lunes, 3 de mayo de 2010

Escuela estatal, problema de conocimiento público. Escuela privada, asunto interno…

Por Bruno Javier Del Barro | 21 años

La escuela privada, como toda institución de la misma naturaleza, justifica su florecimiento debido a la decadencia del orden público. Cada año, la pretensión de comenzar el ciclo lectivo es amenazada por las inacabables disputas que también parecen tener propiedades cíclicas.
´Los docentes en legítimos reclamos de sus salarios -profesionales de los que depende exclusivamente los conocimientos claves de los futuros ciudadanos- utilizan este mismo recurso, el de negarse a brindar educación, para presionar a un Estado que dice querer, pero no poder soltar más la soga. La conflictividad gremial y sectorial aumenta por problemas estructurales que no se resuelven y hasta se pretende dar la impresión que por simple costumbre a la discordia que poseen, mientras a ojos de todos se desploma, ladrillo por ladrillo, el servicio educativo público y lo mismo ocurre, pero sin metáforas, con el estado físico de los establecimientos.
Entre tira y afloje de un lado para otro, las clases se dictan, sin completar los programas y con días perdidos, pero algún tipo de educación se despliega durante el año, aunque sea rengueando. De todas maneras, dentro de los convenios que se alcanzan con los maestros, lo que nadie exige, y hasta parece pedir mucho, es un mayor compromiso con la tarea educativa y una más elevada formación pedagógica y curricular de estos.
Como contracara del conflicto, entra en escena la educación privada, siempre austera y ajena a todo, promete calidad en sus servicios y garantiza la educación diaria, aunque su verdadera publicidad se halla en los papelones que la educación pagada por todos nos hace pasar año tras año en los diarios y canales de televisión.
El traspaso creciente de alumnos a las escuelas privadas es un proceso que se viene gestando desde la década de 1990 pero que se agudizó en los últimos años. En la provincia de Buenos Aires, hay 1.475.000 estudiantes en las escuelas privadas, casi medio millón más que en 1997, y se espera un crecimiento del 4% en la matriculación del 2010.
Excepciones
"Los únicos perjudicados son los chicos, que pierden horas de clases que después no recuperan", se queja Graciela, cuando una mañana los maestros realizaban una medida en reclamo de mejoras salariales. Sus tres hijas estudian en un colegio de La Plata, donde vive la familia, y esa mañana la medida de fuerza sí fue sorpresa para ellos, pues la San Juan Bautista es una escuela privada, donde Graciela optó por inscribir a sus hijas para evitar, de una vez por todas, los paros. Las niñas cursan el segundo y quinto grado en el establecimiento católico y recuerda que en el reinicio de las clases después de las últimas vacaciones de invierno, el colegio no abrió sus puertas por una conmemoración religiosa. Entonces esa semana las chicas sólo tuvieron tres días de clases. Graciela está resignada.

Prohibido coeficiente intelectual alto
Antes de inscribir a sus hijos en estas instituciones también hay que tener en cuenta que los directivos se manejan con rigurosidad, por ejemplo, analizarán el coeficiente intelectual del alumno. Si este es elevado, tal vez no sea apropiado tenerlo en su establecimiento: hace unos años a Sandra y a Carlos les rechazaron la rematriculación a sus tres hijos en una escuela privada en Banfield a la que asistían desde Jardín de Infantes. "No nos dieron explicaciones, sin ninguna argumentación no quisieron renovarles las vacantes a mis hijos.
Nos mandaron un comunicado diciendo que no tenían la intención de volver a matricular a ninguno de mis hijos", asegura Carlos. Y cuenta que sus chicos eran excluidos y discriminados incluso desde antes de que les llegara ese comunicado. "Las directoras les sugerían constantemente que Nahuel abandonara la institución en la que por años había hecho sus estudios y que nosotros habíamos elegido”. Sandra y Carlos se reunieron con la directora de la escuela y decidieron pedirle al colegio un gabinete psicopedagógico para poder ver cuál era el problema del que se responsabilizaba a Nahuel: "Tenía un coeficiente intelectual alto, eso les molestaba. Porque decían que se aburría mucho en clase, que molestaba a sus compañeros y que no prestaba atención", dice Carlos. Y continúa: "El colegio no cumplió con el compromiso de conectarse con los psicólogos que detectaron y diagnosticaron su alta dotación intelectual y por eso quería que lo cambiáramos". Para entonces, a Nahuel le diagnosticaron estrés por situaciones traumáticas vividas. "Lo agredían o lo insultaban sus docentes y directoras", dice Carlos. (Clarín)
Sin embargo, estos pueden constituir casos aislados. Antes que nada, la escuela privada representa en su mayoría una institución seria y no cualquiera puede estar al frente de ella.

