martes, 18 de noviembre de 2008

Por las arterias de la Nación hasta la próxima estación

Por | Silvana Depetris

El cineasta, ex candidato a presidente y ex diputado, Fernando "Pino" Solanas, llegó a Rosario para presentar su última película de corte documental titulada "La Próxima Estación", en la cual, el referente del espacio político Proyecto Sur, denuncia el desmantelamiento de los ferrocarriles.
Además, Pino no sólo reflexiona sobre el deterioro que ha sufrido el sistema ferroviario en manos privadas y las consecuencias económicas, sociales y culturales que vivimos en la actualidad, sino que también afirma la necesidad y la posibilidad concreta para volver a restaurar los ferrocarriles cuyo objetivo no es el lucro sino cumplir un servicio público.

Por otra parte, el creador de “La hora de los hornos” también encontró en su sitio web un espacio para comunicarse con la sociedad y explicar refinadamente algunos puntos álgidos de “La última estación”. Allí, por medio de una carta a los espectadores, como tiene por costumbre Pino denominarlo, dice: “A comienzos de los años 90, las empresas del Estado se privatizaron con la promesa de modernizar sus servicios y brindar mejor atención: los trenes interurbanos fueron suprimidos; miles de pueblos quedaron aislados y un millón de habitantes emigró hacia las capitales. El maltrato al pasajero se hizo norma. Los robos y accidentes se multiplicaron. Al suprimir el 80 por ciento de los trenes, el transporte de cargas y pasajeros pasó al automotor. Las carreteras quedaron saturadas y los accidentes fueron en aumento: sólo en el 2007 la guerra del automotor provocó más de 8 mil muertos y miles de heridos. La confusión sobre lo público y lo privado sigue vigente. Los trenes se privatizaron porque daban pérdidas, pero los servicios públicos ¿están para dar ganancias o para servir a la comunidad? ¿Acaso deben dar renta las escuelas o los hospitales públicos? Si los ferrocarriles perdían 1 millón de dólares por día, hoy cuestan 3 millones diarios pero sólo funciona el 20 por ciento de los trenes que teníamos antes”.
Apasionado, y festejando los 40 años de aquella película que vino a revolucionar y a plantear otro modo de hacer cine en Latinoamérica, Pino sigue creyendo en que un país mejor puede ser realidad… y sueña en voz alta con pasajes poéticos: “Los trenes volverán, como vuelven los días, los meses, las estaciones… Los trenes volverán, para seguir uniendo pueblos, regiones y ciudades… Los trenes volverán, como van y vuelven, los pasajeros, las cargas y mensajes… Los trenes volverán, simplemente, por el placer de viajar: como el agua, la luz o el amor, no es posible vivir sin ellos”.
- ¿Qué nos viene a contar Pino en esta película?
- La Próxima Estación es sobre todo y primero que todo, una película. No es un tratado sobre ferrocarriles. Es una película que no tiene la profundidad de un libro donde uno se puede detener mucho más. Es ante todo una película que invita a un viaje visual donde se combina historia y canto sobre esta epopeya hermosa que fue la construcción de los ferrocarriles en la Argentina allá por 1874 con proezas, con inventos, con ingenieros ferroviarios maravillosos. No se olviden que en Argentina se fabricaba todo tipo de vagones y locomotoras a vapor y diesel. Argentina exportaba ese material. El Ingeniero Porta construyó aquí la primera locomotora aerodinámica del mundo en el 54. Se hicieron dos, pero acá no las quisieron fabricar ni usar porque venía la moda de la locomotora diesel, lo que coincide con el tiempo de las primeras concesiones petroleras con el gobierno de Frondizi. Los chinos, que no son nada lentos, copiaron la locomotora de Porta y hasta el día de hoy la tienen funcionando. La película es un poco todo esto, pero sobre todo son historias contadas por sus protagonistas, historiadores, lo que llena de emociones a la película. Así que los invito a que vean una buena película.

- ¿Qué fue encontrando en el viaje que emprendió para filmar esta película?
- En realidad muchas cosas. Algunas atroces y otras importantísimas, así como también lugares llenos de esperanza como un pueblo que se resiste a morir y reconstruye sus estaciones.

