martes, 8 de junio de 2010

Contradicciones en el papel

Por Bruno Javier Del Barro | 21 años
El presidente uruguayo José “Pepe” Mujica y su antecesor Tabaré Vázquez conforman el oficialismo de centro-izquierda (Frente Amplio) que durante ambas gestiones mantuvo firme su postura defendiendo a las papeleras, pero que en su época opositora, fue el partido político que más fervientemente se opuso a su instalación. Tanto que, cuando no tuvieron más eco en la ciudad uruguaya de Fray Bentos, fueron en busca de apoyo al otro lado del río, a Gualeguaychú, donde sembraron de una vez y para siempre el germen de la resistencia.
Argentinos se suman a los reclamos que ya venían realizando los uruguayos
Entre 1998 y 2001 el Frente Amplio criticó el marco jurídico que se le otorgó a las empresas para su instalación en Uruguay. En el 2003, cuando no tuvieron más eco en Fray Bentos, encontraron amplio apoyo en Gualeguaychú con una campaña de terror que pronosticaba el apocalipsis medioambiental.
El 4 de octubre de 2003 uruguayos y argentinos realizaron el primer acto conjunto sobre el puente internacional para oponerse a la construcción de las plantas.
En setiembre del 2006 en “Garra Charrúa”, página de uruguayos del Frente Amplio radicados en Argentina, escribió: “La famosa Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú, nació, en junio de 2003, cuando un grupo de uruguayos, llegaron a esa ciudad para informar de los proyectos que se harían en la región.”
En mayo de 2004 el Parlamento uruguayo ratificó el Tratado con Finlandia para proteger la inversión de Botnia en Fray Bentos con la firme oposición del Frente Amplio.
El F.A. votó nuevamente en contra en el Acuerdo de promoción y protección de inversiones con Finlandia. Fue suscripto por el entonces presidente Batlle en el 2002 y votado por el Parlamento en el 2004. Se lo consideraba imprescindible para darle seguridad a la inversión de Botnia, pero ninguno de la bancada del Frente Amplio votó a su favor.
“Lo otro que produce la destrucción del medio ambiente es (...) la producción de determinados elementos que el mundo desarrollado sabe que produce destrucción del medio ambiente y entonces para no destruir su medio ambiente y sabiendo de las necesidades de los países más pobres, con su gente empobrecida, nos traen acá inversiones en industrias que destruyen el medio ambiente que es nuestro, porque ellos no quieren destruir su medio ambiente”. (Tabaré Vázquez, junio del 2004 en Minas de Corrales).
Delia Villalba, ex edila del Frente Amplio, contó en diciembre del 2006: “En campaña Tabaré habló contra las multinacionales por el perjuicio que ocasionan al medio ambiente y a la salud de las personas. Cuando asumió giró 180 grados en su discurso. (...) Nos estaba traicionando con un doble discurso”. (“Papeleras y los conversos del Frente Amplio”, Eduardo Irigoyen)
Efectivamente, Vázquez antes de octubre del 2004 ya en plena campaña electoral y siendo que todas las estadísticas lo daban como favorito, dio lugar a la incertidumbre negándose a debatir en público sobre la construcción de plantas de celulosa. En noviembre ganó las elecciones presidenciales y finalmente luego de asumir el primero de marzo del 2005, anunció que la planta se construiría tal como estaba previsto.

El 30 de abril una multitud de argentinos y uruguayos estimada en 40.000 personas tomó el puente internacional. A partir de entonces se organizó la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú que comenzó a desarrollar una acción permanente y masiva de oposición a la instalación, que a partir del 23 de diciembre se realizó principalmente mediante el bloqueo de los puentes sobre el Río Uruguay.
El 5 de mayo de 2005, los presidentes uruguayo y argentino acordaban crear una comisión para resolver el conflicto; esta fracasaría más adelante.
Por su parte, Botnia finalizó la construcción y puso en marcha la planta el 10 de noviembre de 2007.
(Wikipedia)

