Por Ivana Romero
Fotos | Guillermo Turin
La Escuela Orquesta de barrio Ludueña es un proyecto único en el continente. Unos 140 chicos se reúnen para tocar instrumentos y también, para soñar con un futuro mejor.
Jonatan y Alexis, de 12 años, aparecieron sobre el escenario del Teatro La Comedia. Uno tocaba el violín; el otro, el bombo y el xilofón.
Interpretaron dos composiciones de raíces muy distintas: “Desde el puente carretero”, una chacarera de Peteco Carabajal, y “Eli Green’s cakewalk” de Sadie Koninsky, una violinista norteamericana nacida a fines del siglo XIX. Después de su presentación, ellos se sumaron a tocar junto a la orquesta, que cerró la velada. La orquesta está formada por 70 chicos entre los 5 y los 15 años. Todos viven en barrio Ludueña, una zona del noroeste de la ciudad que aparece citada en los diarios muchas más veces por casos policiales, inundaciones o necesidades básicas insatisfechas que por hechos esperanzadores. “Para nosotros, la existencia de esta orquesta es la demostración de que lo maravilloso que es soñar con otros y entre todos, darle forma a ese sueño”, dijo la directora de la orquesta, Derna Isla, al final del concierto. Mientras tanto, abrazaba un ramo de rosas que le habían entregado sus alumnos: “Cada pétalo es uno de los chicos y de todos los que hacen esto posible”, agregó.
La Escuela Orquesta Barrio Ludueña ofreció un concierto gratuito en La Comedia a mediados de julio. Además, ese día lanzaron la Orquesta Infantil del Bicentenario, una propuesta para que pequeños músicos de distintas orquestas locales empiecen a ensayar juntos y ofrezcan espectáculos musicales entre 2010 y 2016. La idea se le ocurrió a Derna. Fue ella también quien en 2006 comenzó con el proyecto de esta orquesta para niños. “Nos proponemos que, en el marco del Bicentenario, los chicos de Ludueña y otros chicos de la ciudad que participan de proyectos musicales, se conozcan y empiecen a ensayar juntos. Queremos que participen chicos de diferentes realidades sociales y culturales. El objetivo es revalorizar los valores de trabajo en equipo, de cooperación, de educación por la paz, de convivencia. Y también, proponemos la elección de un repertorio que sea representativo de las identidades históricas y culturales que hay en nuestro país. Lo fundamental es encontrarnos a través de la música, sin importar de dónde venga cada uno.”, explicó.
En la actualidad, la orquesta tiene 140 integrantes entre los 5 y los 13 años. Funciona en la Escuela 1027 Luisa Mora de Olguín, ubicada en Humberto Primo al 2400. “Durante un año recorrimos 23 escuelas en 23 barrios y decidimos quedarnos en Ludueña. Gran parte de esa decisión tuvo que ver con el compromiso que mostró la escuela y con el trabajo que realiza en el barrio el padre Edgardo Montaldo”, continuó Derna. Desde entonces, las clases de Matemáticas, Lengua y otras disciplinas tradicionales conviven con las melodías de violines, chelos y timbales. La formación musical se enseña en la escuela en contraturno, de lunes a sábado, desde febrero hasta diciembre.
Es decir, la escuela tiene un plantel propio donde hay una directora general, Gloria Machado, una directora musical y un grupo de educadores y preceptores. Se compone de una escuela de cuerdas y otra de vientos. Al interior de ese espacio educativo funcionan14 talleres gratuitos, donde los chicos del barrio estudian varios instrumentos: violín, viola, violoncello, contrabajo, percusión, clarinete, flauta traversa, corno, música de cámara, audioperceptiva y práctica orquestal. También hay un Ensamble de percusión como organismo estable y atención psicológica. Inclusive, la escuela tiene sus propias porteras.
