premio Biblioteca Nacional de Novela 2008, con un calificado jurado compuesto por Josefina Ludmer, Matilde Sánchez y Luisa Valenzuela.
Fragmento de UNA CUADRA:
“(No sé por qué una tiene que mirar antes de irse. Mirar atrás, digo, a lo que está por dejar. Sería mejor empezar enseguida el largo trabajo del olvido. Pero se mira, siempre.)
Lara pensó en una película: la chica de pie en la esquina con la valija en la mano, lista para empezarlo todo, lista para la aventura.
Ahí, frente a sus ojos, estaba el callejón completo. El barrio siempre había sido tranquilo, demasiado, para su gusto. Ahora ella estaba de pie en el medio de la calle empedrada. Apoyó las cosas en el suelo y dibujó una mirada lenta, cuidadosa, primero a la izquierda, después a la derecha. Quería acordarse.
Necesitaba fijar los rasgos de las once casas. Necesitaba llevárselos. Yo no estoy segura: supongo que, sin esa mirada, se los hubiera llevado de todos modos, enredados en los sueños como los árboles que se había llevado verano tras verano del campo donde trabajaba el tío Aldo.
No estaba triste. Hasta podría decirse que se alegrara de irse. Ahí, en la callecita, no le quedaba casi nada. Apenas la sombra de una madre a la que ya no entendía. Podría decirse que, en general, estaba entusiasmada. Contenta. Pero se quedó un minuto mirando porque siempre es así cuando se deja algo.”