- Los trenes han sido una herramienta de activación y hoy muchas zonas han quedado perdidas y trabajadores sin sus puestos…
- (Interrumpe la pregunta) Por supuesto. Yo recorro el país con una sola consigna, la reconstrucción y reposición del ferrocarril en todas las provincias argentinas, esto es, volver a construir la red nacional de trenes, eso es imprescindible, no hay otra prioridad en el país, porque el ferrocarril es el único medio de transporte capaz de asegurar una sistema regular de servicios en la peores condiciones climáticas. Puede nevar 3 meses sale y llega. Hay neblina y lluvia y es un desastre todo, se para el país. En consecuencia, si a ningún país del mundo se le ocurrió suprimir el ferrocarril, creo que todo esto son espejitos de colores. Se trata de una ignorancia y una perversión que no hay adjetivos para nombrarla. Además, dejaron al ciudadano sin el principal instrumento de transporte, porque hay miles de pueblos que no tienen acceso pavimentado a las rutas, entonces cuando llueve no sale ni entra nadie.

- ¿Qué piensa respecto de la construcción del tren de alta velocidad?
- Se podría reconstruir todo esto con la mitad de lo que en definitiva vamos a gastar con el tren de alta velocidad. Es un despropósito absoluto, porque el tren es un multiplicador de economías, porque le permite al pequeño productor o comerciante de un pueblo cargar un tercio de vagón y llevarlo a los pueblos vecinos, en cambio hoy tienen que contratar un camión entero. Los trenes no sólo estaban al servicio de los pasajeros, sino también de la producción, entonces hablar de tren de alta velocidad...
Cuando Europa habla de trenes de alta velocidad es porque le funciona como un mecanismo de reloj el sistema completo de ferrocarriles que van hasta a 130 km por hora con regularidad, confort, donde las estaciones son un lugar de encuentro social. En definitiva, construir aquí el tren bala es un error muy grande, tan grande que uno se agarra la cabeza. Acuérdense de que en febrero Mempo Giardinelli le escribió una carta a la Presidenta donde le pregunta quién la asesora. Esto no es la modernidad. La modernidad es volver a reconstruir los trenes, porque son las arterias de una nación.

- ¿Que piensa de la quema de vagones por parte de los usuarios en Bs. As?
- De eso ya dije mucho. El ciudadano no tiene consciencia de que los vagones y esos bienes le pertenecen, que son del Estado y que ahora el único que va a hacer negocio con eso es el concesionario porque los va a arreglar en sus propios talleres y se lo va a facturar el doble al gobierno.

- ¿Cuál es el destino o las consecuencias de un país que pierde su red ferroviaria?
- La consecuencia: se empobrecieron cientos de pueblos, otros tantos murieron y un millón de personas tuvieron que hacer las valijas e ir a vivir a las ciudades. Esto es una catástrofe social. Y esto también es interesante porque nos refleja el grado de desinformación en el que vivimos, porque tampoco se volcaron las universidades a recoger ese drama social y económico. Fue el más grande impacto a las economías regionales.

- ¿Se considera un cineasta post-crisis?
- En realidad desde antes también hacía cine. Yo he venido conjugando dos vocaciones, la de autor y realizador del cine y la de activista social, historiador de la realidad de mi país. Esta serie de películas está en esa línea, tiene investigación, testimonio, pero intentando hacer cine.

- Usted se define como peronista. ¿Qué siente cuando un gobierno que levanta la misma bandera lo acusa de desestabilizador?
- Bueno, esos son mamarrachos, nadie puede creer en eso. Es vergonzoso que los argentinos paguemos un sueldo a un ministro que es un mentiroso y un inútil porque es incapaz de defender los derechos de los pasajeros a viajar en una unidad con confort.

- A modo comparativo, ¿si en vez de invertir en rutas y caminos se hubiera impulsado la propuesta de los trenes, se hubiese ahorrado dinero?
- La propuesta de las rutas y autopistas hoy insumen más del 20 por ciento del producto bruto interno del país, en cualquier país es el 12 por ciento, sumado a eso todo lo que insume la construcción de automotores, combustibles, la reposición de las rutas que en cinco años hay que reconstruirlas, los seguros, todo suma una cifra monumental. En el mundo todos los economistas están de acuerdo que hoy el ferrocarril es de 5 a 8 veces más económico que cualquier otro transporte.

