viernes, 4 de abril de 2008

Cien días, las deudas pendientes. La única verdad...

INFORME ESPECIAL | Por Carlos del Frade
La matriz de los años noventa sigue invicta en el presente, tanto a nivel nacional como provincial y municipal. Sucede en la Argentina, Santa Fe, Rosario y otras localidades del segundo estado del país. Más allá de los discursos y los números oficiales que celebran el descenso de la desocupación y el incremento de la recaudación, la realidad de los que trabajan marca la vigencia del trabajo en negro, las pasantías, la ausencia de un estado socio de los precarizados y despedidos y la continuidad de la concentración de riquezas en pocas manos.
Ni el peronismo de Cristina ni la nueva administración socialista- a pesar de haber mostrado avances en algunos ítems, han podido, todavía, brindar una herramienta que le sirva a los que pelean todos los días contra la impunidad del dinero. También en estos cien días se ha constatado el incremento de la violencia de grupos de tareas llamados patotas que actúan en diferentes puntos de la geografía. Una combinación peligrosa que promete un futuro difícil. Como diría un viejo líder popular, la única verdad es la realidad.

El campo
-Los años noventa siguen en la Argentina y eso es por una opción política que hizo el gobierno de la señora Cristina Fernández. Habla con Grobocopatel y no lo hizo nunca con las organizaciones del campo. Cada vez es peor la calidad institucional en el país - dijo Pablo Orsolini, vicepresidente de la Federación Agraria Argentina a horas del primer paro nacional agropecuario que se llevó adelante los días 13 y 14 de marzo.
La suba de retenciones y la concentración de riquezas en pocas manos empujaron la medida de su organización.
Eran los días en la lechuga cotizaba a ocho pesos el kilogramo.
Había razones: en la zona productora de hortalizas, legumbres y frutas de Córdoba, hace tres años existían diez mil hectáreas sembradas con estos cultivos. En el presente, solamente hay dos mil quinientas. El resto fue devorado por la única frontera que se expande. La soja avanza y se traga la lechuga, los tambos, los criaderos de animales y el pueblo comienza a percibir que la composición sobre la vaca dejará de ser sinónimo de la Argentina para convertirse en un recuerdo que generará melancolía en no muchos años.
Orsolini dijo, además, que solamente 2.800 productores de soja se quedan con la parte del león cuando en realidad son 70 mil los dedicados a este proceso. La cifra tiene aún más sentido si se la coloca en el contexto general. En la Argentina hay 240 mil productores agropecuarios. Y si el privilegio es para solamente 2.800, los porcentajes marcan la concentración de riquezas en pocas manos de forma contundente. Apenas un poco más del uno por ciento de los productores agropecuarios argentinos gozan el famoso boom sojero. Nada más y nada menos que un poco por arriba del uno por ciento. El campo no es un solo. La soja, como las vaquitas, es ajena.
Metalúrgicos
La empresa Gafa, ahora en propiedad de capitales chilenos, gambeteó los efectos devastadores de los años noventa.
A principios del tercer milenio, luego de la pesificación, la empresa multiplicó sus ganancias desde la zona sur de Rosario.
A fines de 2007, los trabajadores de la empresa decidieron pedir un aumento salarial y mejorar las condiciones de producción.
Se produjeron los primeros despidos.
El 14 de marzo de 2008, a un mes de instalada una carpa por decisión de obreros cuyas edades no superan los treinta años, los despidos ya suman 52.
El Ministerio de Trabajo de la provincia administrada por el Socialismo citó a las partes para dentro de un mes.
Nadie les explicó a los muchachos de Gafa que ganaban 600 pesos cada quince días y que no tenían tiempo ni para ir al baño, por qué esta cartera provincial hace que el tiempo juegue a favor de los poderosos.
Vera
La Forestal dejó sus huellas en el norte profundo de Santa Fe.
