miércoles, 19 de agosto de 2009

7º Muestra BAFICI Rosario

Por Silvana Depetris
Por séptimo año consecutivo, organizado por Calanda Producciones, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el Centro Cultural Parque España (CCPE/AECID) y el Ministerio de Cultura e Innovación de la Provincia de Santa Fe, se realizó el BAFICI Rosario, la muestra del 11º Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente.

Las proyecciones tendrán lugar en el túnel 4 del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río) y en la renovada Sala Lavarden (Sarmiento y Mendoza).
Entre los destacados títulos nacionales se encuentran “Castro” de Alejo Moguillansky, única película del festival que obtuvo dos premios: Mejor Película y Mejor Fotografía en Competencia Nacional. Además, del director de “El hombre robado” (BAFICI 2007) llega la elogiada segunda película de Matías Piñeiro, “Todos Mienten”, que obtuvo una Mención Especial del Jurado en Competencia Internacional.
Por otra parte, se presentarán las películas “Rosa Patria”, de Santiago Loza, que recorre al mítico Néstor Perlongher y su literatura; la polémica “Iraquí Short Films”, del realizador Mauro Andrizzi; y desde el conurbano bonaerense la nueva película grunge de Raúl Perrone, “Bonus Track”. Asimismo, Juan Baldana en “Soy Huao” es el primer blanco en hacer contacto con la comunidad Huaroni en las selvas amazónicas.
En el plano Internacional nos encontramos con tres títulos del gran director chileno Raúl Ruiz: “Litoral, cuentos del mar”, “La recta provincia” y la imperdible “Diálogos de exiliados”. Se destacan también films como la colombiana ‘Bagatela’ fue la Mejor Película en Competencia de DDHH de Jorge Caballero; y ‘Elevator’ del rumano George Dorobantu. Mexico estará presente con ‘Los herederos’ de Eugenio Polgovsky, una de las destacadas de la sección más política del BAFICI, La Tierra Tiembla y una espléndida sección de 5 cortos y un largometraje de la reconocida cineasta letona Laila Pakálnina. La retrospectiva de Bettina Perut e Iván Osnovikoff es otro de los platos fuertes de esta carta internacional que tiene servida sobre la mesa la 7º Muestra Itinerante Bafici Rosario.

SOBRE LAS PELICULAS
Bonus Track y 180 grados –también presente en esta edición– forman parte de lo que Perrone se anima a llamar una "nueva trilogía", cuya tercera pata está aún en proceso. Las películas pueden verse de manera independiente, aunque ciertamente tienen puntos de contacto. Casi quince años pasaron desde Labios de churrasco, pero los personajes de Perrone no han envejecido: siguen siendo adolescentes, jóvenes. Lo que ha cambiado ha sido el ambiente y las marcas culturales. Del videoclub y el fulbito pasamos a la PC y el mundo skater, y el rock suburbano de los primeros films vira a una música menos nítida, más ambiental. En estos años, además, el estilo Perrone se ha asordinado: ya no importa tanto lo que los personajes dicen o hacen, como el ruido que hacen al hablar o la sombra de sus movimientos. En Bonus Track, los protagonistas tienen un lugar de reunión secreto que funciona como código de iniciación: un viejo cine abandonado y convertido en pista donde practican –no muy bien– sus saltos, despreocupados del efecto nostálgico que el espacio tendrá en los espectadores de esta película y en el propio realizador.
Por otro lado Todos Mienten, traza la historia de un grupo de chicos y chicas de veintipico se instala en una casaquinta que parece completamente aislada de la civilización. Una de ellas escribe una novela mientras los otros intentan convertirse en una banda que prepara un robo; algunos se enamoran, o parecen, o creen, o dicen enamorarse. Pero esas dos, tres, diez líneas narrativas se desdoblan a partir de lo que los personajes esconden o simplemente desconocen, y es así que la escritura de la novela y la formación de la banda se conectan, y que el pasado de dos de ellos los une al de la casa y al de quienes quizás sean los dos enemigos acérrimos de la historia argentina del siglo XIX… Con un sentido del humor y del juego que es el de los personajes y el de la película al mismo tiempo, Todos mienten superpone las tramas como si fuera un tapiz del que Matías Piñeiro va ocultando siempre alguna parte para luego revelarla y cambiar el sentido, a través de un complot de especialistas en la simulación que, a la vez, le pide al espectador que se sume como cómplice. Brillante, plena de vitalidad, con una depuración y economía del lenguaje cinematográfico extraordinarios que hacen del plano secuencia como sistema no una cárcel sino el resultado de una necesidad, Todos mienten es el puro goce del cine.
Otro esperado estreno es Castro. ¿Por qué todos buscan a Castro? No lo sabemos, pero tras él van Samuel, Willie, Rebeca Thompson y a cierta distancia, Acuña. Lo cierto es que Castro se fue de la Capital con Celia, y sólo huye, y cree que si consigue trabajo eso dañará el amor. Castro (el personaje) tiene algo arltiano, aunque sea más rápido para las fugas que para los inventos y piense en cómo sobrevivir sin que lo ahoguen. Castro (la película) es una película sobre la velocidad del cine y por eso hace de la persecución y el encierro dos de sus gozosas constantes y va regando pistas –da igual si falsas o verdaderas– que obligan al espectador a adoptar esa velocidad a riesgo de quedarse demasiado atrás; como en esa persecución de cuatro autos o el desopilante seguimiento callejero donde los perseguidores se hacen señas abriendo sus paraguas, en una coreografía brillante y desaforada, dos escenas que alcanzarían para mostrar el talento de un cineasta. Con el timing perfectamente sincronizado de la comedia slapstick, con un uso del habla y del secreto narrativo muy propios del policial negro o del melodrama policial, en su primera película en solitario Alejo Moguillansky ofrece una película totalmente nueva.
Sin dudas la producción chilena Dialogo de exiliados será una de las más esperadas. Siendo más una inversión libre que una versión libre del texto homónimo de Bertolt Brecht, Diálogos de exiliados despliega una mirada irónica sobre los chilenos en París, poco después del golpe militar de Pinochet a Salvador Allende. Así, Ruiz erosiona hasta derrumbar todas las pequeñas formas de la supervivencia, la recolección de fondos, el aprendizaje de las reglas, el pedido de ayuda a grupos de la izquierda humanista internacional, con un sentido del humor refinadísimo. No hay nostalgia aunque sus personajes estén encerrados, aunque siempre hablen de Chile y bailen cuecas y reproduzcan los modismos de un uso del habla que Ruiz convirtió en centro de su filmografía arborescente, tanto como sus diálogos y situaciones circulares de desenlace incierto, en una forma del juego tomado con total seriedad, un "juego de la oca" que al terminar recomienza, hasta demostrar que la paradoja es el gran absurdo filosófico. Sin orillar jamás la gravedad del exilio que tantos films y dividendos permitió a quienes lo volvieron profesión, Diálogos… es una película que gana su batalla a la distancia, acalladas las críticas feroces de las buenas conciencias de su tiempo. Además del ojo y oído únicos de Ruiz para ver actores donde nadie los vería, y de un notable Daniel Gélin, Edgardo Cozarinsky compone a un argentino de esos expertos en nada que pueblan su cine, y que aquí, precisamente, explica cómo adaptarse a la sociedad francesa, justo él, el inventor de la palabra expatriado.

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