Por_Carlos E. Galli (Director Revista El Vecino)
A nadie ya le importa de quien fue el primer No o el último, se lo imputarán los unos a los otros. Echarle la culpa al otro es una esgrima que con devoción se practica entre los argentinos. Yo no fui. Fue él. La riña entre el campesinado y el Gobierno está generando hartazgo y bronca. Pero lo peor que puede pasar es que termine generando desinterés público, no participación, situación siempre aprovechada por algún sector en beneficio propio en desmedro del resto.
Antes que se desate el conflicto la opinión generalizada, con las excepciones de siempre, era –lo sigue siendo- de que la Argentina transita una etapa inmejorable de cara al futuro, para consolidar su crecimiento y por fin, pergeñar un porvenir diferente. Hay suficiente dinero para encarar reformas significas en educación ,salud, viviendas, obras de infraestructura e impartir justicia . No hay crisis económica, y aunque para algún visitante extranjero lo parezca, no hay una guerra en ciernes. ¿Entonces?
El inicio de la riña comienza cuando a mediados de marzo, el Gobierno decide adicionar retenciones móviles a las ya existentes, a partir de ese momento el sector rural entró en estado permanente de beligerancia.
Es conocido que el Gobierno basa su caja en las retenciones, es su principal fuente de recursos, argumentando las ganancias extraordinarias del campo dada la coyuntura internacional, se decidió a incrementarlas. No fue feliz el lanzamiento de la medida, tomada entre gallos y medianoche, y según expertos en economía no le significa una cifra poderosa, y en momentos que la realidad no apremia. Sin discernir y tener un discurso claro hacia los pequeños y medianos productores, la ligereza del lanzamiento, terminó uniendo a la cuatro entidades representativas del agro. Inédito. Como inédita la forma que fue adquiriendo la protesta. Botín mediático. A partir de allí, los medios juegan su partido e invitan a su público a jugar un clásico. Si la publicidad viene oficial, el campo será oligarca, desestabilizador, y golpista. Suena exagerado, aunque más de uno, a río revuelto, muestra sus pelos. Si la cosa viene esponsoreada por Monsanto, Cargill, Dreyfus y sus aliados corporativos, sus filocomunicadores machacarán con que los K les confisca el dinero al campo, que se quedan con dinero, que no lo distribuyen y que cuando el Estado interviene en la economía-este es el quid- se pudre todo. Nadie cede. Cunde la locura y preocupa. Un clásico no se reflexiona, se juega, y se gana como sea. Así se preanuncia en fútbol. Esto no es fútbol, pero la puesta en escena se asemeja.
“Ganar o ganar”, “que truene el escarmiento”, “ el obstáculo para el crecimiento argentino se llama: los Kirchner”, se deliró Buzzi, (Federación Agraria), ante la multitud que asistió al Monumento a la Bandera el 25 de mayo. Un agravio a la presidenta electa democráticamente por el voto popular. Julio de Vido (Ministro de Planificación” no se quedó atrás: “ no es hora para tibios...aquellos que están a favor del modelo deben decirlo porque ahora el que no suma resta”, apretó la voz oficial. “Todo o nada”, desafío Luis D`Elia. “Si estuviéramos en 1810, no tenemos dudas, ellos estarían con Cisneros y el virrey de España”, comparó Moyano.
Aquí reside la gravedad del tema. Nadie se escucha. Todos insultan, agraden, amenazan, injurian, se acusan. Bochornoso. Nadie apaga el incendio, pone un paño frío desde la reflexión y el convite al diálogo.¿Están sacados? Porque los supuestos modelos en pugna son difusos. Es verdad que el gobierno avanzó en el sentido de algunas transformaciones, pero no hirió la esencia del modelo precedente. Por lo tanto los ganadores de “los últimos modelos”, no tiene otra modalidad de lucha que desabastecer a sus compatriotas, creyéndose un todo, cuando son una parte y privilegiada, comparada con otras. Eso no quita que una parte de los que reclaman tengan razón. El Gobierno en cambio, representa al todo y le cabe la responsabilidad de atender al resto, un resto numeroso que también aspira a levantar cabeza.
Seguramente habrá mucha tela para cortar durante la resolución del conflicto, que al cierre y a juzgar por los nuevos anuncios, y su no aceptación, parece interminable.
La Argentina necesita de la responsabilidad de sus pocos dirigentes lúcidos y la participación de los distintos actores sociales que conforman el conjunto. El campo, es vital, importante, obvio que debe ser escuchado, pero no es el único. Por lo que se ve, cada escarapela, en cada pecho, alude a patrias distintas. Tantas como sus fragmentos.
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