No solamente por la ausencia de quebrachos, sino también por la invencible desocupación.
Más allá de los números oficiales que festejan el descenso de la falta de empleo, en esta ciudad -cabecera del departamento del mismo nombre- casi el 80 por ciento de la actividad económica es informal.
Hay más de dos mil planes Jefas y Jefes de Hogar pero, en forma simultánea, es el departamento con mayor número de cabezas de novillos de la provincia.
Sin embargo, el precio de la carne es inaccesible para la mayoría de la población del departamento Vera.
Las vaquitas, una vez más, son ajenas.
Pero hay una postal más que ofrece la vida cotidiana en Vera.
Las nenas y nenes de pies descalzos. Hijas e hijos de hacheros de varias generaciones y que hoy, cuando apenas superan los seis años, empiezan a producir carbón.
Horas y horas quemando leña en hornos que expulsan humo denso, negro, peligroso.
Y ese aire contaminado se mete en los pulmones de esos chicos.
¿Llegará el socialismo a estos chicos del norte santafesino?
Los postergados esperan señales.
¿Cuánto tiempo hay que esperar para gozar de esas modificaciones prometidas y votadas por la mayoría de la población?
No son imágenes del siglo veinte, ni tampoco del diecinueve.
Estas postales existenciales de las nenas y nenes de Vera fueron vistas y escuchadas en el lugar por quien escribe estas crónicas en marzo de 2008.
En tiempos en que las administraciones de Cristina Fernández y Hermes Binner cumplieron cien días y que ambos partidos políticos, el peronismo y el socialismo popular, coincidieron en formar parte de la Internacional Socialista.

La Bestia y la memoria
Seis de cada diez desocupados tienen entre dieciocho y veinticuatro años, acaba de informar el Ministerio de Trabajo de la Argentina. La cartera laboral de un gobierno que reivindica la memoria como política de estado.
Sería bueno que se aplicara la revisión de estos números en clave de los últimos cuarenta años.
Porque allí aparece la confirmación de una curiosa metáfora del Nuevo Testamento. Aquella que hablaba sobre la identificación de la denominada bestia apocalíptica, la que llegaría al final de los tiempos.
El relato, atribuido al apóstol San Juan, sostiene que el número, la cifra de la Bestia es el 666. El triple seis, tal como recordarán aquellos que vieron las distintas versiones de la película “La profecía”.
Aquella cita bíblica puede aplicarse a la realidad social, política y económica de la Argentina de las últimas décadas. Y no se trata de un juego religioso, sino de una simple coincidencia que lleva a la formulación de preguntas incómodas para el sistema.
Hacia 1984, los argentinos supieron que seis de cada diez desaparecidos tenían entre quince y treinta años.
Hacia 1995, los números oficiales también decían que seis de cada diez desocupados tenían entre quince y treinta años.
Y alrededor de 2001, los datos de las policías provinciales de los principales estados del país y de la policía federal sostenían que seis de cada diez detenidos por primera vez eran jóvenes entre quince y treinta años.
Un triple seis, una triple D: desaparecidos, desocupados y delincuentes.
¿Pura coincidencia entre números manipulados por un periodista inescrupuloso o una señal de la realidad de los últimos cuarenta años de historia?.
¿Será casualidad que el sistema viene ingeniando distintas maneras de marcar definitivamente la vida de los que por mandato cultural y biológico necesitan producir cambios en la sociedad para excluirlos de distintas formas?.
¿Es una simple coincidencia numérica que los más castigados de la historia reciente sean los que deberían ser los protagonistas de la transformación social, política, cultural y económica de la Argentina.
De acuerdo a aquella metáfora bíblica, el 666 revelaba a la Gran Bestia. Aquí, en la historia concreta de los argentinos, la Gran Bestia es el poder económico que ha diseñado la realidad a imagen y semejanza de sus intereses y que, por consiguiente, ha aplicado políticas concretas para marginar a los que molestaban su hegemonía: los jóvenes.
