De las aulas al corazón del Impenetrable

Por Bruno Javier del Barro | 21 años . - .
Por la radio se corrió la voz. La gente de la Unión Campesina del Chaco anunció la llegada de los estudiantes: se comentaba que jóvenes de Rosario vendrían al pueblo a hacerles algunas preguntas, a ahondar en las problemáticas de aquella remota región norteña, por la que nunca nadie se preocupó. Los Originarios –la totalidad de sus habitantes- estaban acostumbrados a la llegada del hombre Blanco, pero sólo en determinadas circunstancias. Y las elecciones no estaban cerca.
La desconfianza fue lógica, entonces, cuando los foráneos llamaron a sus puertas. En este caso “golpear la puerta” es un decir, pues era poco frecuente encontrarse con divisiones u obstáculos entre casas, habitaciones y el campo. Hablar de hogar era hablar de todo el territorio que lo rodeaba. “Su casa es la tierra. Vos acostumbrado a decir el living, salón de estar, pues no, la sala de estar para ellos es estar debajo de un árbol”, cuenta Franco, uno de los jóvenes emprendedores.
Se trata de Pampa Argentina, un confinado poblado a 12 kilómetros de la ciudad de Castelli, al noroeste de la provincia del Chaco.
Aproximadamente 300 estudiantes se metieron al Impenetrable. De psicología, medicina, comunicación social, ingeniería, arquitectura, arte, ciencias políticas en su mayoría de Rosario, pero también de Santa Fe, La Plata y Bahía Blanca se unieron para este rico emprendimiento interdisciplinario con intención de implementar, como no podía ser de otra manera, los conocimientos académicos para que dejen de ser eso justamente, conocimientos teóricos puros, y estos datos obtenidos, devolverlos en forma de herramientas útiles y prácticas para los pobladores. Para que ellos mismos, como tampoco podía ser de otra forma, forjen y sean los protagonistas del cambio o mejoramiento que deseen en su calidad de vida y que no sólo este provenga de afuera.

La gente quiere trabajar. Trabajo digno es lo que piden cada vez que reclaman. Pero les devuelven cosas.

Este feedback del que se habla, posee el fin de generar los recursos por medios propios de la comunidad, y es planteado en contraposición a la pasividad generada por el asistencialismo.
Pocho, otro de los aventureros, no cree que esta actitud pasiva sea casualidad. No le parece que sea una consecuencia imprevista del asistencialismo. De hecho, afirma que está planeado precisamente para eso: “La gente quiere trabajar. No quieren que les den cosas. Y después los acostumbran así para generar pasividad. Es un plan estratégico”. Y Franco agrega: “Muchas veces está entendido que uno va al Chaco a cambiar la realidad. No es así. La realidad la cambia cada uno desde su lugar. Vos podés fomentar un cambio, pero la realidad la van a cambiar ellos. Nosotros fuimos seis días. En seis, siete días no haces nada. Nosotros vamos a un barrio dos horas una vez por semana, pero la realidad la van a cambiar ellos.”

Lucha académica

Además del medio boleto, comedores y distintas reivindicaciones que se dan en la facultad, aquí se gesta una lucha académica y de contenido.
“A mi entender y a los chicos de la Universidad, hoy en día nos la pasamos todo el año adentro de las aulas. Resulta evidente la escasez de práctica”, asegura Franco.
“Los contenidos de acá son psicoanalíticos, individualistas, niegan la realidad objetiva y no están relacionados con los problemas concretos que hoy tiene la sociedad argentina en ningún aspecto. El psicoanálisis apunta a una clase social alta. Abarca problemas de clase”, agrega Pocho y profundiza: “lo que se planteó en el viaje fue ir a ver para quién nos estaban formando, de ahí en más traer la discusión a todas las facultades sobre cual debería ser nuestro rol como futuros psicólogos y actores sociales del país”. Básicamente, “fue planteado como una crítica al sistema educativo que hoy tenemos en la Universidad y para quién nos forman y de esta manera se va al Chaco a vivenciar y a ver como los medios de vida, o mejor dicho, las condiciones de vida determinan al sujeto”.
El diario La Región que también tomó el suceso como relevante, dice textualmente:

La visita de los estudiantes (a la provincia septentrional) no es casualidad, sino que justificaron la opción de viajar durante horas porque consideran a Chaco “una de las provincias más marginadas y ni hablar de los pueblos criollos y originarios”. Franco Roncarolo, comentó que la consideraron como “una de las más afectadas por la desnutriciones y enfermedades como la tuberculosis o mal de Chagas, lo cual tiene que ver con la calidad de vida que llevan”.

“Todas las enfermedades (tuberculosis, Chagas) que vimos en el Chaco están relacionadas con su hábitat, con su forma de vivir y sus condiciones de vida. Nadie quiere mostrar la realidad del Chaco, en eso están de acuerdo (el oficialismo y la oposición).”, ironiza Pocho.

Unión de campesinos
y estudiantes

La Unión Campesina del Chaco - agrupación que nuclea a los aborígenes de varias localidades chaqueñas desde 2001, para producir a modo de cooperativa, la que según el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), "es una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controladas"(Clarín)- es la que brindó el lugar a los muchachos, facilitó el acceso a las casas y a la gente para que pudieran acercarse y hablar. Los campesinos pobres del Chaco se organizan por sus reivindicaciones (cosechas de algodón, zapallo, etc.). “Esto es algo nuevo. Nunca hubo una organización de ese tipo, de campesinos pobres, de Tobas. A ellos siempre les cuesta mucho ir a la ruta por una cuestión de respeto, entre las cosas que vimos. Ellos son muy respetuosos con todo.”, advierte Pocho.
Una vez instalados en el terreno de Don Alesio, uno de los miembros de la cooperativa, se dividieron las actividades entre comisiones. “Estábamos divididos por grupos donde íbamos funcionando en las distintas actividades que se fueron realizando: hacer las encuestas o relevamientos, vivir la experiencia de la fábrica de ladrillos…”, explica Franco.
Mientras un grupo debía quedarse en el campamento a realizar las tareas básicas de mantenimiento o preparar las comidas para todos, el resto trabajaba afuera y una de las actividades fue experimentar las labores de una ladrillería bajo el sol.
Finalmente, la principal actividad consistió en recorrer casa por casa, realizar una serie de preguntas y analizar las condiciones de vida para tener un mapa general de las familias que allí habitan, cuales son sus necesidades y padecimientos, con el objetivo de que esta información detallada sea devuelta a sus habitantes como una herramienta más de lucha a la hora de reclamar, basándose en datos concretos, ya que ningún padrón oficial se dio a conocer hasta el día de hoy.
Hasta el año que viene..., el otro...y el otro...
El año pasado, Pampa del Indio. Este año, Pampa Argentina. Y el año que viene, si Dios quiere, Pampa del Infierno.
Esta iniciativa impulsada por el ALDE (Agrupación de Lucha por los Derechos de los Estudiantes) y a la que se suman todos más allá de su corriente política, es realizada cada año y se complementa a los trabajos barriales o G.T.B. (Grupo de Trabajo Barrial) que realizan periódicamente en Rosario.