martes, 2 de noviembre de 2010

INFORME. LA INVENCION DE LOS MILAGROS

Por Carlos Del Frade . - .
El sistema necesita de los milagros, por eso los inventa. Cuando el 12 de octubre asomaba en estos atribulados arrabales del mundo, el rescate de los 33 mineros atrapados por la voracidad empresarial y la complicidad del estado chileno en permitir bajísimos niveles de seguridad que protegieran las vidas de los trabajadores, fue convertido en milagro. Fue la palabra más repetida en los grandes medios de comunicación chilenos y mundiales. Pero la propia etimología del vocablo explica el fundamento de las minorías que manejan esta cápsula espacial llamada planeta Tierra. En Argentina, en tanto, la supuesta milagrosa aparición de la Virgen en San Nicolás de los Arroyos también sirvió para encubrir otra historia de construcción colectiva y una pastoral cuya política estaba muy lejos de esperar que el maná caiga del cielo. Detrás de los milagros, como siempre, los intereses de los pocos y las necesidades y las peleas de los que son más.

Etimología
La palabra milagro apareció en España en el año 1495. Tres años después del descubrimiento de Europa como potencia precapitalista a partir de la explotación de los recursos humanos y naturales de Africa y América.
Allí las letras se acomodaron y el vocablo comenzó a utilizarse en la península.
Sin embargo, los estudios del etimólogo Joan Corominas dicen que con las letras cambiadas, la palabra empezó su proceso de inserción en el lenguaje español a partir del año 1140. En ese entonces se decía y escribía “miraclo” y hacia 1300, era “miraglo”.
Es decir que la raíz de la palabra era mirar.
No se trataba de una degeneración, al contrario.
Explica Corominas que viene del latín miraculum y significa hecho admirable.
Es decir que el milagro está hecho para ser mirado.
Obliga a mirar.
Y a algo más, a mucho más.
Para el diccionario Espasa Calpe, las acepciones de la palabra significan: suceso sobrenatural debido a la intervención divina; suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa; ofrenda; haber escapado de un gran peligro; y deriva en el adverbio milagrosamente.
Es cuando surge otra definición interesante: de una manera que admira y suspende.
¿Qué es lo que se suspende?
Se suspende la razón.
Con lo cual, la etimología de la palabra más usada por el sistema en estos días alrededor del rescate de los trabajadores de la mina San José en Copiapó, Chile, quiere decir que se trató de algo que debe ser mirado para suspender la razón del que mira.
Te muestro esto para que no pienses en sus causas y, en forma paralela, no mires alrededor, el contexto.
Los milagros, tal como lo dice su propia evolución etimológica, supone la deliberada construcción de hechos y relatos que sirven para suspender la razón, para no pensar en lo que sucede antes, durante, después y alrededor de lo que supuestamente hay que mirar de manera extasiada.
Para el propio diccionario Espasa Calpe, lo milagroso refiere a aquello que excede a las fuerzas y facultades de la naturaleza. Es algo maravilloso, asombroso y sinónimo de sobrenatural.
El derrumbe de la mina y la permanente resistencia de los trabajadores chilenos estuvieron lejos de lo sobrenatural.
Se trató de la continua voracidad empresarial que no repara en mínimas inversiones en higiene y seguridad laboral, por un lado; y en la conciencia de clase que se aferra al valor supremo de la sobrevivencia para seguir peleando por algo parecido al sentido de la palabra futuro.
El milagro, la invención del milagro supone no pensar en otros miles de enterrados diarios que son producidos por el mismo sistema en la superficie y ya no a setecientos metros de profundidad. Aquellos que nunca tendrán una cápsula especial y cámaras de televisión durante las veinticuatro horas durante semanas enteras.
El milagro obliga a mirar aquello que solamente el sistema quiere mostrar. Para mirar y no pensar en todo lo demás.
Por eso fue la palabra más usada y pronunciada durante los días del rescate.

Mineros
La Organización Internacional del Trabajo calcula que la minería emplea a cerca del uno por ciento de la fuerza laboral mundial.
Sin embargo genera el 8 por ciento de los accidentes mortales.
Alrededor de 1.200 personas mueren al año en accidentes debido este tipo de producción.
Una forma de saqueo de los recursos naturales que está directamente vinculada a la historia de explotación que ha sufrido la propia América del Sur.
Por eso también resultó emblemático que haya sido el 12 de octubre el día del inicio de la última etapa del rescate.
Sirve para recordar que miles y miles de americanos, de integrantes de los pueblos originarios todavía esperan en los socavones del Potosí y otros cientos de lugares por ser descubiertos y puestos a consideración de la conciencia social y política de las mayorías del continente.
Para Alan Baxter, experto del Instituto de Materiales, Minerales y Minería, señala que existen diferencias significativas en función del país, pero que en general la situación aparenta estar mejorando.
"En general, existe una tendencia a la baja en la gravedad de los accidentes, lo que se llama accidentes con tiempo perdido, porque el minero no puede trabajar por algunos turnos, y también en los mortales", opina Baxter.
"Los accidentes están cayendo en todo el mundo, con las únicas excepciones, quizás, de China y Rusia", apunta el experto.
China posee el sector minero más grande del mundo. Extrae hasta 3.000 millones de toneladas de carbón al año, esto es el 40% de la producción mundial. Sin embargo, registra el 80% de las muertes en ese subsector en todo el mundo.
Para Baxter, la razón de la alta mortalidad en la minería china y rusa está meridianamente clara: el dinero.
"La búsqueda por maximizar los ingresos en conjunción con la mentalidad de que 'la vida es más barata aquí y nadie va a armar un escándalo'", explica.
Además, "los trabajadores no pueden hablar libremente; si expresan su malestar, entonces pierden el trabajo", agrega.
No es una sorpresa que las normas sean generalmente mejores en los países más desarrollados que en las economías emergentes. Así lo afirma Joe Drexler, de la Federación Internacional de Sindicatos Mineros.
Para Drexler, el principal problema está en la falta de fuerza por parte de los sindicatos, precursores necesarios de la seguridad, pues llevan a que "los trabajadores tengan el poder en el lugar de trabajo y no sólo sobre el papel".
"También está relacionado con la debilidad de las leyes laborales y su aplicación en estos países", agrega.
Drexler cita Chile como un ejemplo. Dice que el país sudamericano tiene más de 900 minas y, sin embargo, tan sólo 18 inspectores encargados de supervisar el cumplimiento de las normas de seguridad.
Para el sindicalista, en los tiempos que corren, no se debe considerar aceptable ni una sola muerte.
"Estamos en el siglo XXI y cuando tenemos estas catástrofes en la minería, ya sean 90 (muertes) en Siberia ó 70 en Colombia, son algo que no deberían suceder en absoluto. La tecnología está ahí, la formación está ahí, para garantizar que no suceda ", dice.
Drexler además denuncia que son muchos los desastres que pasan inadvertidos porque no son reportados. "Esta es una industria muy oscura", opina.
En los EE.UU.- al menos-, accidentes como el de Virginia Occidental este año, en el que murieron 25 personas, trasladan la atención a la aplicación de las normas de seguridad, afirma.
Antes de ese accidente, las muertes en la minería de EE.UU. habían alcanzado su cifra más baja de la historia. La disminución había sido constante desde los 47 de 2006 hasta los 18 de 2009.
Con el accidente de la mina San José, en Chile, el mayor sindicato minero de Sudáfrica insistió en su exigencia de que se endurezcan las medidas de seguridad.
En Sudáfrica hay un historial complejo de seguridad comparado con el de países industrializados, en parte debido a que sus minas son extraordinariamente profundas.
Senzeni Zokwana, del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, le dijo a la agencia Reuters que aunque el país tiene capacidad y medios para mejorar, requieren leyes más estrictas.
En Chile, en la última década, el promedio de muertes anual es de 34 mineros.
Las consideradas más peligrosas, de lejos, son las minas más pequeñas en el norte del país.
De acuerdo con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, en sus 125 años, la mina San José tiene "un largo historial" de accidentes.
Sólo un mes antes de que los 33 mineros rescatados quedaran atrapados, Gino Cortez, de 40 años, perdió su pierna izquierda en un derrumbe.
Los dueños de la explotación se enfrentan ahora a acciones legales acusados de no haber elevado las pantallas metálicas necesarias para proteger a los trabajadores.
El presidente chileno Sebastián Piñera ya ha dicho que va a impulsar reformas en la normativa de cara a mejorar la seguridad de los trabajadores mineros de su país.
“Los 33 de Atacama" no serán los únicos que estarán pendientes para ver si eso sucede.

Enterrados
Una de las voces más claras en relación a los hechos de la mina San José fue el escritor chileno Antonio Skármeta, aquel que escribiera “El Cartero”.
"Metafóricamente quiero decirle que hay mucha gente que en distintas partes del mundo está enterrada y no la vemos. Y a esta gente la podríamos ayudar si tuviéramos una ética humana, como esta ética que ha desplegado el mundo en torno a estos pocos mineros chilenos", dijo Skármeta en entrevista con la agencia DPA en Berlín.
"Ésta es la primera lección, que la voluntad está viva en el mundo, que la solidaridad está viva y mi ruego es que no necesite de episodios tan dramáticos para mostrarse", añadió el autor que se encuentra en la capital alemana con motivo del 80 aniversario del Instituto Iberoamericano de Berlín.
Por otra parte, destacó el valor humano de los mineros que aguantaron 69 días bajo tierra. "Los trabajadores chilenos que suelen trabajar en condiciones muy precarias, de seguridad y de salario, tienen un enorme valor humano que es lo que les ha salvado la vida. Se han mantenido unidos y no han claudicado", dijo.
Afirmó que Chile por sus estructuras geográficas y por su situación tan aislada del resto del mundo es un país "acostumbrado al castigo". Puso a los mineros como ejemplo de cómo enfrentar una fatalidad.
"Así como estos supieron sobrevivir, el pueblo chileno también supo pacífica, ordenadamente y alegremente salir de una dictadura atroz como la de (Augusto) Pinochet", dijo el autor que durante la dictadura militar en su país vivió como exiliado en la entonces Berlín Occidental.

San Nicolás
El 25 de setiembre de 1983, Gladys Quiroga de Motta, esposa de un obrero de SOMISA, en la ciudad de San Nicolás, dijo recibir la visita de la Virgen María.
Comenzaba el ciclo que convertiría a la ex ciudad obrera en la ciudad de María.
De polo trabajador a punto fundamental del turismo espiritual argentino.
Durante el menemismo rubicundo “los milagros” de la Virgen de San Nicolás fueron multiplicados por los medios de comunicación.
En forma paralela al crecimiento de la desocupación y el trabajo precario.
Se levantó un fenomenal templo en el llamado “campito” de la Virgen.
No era cualquier lugar.
Era el mismo sitio que hasta 1977 había servido para que la gente humilde de la ciudad construyera sus propias casas por medio de bloques que ellos mismos hacían con sus manos.
Una propuesta del entonces obispo de San Nicolás, Carlos Horacio Ponce de León, asesinado por la dictadura militar el 11 de julio de 1977.
Aquel campito, también llamado villa corpiño o villa pulmón, terminó siendo sede de una forma de religiosidad totalmente diferente a la predicada por Ponce de León.
En lugar de la construcción colectiva del reino de los cielos se pasó a las muchedumbres que esperan la salvación individual, el milagro que ofrece el sistema.
Una historia que merece ser conocida para saber cómo operan los sectores dominantes de la sociedad argentina.

San Nicolás de los Arroyos formaba parte del centro industrial en la geografía que el poder económico diseñó entre los años cincuenta y sesenta.
Le tocó las generales de la ley del Gran Rosario.
A partir de los años setenta, la crisis del modelo fordiano hizo que las grandes plantas dejaran de ser funcionales.
En el mundo desarrollado se organizó una red estatal de seguros de desempleo y créditos a baja tasa de interés para que el proceso de reconversión industrial no fuera violento y no tenga costos sociales altos.
En América latina esto era impensable.
El estado fue cooptado a partir de 1955 en beneficio de diferentes grupos empresariales que hicieron que los créditos sirvieran para sus industrias, en forma paralela que se subsidiaba la producción o, en algunos casos, las empresas estatales se vaciaban en beneficio de los intereses particulares.
Ese tipo de estado no estaba configurado para invertir en la construcción de una red social.
La Sociedad Mixta Siderúgica Argentina, SOMISA, constituida y pensada desde la década del cuarenta pero que recién en 1963 puso en funcionamiento a uno de sus hornos; que había dado ocupación a más de 14 mil personas y que hizo crecer a San Nicolás demográfica y económicamente; debía reconvertirse y eso significaba, privatización, ajuste y despidos.
Somisa hizo de San Nicolás una ciudad industrial.
Albergó en su seno a una de las delegaciones más poderosas de la Unión Obrera Metalúgica y, al mismo tiempo, barrios enteros de familias obreras.
En ese caldo de cultivo, surgió una pastoral que necesariamente debía acompañar el pensamiento, la vida cotidiana y los problemas de los obreros metalúrgicos.
Así lo entendió el obispo de San Nicolás, Carlos Ponce de León, quien distribuyó a sus sacerdotes por los distintos barrios de la ciudad.
Aunque no estaba enrolado en el Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo, Ponce de León creía en un magisterio encarnado en la clase trabajadora.
Carlos Ponce de León nació el 17 de marzo de 1914 en Navarro, provincia de Buenos Aires, y en 1962, fue nombrado obispo auxiliar de Salta, acompañando a monseñor Roberto Tavella. Desde allí Ponce de León se hizo lugar para ser el asesor del Sindicato del Personal Doméstico y dar asistencia a los barrios de emergencia "donde es reconocida su obra en las villas General Belgrano, María Esther, Alto Molino, El Milagro, San Antonio, 20 de Junio, General Lavalle y San José", como indica una biografía oficial difundida por el arzobispado de San Nicolás.
Ponce de León participó del Concilio Vaticano II, en Roma, y se tomó en serio sus conclusiones acerca de la necesidad de reformar la institución.

Aquel obispo ,entonces, fue identificado por los proveedores de la muerte como un obispo rojo, a pesar de no haber formado parte del Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo.
Su definida pastoral a favor de los sectores trabajadores y empobrecidos de San Nicolás lo convirtió en un enemigo del sistema.
Por eso lo mataron.
Por eso alentaron la nueva forma de promover los valores cristianos a partir del desguace de la ciudad obrera a través del milagro individual que postula la imagen de la Virgen del Campito.
El 18 de junio de 1966 asumió como arzobispo de la ciudad siderúrgica.
Fundó Cáritas Diocesana y creó 16 nuevas parroquias y varias vicarías.
También inició "la escuela diocesana de Servicio Social que funciona con número cada vez mayor de alumnos, preparando asistentes sociales con una sólida formación de caridad cristiana" y aplicó el llamado "plan pastoral diocesano" que "ha tenido una marcada insistencia en la religiosidad popular".
"Para la atención de las clases más necesitadas, procuró la presencia de sacerdotes en las villas de emergencia, quienes acompañados por religiosas y laicos, llevan a cabo una tarea pastoral especializada", señala su biografía.