Bondades de abrir una escuela privada
Aunque tal vez sí, “poner” un colegio particular sea cosa de mandinga, además de ser un excelente negocio: estos establecimientos cobran cuotas desde 30 hasta 800 pesos por mes y el 80% está subvencionado por el Estado. Imaginen que no todo sería lo mismo si este porcentaje fuera volcado a las escuelas públicas.
Representa además un método fehaciente para el blanqueo de dineros provenientes, por ejemplo, del narcotráfico. En la localidad de Candelaria, Misiones, detuvieron a la dueña de una institución privada por integrar una banda que traficaba drogas y blanqueaba sus ingresos. Participaban su marido, dueño de un prostíbulo, y un policía aeroportuario. El colegio, de hecho, fue exclusivamente montado con la idea de usarlo para blanquear dinero proveniente de estas actividades indecorosas. El instituto es deficitario y parte de los sueldos eran cubiertos con dinero proveniente de las actividades ilícitas de la banda. En un momento dado, los integrantes de la banda descubrieron que la Justicia Federal estaba tras sus pasos, motivo por el cual dejaron de encargarse de la distribución de la droga hacia los grandes centros de consumo y continuaron invirtiendo fuertes sumas de dinero en autos y propiedades. Entre ellas, el colegio, que continúa dictando clases sin inconvenientes con una de sus maestras a cargo.

