
El ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eugenio Raúl Zaffaroni estuvo en Rosario, invitado por el Sindicato de Prensa y brindó una charla sobre “Seguridad y Medios de Comunicación” en la que expuso su mirada sobre la construcción de la realidad y el discurso mediático.
“Hay fenómenos que son mundiales y creo que un error frecuente es creer que esos fenómenos son exclusivamente nuestros”, comenzó diciendo el magistrado, y luego explicó: “Vamos a abordar tres niveles, uno es el nivel de la realidad, otro es su proyección y el último es el uso político que puede darse de esa proyección. Estos tres niveles independientes, pero que guardan relación entre sí”.
“El delito es una abstracción que hacemos los analistas del derecho para establecer categorías, pero en la realidad lo que existen son conflictos. Hoy día tenemos múltiples conflictos sociales, algunos de los cuales se criminalizan. Los delitos no están generalmente vinculados a lo social, ya que está probado que el delito permea todos los sectores sociales. Lo cierto es que de toda esta realidad conflictiva, algunos conflictos se definen por la ley como delitos y si pretendemos hacer prevención, lo primero que tenemos que hacer es conocer, para ello, además de las estadísticas policiales, se realizan encuestas de victimización, debido a que los números que arrojan las fuentes policiales están sujetos a la realización o no de la denuncia. Estos datos hacen a la realidad de la conflictividad”, indicó Zaffaroni.
“En segunda instancia está la construcción social de la realidad respecto a estos datos extraídos de ésta realidad conflictiva. En la comunicación se privilegia determinadas clases de víctimas y determinadas clases de delitos. Hay un espacio que queda en blanco, hay delitos que no son parte de la construcción de la realidad. El grado de proyección que pueden tener estos delitos y las consecuencias que pueden tener estas proyecciones se mide en horas o minutos de televisión o metros cuadrados de comunicación gráfica”, dijo el ministro de la Corte Suprema de Justicia, a la vez que consideró que “la sensación no se altera por lo que pueden ser medios especializados en éste tipo de comunicación, siempre ha habido algún medio especializado en comunicar hechos sangrientos que despiertan cierto grado de curiosidad o morosidad, estos tienen un público cautivo, como cualquier otro medio especializado y eso no altera la sensación. Lo que sí altera es la variable en el tratamiento que se da en los órganos de comunicación no especializados, entonces cuando la noticia pasa de la página 20 a la 1 o directamente a la primera plana, cuando se va aumentando la superficie destinada a cierto tipo de noticias, es ahí donde de alguna manera se va creando una construcción de una realidad que puede generar una sensación de inseguridad, que corresponde o no a la realidad según instancias y coyunturas”.
Asimismo, indicó que “esta llamada de atención sobre determinados delitos y no sobre otros, está más o menos favorecida según los empresarios morales” y explicó: “Se llama empresario moral a aquel que llama la atención acerca de un hecho y partir de allí comienza una campaña de alarma social. Obviamente los medios periodísticos son empresas, entonces detrás de esto hay un interés, la obtención de rating que se traduce en publicidad”.
Según Zaffaroni, a partir de las experiencias notorias de comunicadores de Estados Unidos, que se han transferido a nuestro país, las cuales datan que la victimización de la víctima de un hecho violento genera un interés público bastante alto y en consecuencia eso es lo que en los últimos años sucede. “Estoy hablando de los años después de la dictadura militar, porque la dictadura no puede permitirse que se muestre la sensación de inseguridad pública, de modo que en ese momento el control de los medios era tal que pareciere que se había terminado la inseguridad. No era que había cambiado la realidad, sino que en la construcción social que se hacía no se mostraban determinadas cosas. Esto ha venido pasando desde el año 84 hasta ahora en diferentes medidas y no es más que la réplica de toda una práctica de la comunicación social en los Estados Unidos”, dijo el magistrado, para luego recordar: “En el año 85 un servicio de noticias de Canal 9 iba todos los días a interrogatorios con las víctimas y le preguntaban por ejemplo a una víctima de violación si creía en el amor y cosas de esa naturaleza. Ese discurso era un discurso difícil de desarmar porque impactaba directamente sobre lo emocional, no pasaba por lo racional, entonces naturalmente si le preguntan a la víctima qué siente, en ese momento quiere matar a todos. En ésta coyuntura, identificarse con la víctima resulta un movimiento casi natural, explota lo emocional y genera lo que la comunicación televisiva, la caja boba, necesita. Es decir, algo que no haga pensar, transformándose casi en ideales para éste tipo de medios de comunicación”.