El caso Ponce de León forma parte del "Nunca Más".
"El prelado se dirigía a la Capital Federal en compañía de su colaborador Víctor Oscar Martínez, con el objeto de llevar documentación a la Nunciatura Apostólica, relativa a la represión ilegal (secuestros y torturas) implementada en la diócesis de San Nicolás y también en Villa Constitución. Esa documentación involucraba al entonces general Carlos Guillermo Suárez Mason (jefe del primer cuerpo de ejército), al coronel Camblor (jefe del regimiento de Junín) y más directamente al teniente coronel Saint Aman (jefe del regimiento con asiento en San Nicolás)...
“La documentación que el obispo de San Nicolás llevaba en su poder desapareció sin ser reclamada por el canciller de la diócesis, monseñor Roberto Mancuso, capellán de la unidad carcelaria. Víctor Martínez recuerda que el obispo después de asistir al entierro de monseñor Angelelli, obispo de La Rioja, había comentado en una reunión: "ahora me toca a mi".
A consecuencia del choque automovilístico, el obispo fue conducido a la clínica San Nicolás (en la misma estuvo internado Víctor Martínez) donde falleció horas más tarde como consecuencia de las heridas sufridas. Pudo establecerse que ni al médico de cabecera del prelado le fue permitido ingresar en la sala de terapia intensiva; sólo pudo verlo, antes de morir, su señora madre.
A los pocos días del accidente, Víctor Martínez que estaba haciendo el servicio militar en la Prefectura de San Nicolás fue arrestado por orden del Teniente Coronel Saint Aman sufriendo toda clase de vejaciones físicas y psíquicas durante su cautiverio. "En ese lugar me golpearon hasta desmayarme. Así durante horas. Luego comenzaron a preguntarme cuáles eran las actividades del obispo, qué personas lo visitaban, a cuántos extremistas había ocultado".
Hacía tiempo que monseñor Ponce de León era objeto de amenazas. "Las amenazas personales se las hacía el teniente coronel Saint Aman: "tenga cuidado, usted está considerado un obispo rojo". El mismo jefe militar le había prohibido celebrar misas de campaña en el regimiento "porque allí no entraban los curas comunistas" (testimonio de Víctor Oscar Martínez)".

“No es que uno sea suspicaz pero, ¿por qué los obispos de izquierda mueren en accidentes automovilísticos?. En Perú, entre 1982 y 1986, murieron cuatro obispos en misteriosas colisiones; aquí, uno de los contados obispos que enfrentó con todo coraje a la dictadura de Videla, monseñor Angelelli, perdió su vida en un extraño choque en la ruta; al obispo de San Nicolás, verdadero paladín en defensa de la gente perseguida durante ese tiempo, Ponce de León, también le tocó la misma suerte; a monseñor Devoto, obispo de Goya, defensor de los campesinos, le pasó lo mismo. Al obispo de Santa Fe, monseñor Zazpe, un camión lo chocó de atrás cuando estaba en su automóvil y salvó milagrosamente su vida. ¿Qué ocurre?. ¿Acaso nuestro buen Dios juega al choque de autitos a pila desde el cielo? Obispos y de izquierda. Una mezcla detonante para establecidos y globalizados”, escribió Osvaldo Bayer, el autor de los cuatro tomos de “La Patagonia Rebelde”, luego de analizar las investigaciones periodísticas de Etel Capdevila y de este periodista en torno al caso Ponce de León.
Bayer incluyó esta nota titulada “Una historia muy argentina” en su libro “En camino al paraíso”, en la que hace mención a las declaraciones del sacerdote católico José Karaman, actualmente residente en Salto.
Ponce de León los recibió en San Nicolás en 1966. “Nos dijo: “Muchachos, acá hay que poner el concilio en marcha y hacer las reformas correspondientes. Que no sean sólo las reformas litúrgicas sino una presencia de la iglesia en la transformación de la sociedad. ¿Puedo contar con los curas y las monjas?. Fue así como él entregó la conducción a los curas jóvenes, cosa que a los curas viejos les revolvió las tripas. Eso trajo consecuencias, sobre todo a nivel del compromiso social. La diócesis de San Nicolás comenzó a acoger a sacerdotes que tenían enfrentamientos con los obispos conservadores”, sostuvo Karaman.
Luego vino la crónica contada en estas líneas, el asesinato de Ponce de León y el turismo espiritual hacia la virgen del campito.
De allí que Bayer haya terminado su artículo con una profunda ironía sobre los últimos treinta años de historia argentina.
“Somos todos cristianos. Somos todos argentinos. Agradezcamos a Dios su infinita sabiduría. Obediencia debida y punto final. Amén”.