Acostumbrados a la escuela pública
A diferencia de la escuela estatal, donde el directivo no puede elegir a sus docentes, dado que estos toman las horas o cargos en Acto Público y el directivo sólo tiene que aceptar la designación, en la privada, el directivo elige a sus maestros y profesores, a través de un currículum y una entrevista que acrediten su experiencia e idoneidad. Parece una gran ventaja, que asegura de manera directa el profesionalismo del personal. No obstante, en los hechos, puede resultar llamativo en estos institutos, la cantidad de profesores y empleados con el mismo apellido de los dueños.
Los directivos de establecimientos particulares tienen la libertad de manejarse a su criterio con la designación o desecho de sus docentes. Reclamar la antigüedad que les corresponde, es una razón de despido y también lo es el adherirse al sindicato pertinente. Esto fue lo que le pasó a tres docentes hace unos días, y se suma a la larga lista de intimidaciones que sufre el sector privado. Una de ellas hacía doce años que trabajaba en el colegio Cristo Rey de Rosario, pero sólo cuatro que era subvencionada, así que se presentó ante el rector para avisar que reclamaría la antigüedad que le correspondía. Ni más ni menos. Pero a cambio de la cortesía le contestaron de muy mala manera y cuando vuelve de sus vacaciones se encuentra con el despido. "Lo primero que quise saber fue por qué, si había tenido algún mal desempeño en mi tarea, y me dijeron que no, que era sin una causa justificada. Así, sin darme un motivo, me dejaron sin trabajo", cuenta angustiada la maestra de 47 años. “Siempre callé por miedo a perder el trabajo, pero necesitaba que me reconocieran esa diferencia”. “En esta situación sentís que el miedo, el acoso y haber visto a lo largo de estos años la cantidad de despidos que hubo en mi colegio me paralizaron”.
Otras dos profesoras de la Escuela J. N. Bialik también fueron despedidas sin motivo. “Ustedes están acostumbradas a la escuela pública, no se pueden adaptar aquí, no tienen el target que la escuela necesita”, les dijo la directora de la Bialik. Entre otras cosas, la descalificación se relacionaba con que estas dos maestras iban a trabajar en colectivo o en bicicleta. Entre tantas situaciones cotidianas que -afirman- les generaron como mínimo un “estrés permanente”, lo más doloroso fue sentirse descalificadas y hasta discriminadas por trabajar también en el sector público de la educación. Desde el Sadop (Sindicato Argentino de Docentes Privados) aseguran que "trabajar bajo presión es habitual entre los docentes privados".
Según indica la página del Servicio Provincial de Enseñanza Privada (Spep), tanto el colegio Cristo Rey como la escuela J. N. Bialik reciben el ciento por ciento de subsidio estatal. Entre varias anomalías que denuncian las profesoras está la de haber cobrado durante un buen tiempo el sueldo el día 15 de cada mes, “cuando el Estado lo depositaba antes”. También indican que “la escuela cobra una cuota de 600 pesos a los alumnos”.
Pero, entre otras denuncias graves que formulan, está “la existencia de alumnos fantasmas”: “Nos obligaban a ponerles una calificación a alumnos que no teníamos”, cuentan las profesoras dejando ver que esto se realizaba para mantener una matrícula mayor y no perder el subsidio del Estado. (La Capital)
Lorena, otra maestra, del Colegio 1.114 “Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia” de Arequito, también fue despedida, el último día de clases. Le dijeron que era por “falta de matrícula”, desde el Sadop dicen que es “un típico caso de disciplinamiento” por su participación sindical. Y hay quienes afirman que esa escuela condiciona la estabilidad del trabajo a la no afiliación gremial. Las autoridades de la escuela, la esperaban con un cheque y papeles listos para que firmara, sin más trámite, la indemnización que ya le habían calculado le correspondía. “La hermana Asunta, que es la representante legal del colegio, me dijo que si yo firmaba y terminaba todo bien, el año que viene tendría posibilidades de trabajar, de reemplazar de nuevo, pero que todo sería distinto si me rebelaba y aparecía el gremio”, cuenta la maestra muy angustiada por la forma amenazante con la que la trataron.
La escuela particular de Arequito, conocida como la de “las Hermanas” viene sufriendo una baja de matrícula. “Veníamos entre todos haciendo todo tipo de proyectos para levantar la escuela, hasta poniendo plata de nuestro bolsillo para sustentarlos, por eso me indigna y desmoraliza el trato que me dieron, y que también le pueden dar a otras compañeras. Hemos hecho de todo para sacar la escuela adelante”, repasa Lorena sin encontrar explicaciones. Sin embargo, la escuela recibe el 100% de subvención estatal, eso quiere decir que los sueldos de los docentes los paga en su totalidad el Estado. Este es un dato clave para entender que en realidad la pretensión estaría en derivar ese cargo a otra escuela de la congregación. Dicho de otra manera, echaron a la maestra, pero el cargo sigue en pie (La Capital).

En fin
La pérdida de alumnos en las escuelas públicas deriva de la pérdida de valoración social de estas instituciones, las cuales corren el serio peligro de que desaparezca uno de sus capitales históricos: la pluralidad social. El declive de las escuelas públicas, entonces, está provocando una creciente "guetización", vale decir, un proceso de desencuentro con la diversidad social y de aislamiento de las aulas estatales, las cuales quedan como residuales para los sectores más carenciados, impedidos de migrar a estos espacios educacionales de mejor valoración. A esto se le suma el elevado nivel de deserción y repitencia que se observa en la escuela secundaria, lo cual afecta principalmente a los adolescentes de menores recursos, que dejan sus estudios y así condicionan severamente sus posibilidades futuras (Clarín).

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