viernes, 6 de noviembre de 2009

Jus Communications. Just Business.

Por Bruno Javier Del Barro | 21 años

Los teólogos de la Iglesia del siglo dieciséis justificaban la toma de América en nombre del derecho a la comunicación.
Los conquistadores les informaban a los nativos todo lo que debían saber sobre la situación particular y qué pasaría desde entonces. No a todos les llegaban las noticias y tampoco les era sencillo comprender ese extraño lenguaje, pero eso era la comunicación oficialmente, saber escuchar y cuando no lo hacían, la guerra tenía razón de ser para los invasores.
“La prensa diaria muere” titula la edición de papel de Le Monde Diplomatic de España que tengo en mis manos. “Decenas de diarios están en quiebra: El país de España, Le Monde en Francia, The Times y The Independent en el Reino Unido, Corriere Della Sera y La Repubblica en Italia, etc.” Todos ellos acumulan fuertes pérdidas económicas, derrumbe de difusión y hundimiento de publicidad.
Rupert Murdock, el magnate norteamericano dueño de News Corp, el poderoso grupo multimedia, pronostica que en el próximo decenio absolutamente todos los diarios dejarán de existir…
Un factor crucial es la crisis económica global dice el Le monde Diplomatic, pero que sólo vino a acrecentar los “males estructurales del sector”: mercantilización de la información, adicción a la publicidad, pérdida de la credibilidad, bajón de suscriptores, competencia de la prensa gratuita, envejecimiento de los lectores…
El diario español hace un paréntesis para señalar las “reformas democráticas emprendidas por algunos gobiernos” en América Latina (Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela) contra los “latifundios mediáticos” de grupos privados en situaciones de monopolio. Lo cual desencadena, contra esos Gobiernos y sus Presidentes, una sarta de calumnias difundidas por los despechados medios de comunicación dominantes y sus cómplices habituales.”
El desplome de la credibilidad:
“La obsesión actual de los diarios por la inmediatez les lleva a multiplicar los errores. La demagógica solicitud al “lector periodista” para que cuelguen en la web del periódico su blog, sus fotos o sus videos, incrementa el riesgo de difundir engaños. Y adoptar la defensa de la estrategia de la empresa como línea editorial (cosa que hacen hoy los diarios dominantes) conduce a imponer una lectura subjetiva, arbitraria y partidaria de la información.”
Hoy en tiempos tan liberales, los romances prohibidos -y por eso tentadores-, pagan las consecuencias a la largo plazo.
El oficinista se enamora de la secretaria. Gran error. No es benéfico mezclar las cosas diremos, por más que nadie lo prohíba. De la misma manera, la industria de la comunicación se involucra sentimentalmente -como la globalización lo permite- a otros negocios de índole exclusivamente comercial y política, a esa presión casi atmosférica del ámbito del gran comerciante que incita a continuar invirtiendo y a expandir los mercados, a distribuir compañías por un país, a la compra acciones, a invertir en el campo, etc. Así como se puede mezclar el amor con el trabajo, otros asocian la verdad con el amor a los negocios y a las ganancias.
¿Qué tiene esto de malo?Va a resultar imposible ser objetivo en muchos aspectos. Para empezar, los canales informativos deberán competir como cualquier otro, y la primicia no es suficiente. La noticia debe ser revestida y seleccionada sólo para que más gente la vea.
El otro punto está demostrado en los hechos.
Qué sucede cuando la realidad de un país afecta directamente los intereses monopólicos de los medios. En Argentina, por ejemplo, pasó que hace un tiempo, con ayuda de los medios de comunicación, de a poco fueron demonizando a aquel negro piquetero, logrando convencer a la clase media de que estos pertenecían a una raza de gente alérgica al trabajo, gustosos de hacerles la vida imposible al resto de los ciudadanos. Frecuente era escuchar a un amigo o a un familiar, viejo y con auto -por sobre todo- puteando por todos los vagos que cortaban las calles y las rutas todos los días pidiendo boludeces.
Con el quilombo del campo, si bien pudo haber afectado a los pobres, el hecho es que no sólo afectó a los pobres sino también a un enorme sector inversor y acaudalado; de no ser así la historia hubiera seguido siendo la misma. Pero no, ellos también serían “tocados” por la iniciativa y de un día para el otro, los piqueteros se convirtieron en símbolo de patriotismo y resistencia en las rutas de todo el país.
Las campañas partidarias se hicieron populares en diversos ámbitos y el país se dividió en dos, aunque por otro lado comenzó a llamar la atención como supuestos medios independientes de comunicación se les comenzó a ver la camiseta debajo del saco.
Y de ese saco, comenzaron a caer tarjetas de presentación de diferentes empresas, todas del mismo dueño.
Así fue como empezamos a preguntarnos: ¿qué otras cosas estarán bajo su control?
Empezamos a atar cabos y descubrimos que media Argentina estaba en manos de unos pocos señores.
Al parecer en los canales de noticias no había oficio de periodista sino alma de comerciante y la habría siempre y cuando halla un buen negocio a la vista. Y un buen negocio a la vista también puede significar convencer al público de tal o cual cosa. Los televidentes serían asimismo los consumidores, no sólo de noticias sino además de todo lo que provenga de las diversas firmas. Así que cuando salgan de sus casas y dejen a un lado los diarios y los noticieros, irán al centro a hacer compras, sin saber que continúan comprando un producto del mismo fabricante.
La última revolución sexual del capitalismo permitió una orgía corporativa, poniendo en jaque los intereses de la gente que sólo pretende ser informada, indiferentes ante el hecho de que también deben consumir esa información como si fuera una jugosa hamburguesa.
¿Pero qué pasa cuando ocurre el terremoto, y un socio decide transformarse en competidor? Se raja la tierra.
El Estado, antiguo aliado, ya no desea compartir el rédito. Más bien pretende quedarse con todo. La guerra apenas comienza y se libra en diversas batallas.
Los multimedios nacionales que durante décadas apoyaron y apenas dieron a conocer la novedad de privatizaciones que destruyeron por dentro al país, por vez primera, se los ve preocupados por el futuro de la Argentina, o, mejor dicho, se los ve aterrados por su propio destino y el pánico y la incertidumbre de un futuro cercano con menos poder.
Nos pondremos de un lado o del otro, pero sólo somos las víctimas que dejará una lucha entre gigantes que poco le importa complacer al pueblo excepto cuando atañe nuestra decisión. Al final de la tormenta, la gente no sacará ningún provecho, gane quien gane la partida, y la comunicación continuará siendo, más bien, un monólogo de quienes hablan y hablan pero nunca escuchan.
“Ahora, está resultando cada día más evidente que la comunicación manipulada por un puñado de gigantes puede llegar a ser tan totalitaria como la comunicación monopolizada por el estado” (Eduardo Galeano, 1997)
Nosotros del otro lado -mucho para decir poco espacio real para opinar-, seguiremos prestándole atención a los aparatos de comunicación unidireccionales. Porque cuando el televisor habla, nosotros escuchamos, y si en la mesa alguien lo interrumpe, todos le decimos, precisamente: “ssshh, que estoy escuchando.”

No hay comentarios: