sábado, 27 de marzo de 2010

Nota de la Redacción: La saga continúa

Investigación periodística: Carlos Del Frade

Este material era el destinado para la edición de febrero que, por múltiples inconvenientes se postergó un mes.
Al cierre de este número, fue ejecutado Roberto “Pimpi” Camino, como si esta nota que hoy les ofrecemos, hubiese sido de cierta manera premonitoria. Las muertes se suceden dentro de una trama que involucra a protagonistas relevantes que gozan de protección e impunidad . Decidimos en la redacción, que la crónica de ninguna manera perdió vigencia y obró a modo de anticipo, de la próxima entrega de Carlos del Frade que, con seguridad, seguirá aportando material valioso a las investigaciones que viene realizando sobre el tema.
El asesinato de Walter Cáceres
IMPUNIDADES GOLEADORAS
Más de dos decenas de víctimas se han cobrado en los últimos quince años los enfrentamientos internos entre las barrabravas de Central y Ñuls en la zona del Gran Rosario. Socios menores de delincuentes de guante blanco, tienen demasiados contactos en la policía provincial, los tribunales, dirigentes sindicales, políticos y empresariales que, por otra parte, no son mencionados en las crónicas periodísticas. El reciente asesinato de Walter Cáceres pone de manifiesto que la matriz de los años noventa sigue viva no solamente en el fútbol rojinegro, sino también en la ciudad. La cantidad de cápsulas que mostraban los vecinos del empobrecido barrio Las Flores dan muestra que la actual barrabrava de Ñuls tampoco tiene escrúpulos a la hora de tirar a matar. Por un milagro ninguno de esos proyectiles impactó en el cuerpo de alguno de los pobladores cercanos a la autopista Rosario – Buenos Aires. La crónica va más allá de lo futbolístico. Otra vez es preciso repetir que lo que sucede en la cancha chica del fútbol es consecuencia de los factores de poder que manejan el juego de vida cotidiana en la cancha grande de la realidad, de la historia. Las máscaras muestran como supuestos responsables del drama de la familia Cáceres a los líderes de la barra, el depuesto Pimpi Camino y el actual referente, Panadero Ochoa. Pero ellos son expresiones de un cúmulo de intereses que van desde nichos dirigenciales futbolísticos a distintos estratos de la sociedad. Nadie sabe qué está haciendo Eduardo López ni qué tuvo que responder ante la denuncia penal presentada por la actual comisión directiva del club del Parque, como tampoco queda claro qué poder maneja Ochoa si no cuenta con alguna complicidad actual. Y en el fondo de la cuestión aparece el manejo del territorio del que hace décadas era un barrio de obreros del puerto y de la carne, como es el barrio Las Flores. Y también el sentido existencial para miles de pibes que solamente encuentran su destino detrás de una camiseta de fútbol o pertenecer a alguna barra. No se trata de un hecho policial, sino de la dolorosa comprobación de una crisis política que crece junto al silencio de las principales autoridades de la ciudad y la provincia. Rosario sigue siendo la ciudad goleada, entre otras cosas, por sus impunidades goleadoras a favor de las minorías.


Walter y el país goleado

-Vivió y murió por Ñuls – dijo Carlos Cáceres, el papá de Walter -de solamente catorce años-, asesinado de tres balazos en su cabeza como consecuencia de un ajuste de cuentas entre los integrantes del grupo de tareas que se hace llamar barra brava del club del Parque Independencia de la ciudad de Rosario.
Algunos medios de comunicación suman cadáveres y amontonan a Walter en una cifra, el muerto número 244 en la historia del fútbol argentino.
En realidad es una coartada para los matadores.
La cancha chica del fútbol es consecuencia de la cancha grande de la historia, de la realidad.
Son los mismos factores de poder los que hacen posible que los ganadores siempre sean los menos y que los perdedores, como siempre, sean los que son más en estos arrabales del mundo.
Mientras tanto, en la cancha chica del fútbol y en la cancha grande de la historia, las mayorías son meros espectadores del negocio que reduce la felicidad a ser la propiedad privada de unos pocos. Walter es algo más que la víctima 244 del fútbol argentino.
En la madrugada del jueves, cuando el colectivo que transportaba las banderas de la hinchada rojinegra estaba por ingresar a Rosario, fue emboscado desde uno de los costados de la autopista que conduce a Buenos Aires.
-Llovía plomo -fue la declaración de un sobreviviente-. Era la consecuencia de las peleas entre los que se quedaron afuera del club con la derrota del ex presidente Eduardo López y los que ahora dicen gobernar los destinos del renovado grupo de tareas.
Walter le encontró sentido a la vida a través de los colores de la camiseta del club del que era hincha. No pudo, no lo dejaron descubrir otros sentidos a esta aventura cósmica que es la existencia humana. Y el que vive sin sentido termina muriendo sin sentido. Más allá del fatalismo implícito en la feroz síntesis que hizo su padre ante los medios de comunicación de la ciudad de Rosario.
Hace rato que la violencia es un negocio además de una de las principales herramientas del sistema capitalista. Y eso se ve con claridad en el territorio del fútbol.
Porque los grupos de tareas llamados barrabravas no son más que la mano sucia de los delincuentes de guante blanco.
Los que hacen posible que el ex jefe de la barra esté libre y que sus sucesores hayan exhibido una indiscutible zona liberada para concretar la emboscada y la cacería que terminó con la vida de Walter.
Pero del lado de los micros de la actual conducción de la barra, hubo una respuesta que no tuvo nada que envidiarle a la agresión inicial. Los pobladores de las casillas de latas que intentan todos los días inventarle un sentido a la palabra vivir, a la vera de la autopista, mostraron decenas de cápsulas de proyectiles que salieron desde los vientres de los colectivos.
A Walter lo mató toda una estructura impune e invicta que viene desde los años noventa, donde la violencia y la droga terminan dándole sentido a la vida de miles de adolescentes que no lo encuentran en otro lado.
La Santafesina SA -es decir la policía de la ciudad de Rosario-, algunos jueces, algunos dirigentes políticos, gremiales y empresariales, son corresponsables de este asesinato.
Aunque las víctimas estén siempre del mismo lado, alguna vez habrá que buscar entre los delincuentes de guante blanco el por qué el país que ama el fútbol, hace rato, se ha convertido en un país goleado. Walter Cáceres lo confirma.

Máscaras

"Esto fue un tema interno de la barra. El asunto es así: la barra brava anterior quiere venganza, quiere volver, y la muerte era para Diego Panadero Ochoa, el que sacó a Pimpi Camino. Lamentablemente se equivocaron de colectivo y mataron a mi hijo", dijo también Carlos Cáceres, el padre de Walter.
El diario “La Capital” publicó que en “la investigación prevencional hay un testimonio formalizado que acusa a Chamí como el que tiró contra los colectivos con un fusil ametralladora". El joven que recibe ese apodo no es otro que uno de los hijos de Roberto Camino, el ex líder de la barra leprosa que parece seguir gozando de cierto grado de impunidad. El menor, con varios antecedentes sobre sus espaldas, está prófugo de la Justicia que lo busca por un homicidio ocurrido el 23 de enero del año pasado en el barrio La Tablada. Asimismo, desde la Jefatura de policía se comunicó ayer que cuatro hinchas de Newell’s fueron apresados cuando estaban a bordo de un utilitario frente a una estación de servicios de la zona oeste de la ciudad y en su poder tenían una pistola calibre 9 milímetros cargada con 16 cartuchos” que fue secuestrada y será peritada para saber si fue una de las utilizadas en la mortal emboscada del jueves 4 de febrero de 2010.
El Panadero, nueve jefe de la barrabrava de Ñuls, Diego Ochoa, “viajaba en uno de los micros baleados y todavía no había descendido para trasbordar de unidad cuando empezó la lluvia de proyectiles. Incluso, aseguran avezados pesquisas, fue él uno de los que repelió el ataque desde arriba del colectivo”.
La crónica sostiene que “los policías que investigan el hecho quieren determinar quiénes integraron la banda de entre 10 y 12 hombres que escondidos en los pastizales de Las Flores atacaron al convoy de barrabravas. Saben, por testimonios aportados por voces de la calle, que llegaron hasta Las Flores en al menos dos autos y una moto, que estaban no sólo bien armados sino también pertrechados algunos de ellos con chalecos antibalas. Y también conocen, por los años que llevan en el oficio, que a ese lugar de Las Flores no se accede fácilmente a esa hora de la madrugada si no se tiene la venia de la banda que controla el lugar: Los Monos. En este orden habrá que recordar que Los Monos supieron ser socios de Pimpi Camino durante su reinado en el paraavalancha leproso. Y, aunque algunos hombres de la policía dicen que esa alianza se rompió, otros aseguran que está más fuerte que nunca y que el hijo prófugo de Camino, Chamí, está aguantado en un rancho de Las Flores con la protección de Los Monos. Deberá ser la policía la que descubra si esto es así y poner al muchacho delante del juzgado de Menores que ordenó su captura porque hay versiones que lo sindican como el que disparó la ametralladora FMK3 contra el colectivo de los barrabravas. A ese reclamo de la Justicia, Chamí le suma un pedido que pesa sobre él por la ejecución a balazos de Sebastián Galimany, ocurrido el 23 de enero de 2009 en las calles de La Tablada. La víctima fatal tenía 21 años y al momento de ser atacado estaba en compañía de Facundo S., de 22, que milagrosamente salvó su vida pero quedó con secuelas irreversibles. Ese estado no le impidió a Facundo sindicar ante los investigadores al hijo de Pimpi Camino como el ejecutor del crimen. Sin embargo, pese a los detalles aportados por el testigo, la causa no tuvo ningún impulso ni en la policía ni en los Tribunales”, apuntaba la muy buena nota periodística.
Agregaba el artículo que “una información anónima que recibieron en la Dirección de Asuntos Internos de la policía rosarina, dio cuenta de que en una casa de calle Los Capitanejos, en Granadero Baigorria, se hallaban escondidas las armas de la barra brava. Los pesquisas lograron la orden de allanamiento correspondiente y fueron hasta el lugar. Las armas no estaban, pero en el lugar había 800 gramos de cocaína y por eso dieron intervención a la gente de la Dirección de Prevención y Control de Adicciones. El dueño de la vivienda, el cabo primero retirado de la policía Alejandro Kellis, terminó tras las rejas”, terminaba la información.