La muerte de Ponce de León fue el final de una pastoral de promoción social de los sectores marginales y de la organización de las barriadas obreras de San Nicolás.
Sin Ponce de León y en medio de un acelerado proceso de ajuste dentro de Somisa, San Nicolás pasó de una pastoral comprometida, al milagro de exportación de la llamada "virgen del campito".
Según cuenta René Laurentin en su libro "María del Rosario de San Nicolás", uno de los tantos artículos que se venden en las decenas de comercios que rodean al predio donde supuestamente apareció la virgen, el primer contacto que tiene la madre de Cristo con la señora Gladys Quiroga de Motta, esposa de un ex obrero de Somisa, fue el 25 de setiembre de 1983.
A partir de ese momento, se sucedieron los mensajes y las órdenes de la virgen para que se construya un templo monumental diciendo "quiero estar en la ribera del Paraná".
Desde octubre de 1984 se comenzó a hablar de curaciones milagrosas y el recuerdo de la pastoral social y comprometida de Ponce de León ni siquiera formaba parte de los dichos oficiales de la iglesia nicoleña.
El 25 de agosto de 1985, la municipalidad de San Nicolás donó el terreno y el 25 de febrero de 1986, el vicario general Roberto Mancuso, el mismo que no reclamó las carpetas que llevaba Ponce de León en julio de 1977, encabezó la primera procesión hacia el campito.
El mismo lugar que hasta el día del asesinato de Ponce de León sirvió de escenario para la construcción de una bloquera llamada “A pulmón” y que contaba con el impulso del obispado y su pastoral.
En el mismo lugar del intento de la construcción del reino de los cielos a través del compromiso con el prójimo para crear una sociedad con justicia social, se instaló un templo para que la gente, en forma individual, rece por su salvación personal sin participar en ninguna lucha para oponerse a la flagrante exclusión social.
Todo un símbolo el “campito de la Virgen”.
En setiembre de 1985, el arzobispo nicoleño, Domingo Castagna fue el que se puso a la cabeza de la segunda procesión.
El 8 de octubre de 1987 se firmó el contrato con la empresa constructora "Gerlach & Campbell", al mismo tiempo que se difunden listas de curados milagrosamente.
El Vaticano prometió investigar los milagros y en contraposición, jamás emitió una sola línea con respecto a la muerte de Ponce de León.
En el año 1991, Somisa dejó de formar parte del estado argentino y pasó a integrar el patrimonio del poderoso grupo Techint.
Más de 8 mil despidos y 174 millones de dólares en indemnizaciones y retiros voluntarios que sirvieron de anestesia social para los obreros metalúrgicos.
El padre Damico pasó de ser un cura obrero a un sacerdote sanador que no da abasto para asistir a miles de casos individuales de todo el país.
La secuencia de los hechos en San Nicolás es una síntesis de la historia social del país y de la región: sacerdotes comprometidos movimiento obrero organizado terrorismo de estado ajuste milagros individuales anestesia social olvido y silencio promovidos desde la jerarquía misma.
De allí que la construcción de la verdad histórica, la búsqueda de justicia y la recuperación de los sueños colectivos servirán para un futuro mejor, en el que los mercaderes dejarán de violentar el templo de la vida cotidiana de los argentinos.
Nuestros hijos esperan que le devolvamos la memoria de por qué es necesario enamorarse del país y de la región que alguna vez fue el cordón industrial del Paraná.

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