1968 LA HORA DE LOS HORNOS 2008

En 1968 Fernando Solanas aparecía con su primera película-documental, “La Hora de los Hornos”, donde plasmaba la convulsionada realidad que se vivía por entonces. En aquél momento, Pino se preguntaba “¿cómo hacer para contarles a quienes nacieron en la fabulosa década del 60 lo que fueron esos años épicos y violentos, liberadores y represivos y llenos de rupturas, sueños y utopías? ¿Cómo narrarles la violencia institucionalizada y el desánimo imperante luego de más de una década de dictaduras o de gobiernos surgidos sobre la proscripción de las mayorías nacionales? ¿Cómo explicarles el esfuerzo de trabajo, prudencia y organización que tuve que hacer durante la dictadura del general Onganía para poder producir y realizar este primer largometraje con mi productora de cine publicitario, llevarme después a Roma más de 200 latas para terminar su edición y lanzarla sorprendiendo al régimen? ¿Cómo confesarles las innumerables crisis creativas y técnicas, políticas, personales o grupales que en aquella soledad tuvimos que enfrentar junto a Octavio Getino para poder continuar con esta utopía hasta proyectarla a sus espectadores naturales? ¿Cómo recrearles lo difícil que nos fue tomar contacto con la clase trabajadora cuando instintivamente tanto los delegados como los laburantes desconfiaban de los intelectuales porque veían en ellos a quienes los habían olvidado o traicionado a lo largo de la historia? ¿Cómo contarles la profunda alegría que sentíamos al aprender de la memoria popular la historia prohibida o silenciada del movimiento nacional que era, nada menos que la continuidad de la gesta independentista y anticolonial? ¿Cómo hacer para transmitirles el esfuerzo realizado sobre la propia marcha para liberarnos de todas las concepciones dependientes -políticas y cinematográficas- y el goce inmenso que sentimos cuando empezamos a inventar la película a partir de las necesidades y prioridades que teníamos en aquel entonces, concebir y realizar un film que fuera en sí mismo un acto de resistencia contra la dictadura y un instrumento para la movilización, el debate y la discusión política? ¿Cómo poder explicarles que viviendo en la ilegalidad más absoluta, clausurado el Congreso, prohibidas las actividades políticas y estudiantiles, implantada la censura, intervenida la universidad y sin perspectiva de cambiar la violencia del sistema por vías constitucionales o legales desde 1955, la experiencia de la lucha del Tercer Mundo alimentaba y enseñaba el camino de la violencia popular como alternativa de liberación? ¿Cómo contarles que en aquellos años 60 iba surgiendo en toda mi generación una nueva conciencia, como por ejemplo, descubrir que sólo la oligarquía porteña había usado sistemáticamente la violencia para imponer su proyecto desde los tres grandes genocidios -la guerra contra el gaucho, la guerra contra el Paraguay y la guerra contra el indio- y que en este siglo esa misma oligarquía había derrocado con golpes de Estado a cuanto gobierno constitucional y popular se opuso a sus designios?”
Hoy, a 40 años de La Hora de los Hornos, un documental filmado en blanco y negro, con la cual el Cono Sur comenzó a hilvanar otro modo de concebir al cine, llegando así a la llamada revolución cineasta y dando el puntapié fundamental para el desarrollo del movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano, Pino Solanas parece mantenerse firme por la misma línea de principios, diferenciándose aleatoriamente de los mecanismos comerciales vigentes, pero concentrándose en un caudal informativo y visual que transmite parte de la historia viva de nuestro país, tal como expresa Solanas: “Hoy se ha consolidado el proceso democrático aunque lamentablemente una buena aparte de los problemas denunciados en el film siguen vigentes o se han agravado tanto que aquellos son un pálido reflejo. Ellos están presentes como un espejo de la desigualdad y la injusticia de una Argentina ajena y sometida que aún espera realizar su proyecto para la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación".

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