sábado, 9 de octubre de 2010

Mirador de Libros. PURGATORIO, de Tomás Eloy Martínez.

Por María Angélica Scotti

REGAZO
Cada despertar nazco y lloro. Lloro, sí, como cuando nací por primera vez, desterrada del regazo materno hacia el frío ardiente de la luz y del aire.
Cada despertar renazco y lloro. ¿No será posible, pues, persistir en el regazo originario, adherida yo para siempre como un molusco a su valva? ¿No será posible, tampoco, aferrarse al regazo del sueño, tercamente, sin plazos ni apremios? Aunque no todos los sueños se muestran acogedores, pero son, al fin, un resguardo, a salvo de la intemperie de la vida, de sus crudas miserias, sus dolores, sus asiduos quebrantos.

Cada despertar nazco y lloro. Mañana –lo tengo así decidido- no volveré a nacer. Me acurrucaré en el recoveco más secreto del sueño para que no me encuentren. Oiré las voces, fastidiosas, repetidas: Margariiita, Margaritaaa. Y no asomaré ni una mano ni dejaré escapar el más tenue suspiro. No. No estoy. No soy más. Me he ido para siempre.Eso quiero que entiendan.Y, aunque voceen interminables veces mi nombre, no estaré más para responderles. No saldré del escondrijo del regazo.

Mañana ya no he de nacer, no volveré a esta fría y ardiente comarca de lágrimas.

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