“Nosotros decimos que alfabetizamos musicalmente, porque la música es un lenguaje que pueden aprender todas las personas con tiempo y dedicación”, observó Gloria Machado. Junto a Derna, subrayaron el hecho de que las clases de música convivan con las otras actividades curriculares. “Se trata de una convivencia entre profesores, maestros y directivos. Tenemos objetivos comunes, transversales a la institución, convencidos de que ésta es una alternativa válida, siempre y cuando funcione del modo en que está diseñada. Esto es, sostenida con una sistematización, con un acuerdo de criterios, con una articulación con la escuela, con el barrio, con los padres. Es un proyecto ambicioso pero el resultado es altamente positivo”, explicaron las docentes.
La situación de vulnerabilidad que atraviesan muchos vecinos de ese barrio es un dato que también fue decisivo para los profesores decidieran iniciar la experiencia de la orquesta en Ludueña. Derna contó: “Cuando comenzamos, sentíamos que los destinatarios directos eran los chicos, pero ahora son ellos, el entorno familiar, la escuela, la comunidad. Tanto el niño como su familia están pensando cuándo es el próximo ensayo, el próximo concierto. A eso se suma el acompañamiento de la escuela”. En ese sentido, Gloria agregó: “En principio, el germen del proyecto fue la música dentro de la escuela. Los chicos empezaron a experimentar con instrumentos que hasta entonces les eran desconocidos. Esa curiosidad es el punto de partida de un compromiso con lo musical pero también, la posibilidad de que estos chicos se piensen de otra manera. Un proyecto colectivo se transforma en una vía de escape para todo lo que genera Ludueña: la vulnerabilidad que tienen los chicos, el riesgo, la violencia, todos los aditamentos negativos con los que ellos viven día a día. La presentación de la orquesta y los instrumentos es una oportunidad para ellos. Y también para los profesores, que aprenden junto a los chicos y se comprometen con la posibilidad de armar entre todos una posibilidad de cambio”.
La orquesta es única en sus características en la provincia, pero también en el país y en el resto de continente. Derna sostuvo: “Hay muchas orquestas sociales en Argentina y en Latinoamérica (Venezuela, Uruguay, Colombia) pero en general utilizan edificios que son específicos para estos proyectos. O bien trabajan en la escuela pero a partir de las 18, es decir, cuando ya no funciona como escuela primaria. Nuestro desafío fue trabajar en una escuela primaria, en horario escolar, agregando el sábado y con 11 meses de clases. Todo esto, porque la orquesta tiene un fin de promoción humana, de contención, de prevención. Queremos que los chicos estén menos tiempo en la calle, desarrollen todas las potencialidades y su autoestima. Así como hemos planteado el trabajo aquí, la orquesta fortalece a la escuela y la escuela fortalece a la orquesta”.
Antes de La Comedia hubo actuaciones en centros comunitarios y escuelas en distintos barrios, pero también en la Facultad de Odontología, en la Bolsa de Comercio, en la Biblioteca Argentina o en la Sala Mateo Booz. En ese sentido, Derna reflexionó: “Muchos de estos chicos no están acostumbrados a moverse más allá del barrio. El hecho de estar en una orquesta hace que los chicos se vean diferentes, y la gente los vea de manera diferente. Ellos conocen espacios y la ciudad los conoce a ellos. La orquesta empieza a hacer pie en instituciones y espacios culturales que no siempre son accesibles para todas las personas. Así la orquesta empieza a ser patrimonio de toda la sociedad”.
Un repertorio para todos los gustos
La Escuela Orquesta de Barrio Ludueña es financiada por la Secretaría de Cultura del municipio a través del Presupuesto Participativo y la gestión del Área de Cultura del Centro de Distrito Noroeste. También la acompañan la Institución Salesiana y la Fundación Allegro Argentina. La coordinadora del área cultural del distrito, Gloria Semorile explicó que el repertorio de la orquesta no es estrictamente académico, sino que se construye a través de decisiones de los docentes y propuestas de los chicos. “Vamos entrecruzando sus gustos con la posibilidad de acceder a otras músicas, inclusive las académicas”, indicó la funcionaria. Por eso, en la orquesta conviven canciones de Gilda, Peteco Carabajal, León Gieco y hasta Patito Feo, con Beethoven y composiciones aprendidas a través del método de aprendizaje musical creado por el japonés Shinichi Suzuki.
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