
A través de su muestra "El error y el amor" la artista plástica Luján Castellani
reflexiona sobre la fragilidad en las obras de arte y en la vida.
"Dale luz al instante"
Fragmentos. De luz, de objetos, de miradas, de colores. Partecitas de un todo imposible congeladas en fotos, historias fugaces de las que sólo queda una huella. De esa materia se construye El error y el amor (un título provisorio), la muestra de Luján Castellani que se pudo recorrer hasta el 29 de junio en el Parque de España.
“El título de la muestra me encanta, porque me parece muy apropiado. Creo que la búsqueda que una hace en la vida tiene mucho que ver con actos de amor. A la vez, de esa búsqueda surgen ideas y situaciones impensadas. Se experimenta, se construye sobre los aciertos que se van encontrando pero también a partir de los errores que constituyen la idea misma de búsqueda”, explica Castellani.
Nació en Rosario en 1966. Es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Nacional de Rosario. Ha mostrado en forma colectiva desde 1992 y, a partir de 1997, también en forma individual. Algunas de sus muestras son: Libro abierto (Rosario, 1997); Luz mala (Rosario, 2001 / Buenos Aires 2003), Mala copia (Rosario, 2004) y Vaciando la baulera (Tucumán, 2005).
En 2000 fue premiada en el 54º Salón Nacional de Rosario en el Museo J. B. Castagnino. En 2001 obtuvo el premio para artistas rosarinos en el Salón Nacional de fotografía, y obtuvo la beca del AECI para el programa de cooperación interuniversitaria en la Universidad de Barcelona, España. También ha participado en grupos como El Levante, y Bola de Nieve.
Estos datos no son una mera enunciación de logros y nombres, sino que constituyen una trama sutil sobre la que se sostiene la obra actual que expone la artista. De hecho, muchos trabajos nuevos son producto de dudas, errores y amores que habitan en las obras previas.
En el catálogo de la muestra, Tulio de Sagastizábal -que se encargó del armado de la exposición junto a Castellani y Sebastián Pinciroli- escribió: “Las ‘fotos’ de Luján ya casi nunca serán en realidad fotos en el sentido de lo habitual, lo convenido. Sin embargo son imágenes que no pueden prescindir de los fotografiado, y arraigan poderosamente en el acto del registro, de la constatación, de aquello de ‘esto fue, o ha sido’, que la fotografía consagró como tarea propia”.
“Para la tesina que arme al graduarme en Arte, publiqué un librito que recogía textos y fotos de la muestra Mala copia. En ese momento investigaba cuáles eran los caminos posibles para dar origen a una obra de arte, cuestionando la idea de la inspiración como una musa de aparición súbita y los artistas como seres diferentes a otros, elevados. Además, en ese momento comencé a fotografiar en blanco y negro capillas que encontraba en caminos de tierra. En general, tienen inscripciones muy particulares, textos escritos por los devotos que hacen de cada una, un lugar singular”, cuenta Luján. “A eso se sumó el registro fotográfico de la ‘venta’ de mi primera instalación, que se la entregué a un desarmadero, también como forma de investigar si es cierto que el arte es imperecedero o eterno. Y bueno, además sacaba fotos en cumpleaños, en el río, allí donde estuviese y las empecé a editar como luces, no como formas. Para mí, era una manera de documentar lo que veía”, continúa.
Pero una documentación de la luz y el fragmento es bastante singular…
Sí, yo lo veo así, como documentación, pero otros ven en esas fotos un registro abstracto. Algunos fotógrafos me han dicho que eso no tiene nada que ver con documentación fotográfica. Puede ser que no, puede ser que sí. ¿Cuál es el límite? ¿Un documental debe representar ‘lo real’? ¿Qué es lo real?
¿Esa tensión te llevó a trabajar con fragmentos?
Sí. Siempre me parece que hay que prestar atención a esas cosas en apariencia azarosas e inconexas entre sí. Las cosas; o sea, las cosas de la vida y dentro de ella, del arte, llegan por la tangente, por los lugares que una nunca espera. Por donde esperás, seguramente ahí no. Todo en la vida es así, como el amor.
Esa idea podría sonar con José Luis Perales como tema de fondo… Es sólo un chiste. Pero El error y el amor tiene una resonancia de tema melódico.
Yo escuchaba José Luis Perales. Bueno, la foto abstracta en un momento me dejó de interesar, y la empecé a pensar como excusa para construir algo más. Ahí empecé a hacer retratos fotográficos, pero trabajando el papel para darle volumen. Así empecé a trabajar la foto como objeto, y es parte de lo que muestro esta vez.
Una de las cosas que me llaman la atención cuando paso por la muestra es que los objetos, donde las fotos están puestas de a pedacitos, siempre aparecen manoseados, como si la gente los tocase para intentar saber qué hay más allá de esa parte que se muestra.
Todo el mundo saca fotografías, y la gente no tiene esa veneración hacia la foto que tiene hacia otras formas estéticas. ¿Te parece que la foto es un puente entre el arte y las personas?
Una de las obras es un laberinto hecho con retazos de fotos abrochadas, que forman largas cintas desde el techo hasta el piso. Es una especie de túnel al que llamé Tren Fantasma. Que la gente quiera tocar o ver si hay algo más allá de lo que se exhibe me parece interesante. El túnel está hecho justamente con esa intención de cercanía. Pero no son todas fotos. También hay videos, hay instalaciones, hay instalaciones lumínicas… No quisiera hacer sólo una cosa a través de mi vida. Si bien reconozco que la fotografía se ha tornado bastante fuerte en lo que hago, también hice otras exploraciones. En realidad, me gusta llamarlas ‘apariciones’ por lo que te contaba del azar y la contingencia, del hecho de que el algún momento algo aparece, ni antes ni después.
¿Pero esas apariciones son producto de una búsqueda previa o del azar?
Yo creo que por una mezcla de las dos.
Antes cuestionaste esta idea de que los artistas son personas que tienen su musa, que los lleva más allá, a una región exclusiva. ¿Qué pensás sobre la relación entre el artista y su entorno?
Un artista es alguien común y corriente, que se ocupa de crear pero también por ahí trabaja de otras cosas, y tiene los mismos problemas, o parecidos, que pongamos por caso, un sodero. Cualquiera puede dibujar, hacer lo que quiera; es sólo cuestión de animarse. Me relaciono con un montón de gente diferente y nunca me gustó que me considerasen en ese esquema del genio artista. Creo que uno debe dedicarse a un montón de cosas. Yo no estoy todo el día pegando fotitos.
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