Por Carlos E. Galli
En medio de la debacle financiera global que produjo el fundamentalismo de mercado en las economías del mundo, las voces mas atinadas que se escuchan desde distintas latitudes coinciden en “que hay que rediseñar el futuro”. Esa mirada hacia delante plagada de complejidades no admite retrocesos a fórmulas, que aún hoy disimuladas, han generado tamaña crisis.
Volver al modelo capitalista, última versión, por lo que se ve y escucha, es ya inviable. Ahora resulta que el Estado es necesario, que debe arbitrar e intervenir en las decisiones económicas, es lo que circula por boca de más uno que abrazaba las banderas de la desregulación salvaje. Sorprende y genera dudas. Hoy, los estados deben salir en auxilio de quienes lo vilipendiaron y saquearon. Por aquí, nos sobran muestras: pasadas, recientes y una minoría “selecta” se empeña en sostener el formato hacia el futuro.
En pleno derrumbe, los vaticinios nos son para nada auspiciosos, en cuanto a la durabilidad y salida de esta crisis, ni cuáles son a ciencia cierta, las políticas que corresponde implementar. Sí, es notoria la preocupación de los gobiernos por hallarle un principio de solución que demandará tiempo y esfuerzo. Los analistas también coinciden, que nuestra región se verá afectada- ya se ven sus primeras consecuencias-pero que está en mejores condiciones de afrontar el desafío que tiempo atrás.
Este escenario requiere la madurez necesaria para debatir y elaborar proyectos que tiendan a morigerar los efectos por un lado del derrumbe mundial y por el otro, atender un frente interno complejo y plagado de contradicciones.
Las próximas elecciones podrían servir como disparador para que nuestros gobernantes expongan sus proyectos y propuestas- con los disensos del caso-, para generar un debate serio alrededor de las cuestiones fundamentales que nos aquejan, y que, de seguir siendo tratadas con liviandad, complicarán la salida de la crisis y se agravarían sus consecuencias. Es decir, un urdido de la trama política bien diferente a lo que se percibe. Una de las premisas que se requiere en estos casos es la confiabilidad entre sociedad y gobierno para que la acción conjunta dentro de la pluralidad de ideas, profundice la democracia y la calidad de sus instituciones, como así también medidas tendientes a acortar la enorme brecha que separa a ricos de pobres, con una distribución de la riqueza más justa.
Pero por estos días se ve poco de lo deseado. La agenda política parecen marcarla desde la pantalla chica, los grandes pooles mediáticos que producen una realidad cotidiana densa y belicosa en aras de melonear a las personas de que todo está muy mal, y entonces ponen en escena a más de un o una impresentable, que obrarían como los salvadores de la patria. Constituidos como poder en si mismo los medios juegan su partido y es burdo y evidente a qué modelo de país aspiran. Las primeras planas instalan temas siempre dentro de una lógica: la manipulaciónde conciencias, ejemplo, los recientes del conflicto del campo, la violencia, la inseguridad, el desprestigio grosero hacia el gobierno- más allá de sus gruesos errores cometidos- y vale redundar, desfilan por sus estudios opinólogos de escasa ralea, muchos responsables de la gran inequidad existente pero como soldados del modelo que agonizó, le tiran bocanadas de bosta para revivirlo.
Una cobertura desmedida para una minoría que pide la “pena muerte”, alentada por los referentes de la farándula, Susana, Marcelo y compañía, y pocas cámaras el 24 de marzo fecha en que buena parte de la sociedad repudió en todo el país el aniversario 33 de la última dictadura militar y que en nuestra ciudad tuvo una de las mayores concurrencias de los últimos años.
Los grandes temas a resolver, no figuran en el calendario mediático, por eso es fundamental -obvio, otro tema de vital importancia bien ocultado-, es el debate sobre la nueva Ley de Radiodifusión – aún pervive la de la dictadura- que propicia una amplia democratización de su uso, y en la que se juega buena parte del futuro como sociedad, aunque parezca exagerado. Será un parámetro más de que tipo de país construiremos para el futuro.
Días agitados éstos, habrá que estar atentos y saber leer la multiplicidad de mensajes que nos atraviesan y saber decodificarlos, en el fino fondo del fondo siempre se dirime poder, un poder que representa ideas y concepciones, unas bien definidas se empeñan en conservar, otra más difusas en medio del cambalache propician otro futuro. La pugna recién empieza.
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