Buen alumno

En diciembre de 1991, Lawrence Summers era el economista jefe del Banco Mundial. En esa capacidad, publicó un memorando directo al personal superior del Banco Mundial llamándolos a (…) estimular las áreas relativamente poco contaminadas del mundo para que, entre otras cosas, aceptaran una "redistribución" más justa de los residuos y de la contaminación del mundo industrial. Esto sería un gran progreso hacia la rectificación del "desequilibrio" tóxico actual.
"Siempre he pensado," escribió Summers, "que los países de baja densidad de población en África están infinitamente subcontaminados; que es probable que la calidad de su aire sea ineficientemente más baja (en contaminantes), en comparación con Los Ángeles o Ciudad de México." (Residuos tóxicos y el Nuevo Orden Mundial, Parte II, Mitchel Cohen).
El diez por ciento de la superficie cultivable de Uruguay está sembrada con árboles para la producción de celulosa.El monocultivo de eucaliptos desplazó la importante producción cerealera (trigo, cebada, lino, girasol) que llegó a ser uno de los principales rubros de exportación del país. La fiebre forestadora fue impulsada por el modelo neoliberal y de la mano de organismos como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Uruguay fue visualizado –entre otros países del tercer mundo– como un productor potencialmente importante de madera pulpable, y los gobiernos nacionales, a partir de 1988, siguieron al pie de la letra las recomendaciones de los organismos internacionales. En apenas 12 años el Estado uruguayo invirtió más de 500 millones de dólares en apoyo a la forestación, casi un 4% del Producto Bruto Interno (PBI) anual del país.
En tanto, las grandes empresas ejercen una doble presión: para que el Estado construya grandes obras de infraestructura y para que se construyan fábricas de celulosa para compensar la caída del precio de madera en bruto. Los principales forestadores son también los que instalarán grandes fábricas: Weyerhaeuser, de Estados Unidos, posee 130.000 hectáreas de monocultivo forestal, la finlandesa Botnia tiene 57.000 y la española Ence otras 50.000. (“Celulosa y forestación, dos caras de un modelo depredador”, Raul Zibechi)
Al asumir en marzo de 2005, el presidente de la República Tabaré Vázquez, designa a José Mujica ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca. Mujica en ese momento declaró la necesidad de poner límites a la forestación. Señaló que esta degrada los suelos y se mostró contrario a seguir beneficiando a las multinacionales forestadoras con generosos subsidios. Hoy como máxima autoridad, nada hizo para revertir la situación.

Contaminación,
forestación y progreso

La mayoría de la población uruguaya ve con optimismo la instalación de las plantas de celulosa, porque percibe que las mismas implican excelentes oportunidades de empleo y desarrollo industrial. La población uruguaya de Fray Bentos realizó una marcha masiva, en el que estaban presentes todos los sectores, apoyando la construcción de las plantas, bajo los lemas “en defensa del trabajo, el Uruguay productivo y la soberanía nacional”.
No obstante, estudios aseguran que los monocultivos forestales generan graves problemas al país: expulsa población rural, ya que ocupa el último lugar en cuanto a empleo por hectárea: apenas cuatro trabajadores cada mil hectáreas, frente a seis que ocupa la ganadería extensiva, ocho el arroz y, en el extremo opuesto, 133 trabajadores por cada mil hectáreas la horticultura, 165 la viticultura y 211 la avicultura. De hecho, la Asociación de Inspectores de Trabajo del Uruguay (AITU) realizó una investigación que demuestra que unos 6.000 trabajadores forestales viven en condiciones de semi esclavitud.
En cuanto al impacto de la forestación sobre los suelos, un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay) establece que luego de 25 años de forestación con eucaliptos los resultados son graves. El eucalipto extrae grandes cantidades de calcio del suelo, contribuyendo a un proceso que impide que el agua penetre en la tierra aumentando así la erosión. Otros resultados, según el estudio, son la disminución de la fertilidad, del contenido de materia orgánica, y cambios irreversibles en la textura y estructura de los suelos.
“Antes de tomar una decisión que nos parece grave y que puede implicar el envenenamiento del río y la reducción del poco humus que nos queda en la tierra, esto que va pudrir las aguas y secar las tierras, que es la experiencia triste que han dejado las fábricas de celulosa en Chile y Argentina, antes de tomar una decisión… piensen mucho lo que van a hacer.” (Eduardo Galeano)

Un estudio realizado en Chile demuestra que las regiones forestales son las que más se han empobrecido. Entre 1994 y 1998 algunas zonas con alto impacto de la forestación han registrado un crecimiento de la pobreza y la indigencia hasta en un 29%. Chile, con más de dos millones de hectáreas forestadas, ha sido definido como el “modelo forestal” a seguir. Sin embargo, el estudio revela que los municipios donde el aumento de la pobreza ha sido mayor son aquellos en los que además de cultivos forestales hay plantas de celulosa y papel, como la Comuna de Constitución y la Comuna de Nacimiento, en el sur del país.
Pese a las evidencias, la Dirección de Medio Ambiente de Uruguay aprobó la instalación de Botnia. El ex presidente Vázquez ha aceptado reunirse con ejecutivos de Botnia pero nunca lo hizo con ambientalistas y movimientos sociales que se oponen a las fábricas. Éste es uno de los puntos clave, que muestra que los gobiernos de centro-izquierda de la región no tienen el menor interés en dar pasos serios para abandonar el modelo neoliberal. (Celulosa y forestación, dos caras de un modelo depredador, Raul Zibechi).

1 comentario:

Unknown dijo...

Insisto, el objetivo que tienen que lograr es el control por parte de la Asamblea de la contaminacion ambiental, que debe hacer en las bocas y antes de su disolución, de los efluentes y emisiones.- julio c zibell