Más adentrado en su charla, el ministro fue más detallista sobre la construcción social que realizan los medios e indicó: “A veces se entra en algunas técnicas más especiales como lo es la novelación. Muchas veces se toma un caso y se lo empieza a novelar, invadiendo la privacidad de las víctimas y victimarios, y es como una novela en serie que se va siguiendo día a día. Aquí hay que tener cuidado porque los casos de novelación afectan el comportamiento de los propios protagonistas de la investigación, ya que no precedemos todos de la misma manera cuando nos están grabando o no. Otra de las técnicas es la que últimamente en criminología llamamos la construcción de la víctima-héroe. Se toma a una víctima, esta víctima presenta ciertas características particulares, las cuales permiten la identificación de varias capas sociales, entonces se eleva a esa víctima a héroe, es el centro de la comunicación durante semanas y meses, la víctima reacciona como víctima, se muestra el dolor de la persona y nadie se anima a responder a esa persona victimizadas y dolorida, por supuesto, porque responder a ello se considera crueldad y falta de respeto al dolor de la víctima, adquiriendo así cierta impunidad para decir lo que quieren”. Sin embargo, Zaffaroni alertó sobre este procedimiento mediático, debido a que “construir una víctima-héroe es enfermar a la persona, porque toda víctima después de una pérdida tiene una primera etapa de extrañar a quien perdió, una segunda instancia de auto culpación, es decir, si yo hubiera, si no hubiera, etc., de ahí que trata de poner afuera esa culpa y luego con el paso del tiempo va razonando y admitiendo la pérdida, y elaborando el duelo. Al fijar el rol de víctima héroe en el momento de poner fuera la culpa se interrumpe el proceso de elaboración del duelo, generando una situación patológica”.
Luego, el magistrado indicó que “todo esto sin dudas genera un sentimiento de inseguridad, una alarma pública, pero la comunicación social es una construcción de la realidad a través de noticias, aunque también se entremezcla con la comunicación de entretenimiento y en nuestra época está dominada por series vinculadas al delito y fundamentalmente al delito violento. En definitiva, el discurso que aumenta el nivel de inseguridad, por regla general, es un discurso que va acompañado por una publicidad de impunidad y esto genera más violencia”.
“Por otra parte, la creación de un clima cuasi caótico, habilita a que se produzcan otros delitos, como por ejemplo que alguien piense mato a mi amante total van a creer que fue alguien que la mato para entrar a robar. También esta sensación general lo que Hanna Arent llamaba la “banalización del mal”, total el homicidio puede cometerlo cualquiera, la violencia es corriente en la sociedad. Como si fuera poco, a medida de que se genera miedo, temor, se potencia la portación de armas en los hogares y es sabido que la tenencia de armas en las casas potencia cualquier conflicto intragrupal. A veces la comunicación se pasa, y se pasa de ser multiplicador de violencia. Es así como la comunicación se convierte en un elemento de carácter encubridor”, concluyó el ministro de la Corte Suprema de Justicia, quien también atendió a los medios en rueda de prensa para puntualizar algunas cuestiones.
- ¿Esta situación no la ven los gobiernos?
- Sí, la ven pero se encuentran impotentes. El que va en contra del discurso único de medios pierde votos. El que se monta sobre el discurso único de medios, los gana.
- ¿Esta situación es un efecto de la concentración de medios?
- A veces creo que es un efecto de coincidencias, de disputa de rating. Quien logra mostrar más y mejor el dolor de la víctima, quien logra que se solidarice más el destinatario con la víctima es el que tiene más rating. Y quizás es una competencia entonces.
- Teniendo en cuenta el debate por la nueva Ley de Radiodifusión, ¿tendría que plantearse algún tipo de control, en relación a la construcción de la realidad?
- No estoy de cuerdo con ningún tipo de control. Todo control sobre los medios al final resulta peor la enmienda que el soneto. Lo único que veo es un grave riesgo y es que si no hay una vuelta ética autolimitadora de los medios, va a llegar un momento en el que se van a sobregirar tanto que van a legitimar censura. Ese es el riesgo, ese es el peligro. Por eso creo que es de máxima importancia perfeccionar los códigos de ética periodística.
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