martes, 12 de agosto de 2008

Editorial Agosto. Crisis y cambio

Por Carlos E. Galli (Director Revista El Vecino)

La sociedad argentina desde hace ya un tiempo prolongado vive sumergida en una crisis, que sin ser permanente es recurrente y de las cuales ha emergido de distintas maneras, pero cada una de ellas va dejando secuelas, señales, datos, que permiten leer una realidad que dista de ser paradisíaca.
Es frecuente escuchar desde la psicología, que de cada crisis deviene un cambio, tanto en lo individual como en lo colectivo, y es un índice de salubridad, que ese cambio signifique despojarse de aquellos elementos que nos paralizan, para poder ir estructurando un sujeto nuevo, que se libere de viejas ataduras. Si tomamos como punto de inflexión, la dictadura genocida del ’76, y desde la recuperación de la democracia hasta nuestros días- si se ejercita la memoria- se podrá apreciar con claridad cuáles fueron los momentos culminantes de cada una de estas crisis. Es más dificultoso poder establecer con exactitud el grado de superación como sociedad, que trajo aparejada la salida de cada una de ellas, después de capear esas instancias traumáticas.
El debate que se generó forzosamente-positivo por cierto- a partir de marzo, entre el gobierno y los sectores ruralistas, y al cual se sumó buena parte país, fue develando aspectos ocultos o velados adrede, por las grandes empresas informativas, acerca de la trama de intereses de cada uno de los actores. Es bueno preguntarse cuál es el rol de los partidos políticos, a quiénes representa cada uno, cuáles son las ideologías predominantes, el papel que juegan las distintas organizaciones, el contradictorio accionar de la llamada clase media, y otras novedades surgidas durante el conflicto que merecen discutirse seriamente, si la pretensión es que esta crisis genere cambios positivos. Para que esto suceda es elemental aprender a escucharse, aún en el disenso. Como algunos creen cuando llegan a la cúspide, en la Argentina política ya nada es eterno. Algo que venimos señalando en estas páginas ante cada advenimiento al poder de nuevos gobiernos.
Cuando por fin asomaba algún solcito reparador en medio de tanto gris, producto de un crecimiento sostenido en los últimos años-desigual por cierto a la hora del reparto- los sucesos recientes nos devuelven dudas e incógnitas varias, de cara al futuro.
La realidad muestra que el malestar no está ubicado en un solo sitio, no es propiedad de un segmento particular, es global y nos envuelve como sociedad. El karma es político, de derecha a izquierda, pasando por el centro, es ideológico, es ético y moral, de identidad, es concretamente cultural. Somos el sedimento de la historia que nos precedió y la que estamos escribiendo, poblada de grandezas y miserias. Historia plagada de epopeyas y desencantos, de perecer por una utopía a venderse por un puñado de dólares. Historia de lealtades y traiciones. Asombroso o no tanto. Cleto es argentino. Susana, Mirtha y Marcelo son los popes de la tele. Argentinos. Florencia de la Vega nuestra sex-symbol, argentinísima. Grondona, el finado Neustadt, Hadad, Longobardi, Lage, Ernestina de Noble, el grupo Uno, Eurnekián, Prensa y Nación y otros, usted colabore, hicieron del periodismo y la información una voz unívoca, la diferencia es de matices. Ellos también “son nuestros”. Asombroso, o no tanto. El destructor de Anillaco, es actual senador de la Nación. Sí. No es joda. A Chiche Duhalde lo conmovió su discurso en el Senado, cuando balbuceaba contra la 25. Dos veces presidente. Un producto vernáculo bien genuino. Luche y vuelve. Una consigna que no pierde vigencia. Los Duhalde, Barrionuevo, Saadi, Los Saá, Barrionuevo, de La Sota, están vivos. Siguen las firmas. Historia de lealtades y traiciones. Un resumen cortito. Redundemos. Cleto Cobos es radical K, expulsado de la UCR por traidor-dicho por sus pares-, luego consecuente, traiciona a los K, en defensa de una ideología y de un modelo de país, (los medios lo ocultan)No es casual que sea nuevo ídolo de la Rural . Pero un repaso fugaz y usted, lector memorioso complete, ¿para quién jugaban: Scioli, Reutemann, los Fernández, Capitanich, y tantos otros . De Anillaco a Calafate, con parada en la estación Duhalde, decíamos en una editorial, cuando Néstor K , con escasos votos, luego del abandono de Carlos Saúl, veía subirse a su tren, a una fauna policromática. No solo sucedió en el peronismo, atravesó al conjunto de los partidos, y es un ejercicio merecido recordar a los exentos.
Pero el General siempre hablaba de los anticuerpos. Y en el campo popular hay trabajadores, estudiantes, trabajadores de la cultura, docentes, políticos, periodistas, empresarios, pequeños y medianos productores y empresarios, y miles de anónimos que bregan por un país más igualitario. Entre ellos está, si está, nuestro querido Negro Fontanarrosa a quién extrañamos y cómo, a un año de su muerte .
Argentina un escenario donde todo está por verse. Por qué proyecto de país se golpearán las cacerolas, se ocuparán los espacios públicos o se pronunciará la sociedad.
Es hora de debates y de discutir a fondo, sin máscaras, que Naciónqueremos. Son millones los que desean que las cacerolas repiqueteen alguna vez por ellos. ¿Habrá cambios profundos, después de esta crisis? Todo un desafío.

1 comentario:

Elizabeth Ambiamonte dijo...

Evidentemente en este país siguen sonando más fuerte las cacerolas essen que las vasijas de barro, las penas son de nosotros y las vacas son burguesas.
Turquito, es casi milagroso que todavía podamos encontrarnos un compañero, alguien que pueda conmoverse con la necesidad ajena, en lugar de esperar que Santo Biasati ponga su cara de culo a ¨la injusticia¨.
Tuvimos tantas crisis, pero mientras el ¨soberano¨ no se eduque vamos a seguir viéndola pasar. Los medios, complices, como fueron siempre, y la gente con esa tendencia a la empatía de los ganadores.
Hasta que no se deje atrás el ¨sálvese quien pueda¨ no habremos superado esa gran crisis de terror que se llamó dictadura, y que tan efectiva ha sido que parece que falta bastante para reconstruir eso que llamamos ¨solidaridad¨.
Un abrazo! Elizabeth, la Gallega.