Por eso, este gobierno que se ufana de su política de derechos humanos, debería reparar en estos números del presente argentino de 2008.
Porque estas cifras marcan la continuidad del piso histórico que viene imponiéndose en las últimas cuatro décadas.
También dice el actual Ministerio de Trabajo de la Nación que “entre los jóvenes la desocupación sigue en los niveles de los años noventa”; que “las empresas mantienen con ellos la misma conducta que en esa época: les pagan lo menos posible” y que -otro seis más para la exageración metafórica- el “61,3 por ciento de los jóvenes que tiene trabajo está en negro”.
Es necesario comenzar a hacer memoria sobre las causas del estrago en la Argentina y no solamente sobre sus consecuencias si que realmente se quiere hacer justicia.
Si no, la Gran Bestia del sistema seguirá insaciable e invicta.
Fuente: Página/12 – 9/3/08

Lázaro
El 18 de enero de 2008, en la provincia de Neuquén, en la misma que mataron a Teresa Rodríguez, a Carlos Fuentealba, una patota atravesó de nueve puñaladas a Lázaro Duarte, trabajador y militante del Movimiento Socialista de los Trabajadores.
Después de muchas noches y días resistiendo la cercanía de la muerte, Lázaro, de ochenta años, dijo basta y piantó a algún lugar del universo en la jornada del 21 de febrero.
Este hombre fue asesinado con saña porque interpuso su cuerpo a que los agresores que ingresaron al local del partido le pegaran a un militante mucho más joven que él.
Lázaro decidió jugarse la vida por defender la de un compañero menor.
Ojalá que la mayoría de los argentinos tuvieran la dignidad de Lázaro en caso de llegar a los ochenta años y no dudar en arriesgar el pellejo en pos de defender la existencia de un compañero.
Ojalá cada uno de nosotros pueda tener el compromiso de decirle a las hijas e hijos, a las nietas y lo nietos, que seremos como Lázaro.
El asesinato de Lázaro confirmó la función política de las patotas, de las barras bravas.
Son socios de manos sucias de los delincuentes de guante blanco, sean funcionarios, grandes empresarios o dirigentes de diversas actividades.
Pero eso que existe en la crepuscular provincia gobernada por Sobish también se verifica en la provincia del socialismo: las barras bravas de Central y Ñuls traficando y matando por drogas, denuncias de contrabandos pesados en los restos del puerto rosarino, bandas de policías que garantizan robos y saqueos varios, grupos armados que discuten la posesión de chicas y chicos en barrios bravos como Acería, en Santa Fe, o Las Flores o La Tablada, en Rosario.
En forma paralela, el negocio de la recolección de basura en la ciudad Cuna de la Bandera se discute a balazos en pleno día sin que haya alguien que denuncie la situación y la cada vez más larga sombra de Hugo Moyano sobre estos hechos.
Y mientras tanto, hay silencio de radio en la clase política vernácula.
La densidad social, consecuencia de esa violencia que viene de arriba hacia abajo, no es patrimonio de provincias feudales como Neuquén, también se verifica en Santa Fe.
Ojalá que la dignidad y el compromiso de Lázaro Duarte también pueda multiplicarse.

Funes
La Municipalidad de Funes, “el jardín de la provincia” de Santa Fe, impulsó la realización de una exposición comercial desde el jueves 20 al domingo 23 de marzo de 2008, en los predios de la estancia La Española, sitio en que funcionara un lugar de retención de detenidos durante la dictadura, en tiempos de Leopoldo Galtieri como titular del segundo Cuerpo de Ejército.
Una clara provocación contra los que impulsan la memoria, la verdad y la justicia.
Una manera de tapar el pasado para no informar sobre la continuidad de las complicidades civiles en plena democracia treinta y dos años después.

