sábado, 16 de mayo de 2009

Soluciones. No leyes

Por | Bruno Javier Del Barro | 20 años

Es difícil encontrar organismos gubernamentales, creados para administrar aspectos de una sociedad y combatir contra aquello que lo impide y le concierne, que no haya sido el detonante o incubador de esos mismos inconvenientes.

Si oportunamente fueron creadas las Fuerzas Armadas para proteger un territorio y preservar la paz, es también sus mismos habitantes los primeros en padecerlas, en ser violentados y fragmentados por la autoridad armamentista, en alguna circunstancia histórica del país.
Si un gobierno fue creado para perpetuar nuestro bienestar, inmediatamente es el primer culpable de nuestras penurias.
Si una fuerza de seguridad tiene la responsabilidad de mantener la armonía y la cordialidad, automáticamente se extiende el abuso, el miedo y la corrupción.
Una necesidad se generaliza, a su vez aumentan los entendidos y su capacidad de satisfacción, pero a medida que se institucionaliza para poder ser gestionada, esta pasa a tener, como prioridad, fines económicos, y el servicio público eventualmente es ligado a empresas privadas y concesiones. Su eficiencia, a partir de entonces, disminuye de manera constante.
En la historia, no es frecuente encontrar personajes destacados, los bienintencionados, los afables y justos, verdaderos intelectuales que trascendieron las fronteras de lo corpóreo, -si es que llegaron a distinguirse en vida, lo tradicional es que sea póstumo- en puestos jerárquicos ni mucho menos; hay una inclinación más bien artística en estos hombres y mujeres, humanitaria, próxima a su alrededor, a sus iguales, -ni hablar de su posible anonimato, falta de recursos o pobreza, que es muy común-, y no es tanta la tendencia a ocupaciones doctrinarias y separatistas, a pesar de que, en teoría, es desde donde se concretan los verdaderos cambios en una sociedad.
Ciertamente, lo que remite a normativas, legislación, administración, nunca correspondió, como debería suponerse, a grandes hombres arrojados y desinteresados, a altruistas innatos; recayó, en contraste, sobre anhelos de poder.
Ejemplo. Digamos que por un lado, se encuentra un hombre con la facilidad de proveerse de alimentos, y simplemente los comparte.
Por otro, otro hombre con las mismas facultades, pero con la intención de sacarle provecho en contra de su comunidad.
Luego alguien dijo que era necesaria una regulación. Pero quien tuvo la gran idea, y ya se había anticipado a una forma de organización, fue el segundo hombre, quien, por decisión suya o colectiva, toma esta responsabilidad.
El primer hombre consideró incomprensible la situación que se planteaba, y por supuesto no quiso participar, pues no se consideró capaz de cargar con semejante compromiso y tampoco creyó que alguien pudiera. Tuvo ojo para observar los deseos de aquel sujeto: su primer objetivo fue comerciar con el excedente de elementos provenientes de la naturaleza que obtenía con una destreza superior a sus vecinos. Ahora no sólo se posesionaba de lo suyo, sino que gestionaba lo que era de todos.
Cualquier forma de organización no instintiva, representa, antes que nada, poder, y supuestamente jurisdicción en una o un grupo de personas, que si se estudian sus requerimientos, se observará su calidad de inalcanzables y utópicos. Esto no es actual, desde tiempos remotos y por siglos el poder estuvo arbitrariamente en manos de familias ricas desentendidas de su pueblo; la injusticia era más que evidente, y con el tiempo sólo se observó un progreso en el encubrimiento de sus intenciones.
La supuesta diferencia entre una democracia y una aristocracia, es que la primera elige a sus delegados, y la segunda corresponde a un grupo de la elite con supremacía. Eso es extraño, porque en una democracia moderna no hay posibilidades de que un candidato tenga la forma, en un primer lugar, de serlo y de ser votado, sin pertenecer a un sector privilegiado de la sociedad. Lo que es prácticamente lo mismo, es optar, al fin y al cabo, quienes de esa elite van a gobernarnos.

“Las instituciones trascienden las voluntades individuales al identificarse con la imposición forzosa de un propósito en teoría considerado como un bien social. Su mecanismo de funcionamiento varía ampliamente en cada caso, aunque se destaca la elaboración de numerosas reglas, comúnmente inflexibles.” (Wikipedia).
Se podría llegar a comprender que una ley corresponde a una restricción, con un castigo único e inmediato al transgresor. De esta forma, se eluden los aspectos inherentes de la falta: los elementos previos y complejos que condujeron a realizarla, que podrían favorecer a una investigación para erradicarlas definitivamente. Por el contrario, la ingenuidad y la insensatez tienen solo presente evitar la infracción a través de un único método, el miedo. El miedo al castigo.
Una ley no es una toma de consciencia.
Las leyes no son parte de un sistema o forma de gobierno avanzado del hombre, es al revés, demuestra su retraso al no comprender, ni querer comprender, un estado o comportamiento del hombre, negándolo, rechazándolo, prohibiéndolo. Asegurando de alguna manera, su perpetuación, pues el ser racional no entiende por limitación, sino por concientización.
El orden, por último –y esto explica muchas cosas-, no se lo ve en el afán de educar a su gente -más haya de lo que implica el adiestramiento de las masas para su propia subsistencia y continuidad. No está en su agenda ni en sus pretensiones encontrarse con sociedades mentalmente críticas y reflexivas, porque, acabáramos, saldría a la luz una innumerable lista de errores, más graves que los que quieren evitar, innatos de nuestras instituciones que mantienen todo como está.
En conclusión, una ley solo debe permitirse ser un recurso provisorio hasta aclarar menesteres educativos.
“No leyes, soluciones. Leyes hechas por los hombres son los intentos para hacer frente a los problemas que ocurren y no saber como resolverlos. Entonces, se crea una ley.”
“El patriotismo, las armas, los ejércitos, la marina… todos son signos de que aún no somos civilizados.” (Jacque Fresco, ingeniero social-diseñador industrial).

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