-Venimos a imponer un proyecto de paz de cien años- anunció el entonces General de Brigada, Leopoldo Fortunato Galtieri, cuando asumió la comandancia del Segundo Cuerpo de Ejército con jurisdicción sobre las provincias de Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos, el 12 de octubre de 1976.
Reemplazaba al también general Ramón Genaro Díaz Bessone, el hombre que había diseñado el esquema represivo para la media docena de estados argentinos desde la esquina de Moreno y Córdoba, en la ciudad de Rosario, donde funcionaba la sede de la llamada “gran unidad de batalla”.
La paz anunciada por Galtieri fue la planificación del secuestro, la desaparición, la tortura, el robo de bebés y la muerte de casi un millar y medio de militantes políticos y sociales durante su reinado hasta febrero de 1979, cuando de la mano del poder económico de la región llegó a ser Jefe del Primer Cuerpo de Ejército y después el presidente que llevó al país a la locura de Malvinas.
El proyecto de Galtieri era ser elegido por el voto popular a la salida del terrorismo de estado. Tuvo dos ideas: quebrar a los cuadros de la organización Montoneros para convertirlos en sus principales operadores políticos, cosa que se cayó cuando Tulio Valenzuela se escapó de la llamada Quinta de Funes, ubicada sobre ruta 9 y calle San José, en Funes; y la otra idea, recuperar Malvinas, confiar en que Estados Unidos no se metería en el conflicto y resultar electo a través de las urnas.
En esos casi tres años que Galtieri fue el amo de la vida, la muerte y el dinero en el Gran Rosario, la geografía de Funes adquirió una importancia táctica de primera magnitud.
Disminuyó el poder de fuego y tortura de los grupos de tareas del Servicio de Informaciones de la policía rosarina al mando de Agustín Feced y desplazó a los militantes intermedios de Montoneros hacia la Quinta de Funes, previo paso por la Intermedia, lugar de retención de detenidos en cercanías de La Ribera, al norte de la ciudad de Puerto San Martín; La Calamita, en Granadero Baigorria y que venía operando desde antes del golpe militar del 24 de marzo de 1976; y varias otras residencias que distintos empresarios cedieron al Comando a cambio de diferentes favores que otorgaron los proveedores del odio.
Entre ellos, La Española, El Castillo y las distintas quintas operativas de Fisherton, en una de las cuales estuvo ubicado el ex sacerdote católico, Santiago Mac Guire.
La elección de Funes fue una decisión política militar luego de la destrucción de las últimas células operativas del Ejército Revolucionario del Pueblo. Como consecuencia de la decidida conducción de la represión que ahora centralizaba el Ejército desde Rosario, Feced es desplazado en febrero de 1978, con la excusa del Mundial de fútbol. Una razón que también tuvo en cuenta Galtieri a la hora de desplazar la tortura masiva practicada en el Servicio de Informaciones, localizado en la esquina de San Lorenzo y Dorrego, y llevarla lejos de la mirada de los periodistas extranjeros que iban llegando a partir de 1977.
Fue en agosto de aquel año que la familia Fedele alquila la Quinta de calle San José al entonces Teniente Daniel Amelong, al mismo tiempo que ya funcionaban las otras dependencias y que, además, contaban con la ventaja de estar cerca del aeropuerto para hacer los famosos traslados de los cuales participaban militares e integrantes de la policía provincial, de acuerdo a los testimonios de los sobrevivientes.
Funes no puede tapar las huellas del terrorismo de estado.
Por su bella geografía pasaron, aproximadamente, entre ciento cincuenta y doscientas personas en el período que va desde principios de 1977 a mediados de 1978, de acuerdo a las proyecciones que pueden realizarse a partir de los testimonios de los sobrevivientes.
Hay que pensar que mil ochocientas personas fueron secuestradas y torturadas en el Servicio de Informaciones de la policía rosarina entre 1976 y 1979, tal como lo reveló el ex teniente coronel, Eduardo González Roulet, según consta en el expediente 47.913, el original de la denominada causa Feced.
Modificar la estructura de La Española, El Castillo o la propia Quinta es establecer un contrato de complicidad con lo peor de la historia argentina.
Fue recién en marzo de 2004, cuando la policía Federal de Rosario llegó hasta la estancia “La Española”, ubicada en calle Catamarca 1150 de Funes.
La orden venía del entonces juez federal Omar Digerónimo.
“Algunas características observadas por los peritos ayer no habrían respondido acabadamente a la descripción que hicieron de La Española una persona torturada y la esposa de un desaparecido, ambos testimonios incluidos en la causa por la Verdad Histórica que se tramita en los juzgados federales. De todas maneras, la comparación de los ambientes, de un sótano y un baño que aparecían en los testimonios, podría afinarse en base a los planos, las fotos y las filmaciones obtenidas ayer. Cuando los policías ingresaron, la vivienda era ocupada por un casero, escenario similar al que se presentó cuando concurrieron a El Castillo junto a Bielsa”, describió el diario “La Capital”.
Días después, el martes 20 de abril de 2004, tres mujeres y dos hombres participaron del trámite de reconocimiento de potenciales lugares en los que soportaron cautiverios y torturas bajo la supervisión del entonces juez federal Omar Digerónimo y el querellante Equipo Jurídico de Derechos Humanos, que integraban -entre otros abogados- Matilde Bruera, Nadia Schujman y Gonzalo Stara.
En una instancia anterior, en diciembre de 2003, Rafael Bielsa, ex ministro de Relaciones Exteriores de la Nación reconoció El Castillo (o El Fortín) como el lugar en el que fue recluido, encadenado y torturado. La mencionada construcción está localizada a dos kilómetros del centro de Funes y cerca de la cabecera de pista del aeropuerto de Fisherton.
En tanto, La Española, es una casona rodeada de 4 ó 5 hectáreas ubicada a pocas cuadras de la primera.
También se habló, durante aquella jornada de reconocimientos de abril de 2004, sobre la presencia de otra cárcel clandestina. Es que los relatos reflejaron coincidencias a la hora de recordar imágenes de un cementerio o de una vía del ferrocarril (que existen en Funes), además del ruido de motores o turbinas de aviones que, presumiblemente, darían cuenta de la proximidad de la estación aérea. Dos de ellos, Adriana Quaranta y Susana Zita, reconocieron El Castillo.
"Siempre se trabajó con la hipótesis de La Quinta de Funes como único centro clandestino y se siguió el recorrido que marcó Jaime Dri. Es decir, el traslado de los detenidos a la Escuela Magnasco (Ovidio Lagos y Zeballos), a fines de 1977, y en febrero de 1978 a la quinta La Intermedia, sobre la autopista Rosario-Santa Fe, en La Ribera, que todavía pertenece a los Amelong", señalaron los abogados de las víctimas en los primeros días de mayo de 2004.
"En realidad hubo muchas quintas, algo que recién ahora se investiga, porque ni siquiera apareció en la causa Feced", apuntaron los profesionales ante los medios de comunicación regionales.
Un dato aportado al Equipo Jurídico reveló la existencia del centro clandestino de detención El Castillo, reconocido por el canciller Rafael Bielsa como el sitio de su cautiverio en 1977 y el lugar donde tuvo una entrevista con Leopoldo Galtieri.
"Bielsa reconoció el sótano donde estuvo preso, el baño, el cuarto de torturas, la cocina y un mangrullo antiguo que tenía una pieza donde estuvo con otros detenidos. Describió El Castillo como una quinta operativa, donde había movimiento del Ejército y la policía", recordó la doctora Matilde Bruera.
Por su parte, el ex intendente de Funes, Juan Míguez, reveló la existencia de otro centro clandestino, llamado La Española. Algo que era vox populi, pero que no había llegado a los oídos de la Justicia.

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