Tres mil pesos

Carlos Cáceres, el padre del chico que murió tras ser baleado en la emboscada a la barra de Newell’s denunció el viernes 5 de febrero en una comunicación con Canal 5 que "acá hay mucha gente enredada. La policía, gente del gobierno, de los Tribunales, pero todos se lavan las manos y miran para otro lado".
El hombre sostuvo que su hijo fue víctima de una disputa entre dos sectores de la barra brava. "Los nombres los voy a dar en la conferencia de prensa. En este momento sólo puedo decir que fue un enfrentamiento entre barrabravas y que la gente, la policía y los jueces saben quiénes son".
"Si tienen los huevos y los calzoncillos bien puestos, ellos saben quiénes son. Le digo más, mensualmente nos piden 3 mil pesos los jueces, los policías y los boludos que están atrás de ellos", aseguró Cáceres.
Cáceres también sostuvo que desde los micros no respondieron el ataque como dijo la policía. "Esto no es una guerra. Es guerra cuando vos te tiroteás con el otro y el otro se tirotea con vos. En este caso fue una emboscada. Y si no, pregunten a la policía que siempre está ahí. Cuando pide plata le damos bastante. Ahora pagaron el doble de lo que pidieron y le sacaron a la policía. La consecuencia es que mataron a mi hijo y hay muchos heridos que andan por ahí y nadie sabe", afirmó.

La visión política

“Evidentemente en el tema del fútbol siempre se encuentra la sospecha de que existen otras situaciones que van más allá del aspecto meramente deportivo, que muchas veces pueden estar asociadas con cuestiones delictivas. Es correcto que en el tratamiento de las economías delictivas hay que profundizar el estudio sobre las causas y no sobre las consecuencias, el delito es la manifestación última, pero hay que ir hasta el fondo: qué es lo que lo mueve. Y si tiene que ver con la droga, la prioridad es atacar a la producción, desactivando las cocinas de pasta base como ya hemos hecho el año pasado, con siete cocinas desarticuladas en Rosario y zona”, dijo el Ministro de Seguridad de la Provincia de Santa Fe, Alvarez Gaviola en una entrevista que le hizo el periodista José Maggi y fue publicada en la edición del domingo 7 de febrero de 2010 en “Rosario/12”.
- ¿Cuál es el nivel de complicidad, o connivencia policial que visualiza con las barras de los clubes y puntualmente en este caso de Ñuls? – preguntó Maggi.
- En este momento no puedo dar una respuesta certera y no puedo anticipar opinión y no sería responsable. Con el correr de los días aparecerán nuevos elementos y pronto tendremos más datos certeros.
- ¿Le sorprende que no haya sido entregado el colectivo de color amarillo sobre el que cayó la mayor descarga de impactos de bala?
- La verdad es que tengo que decir que no es una situación común este hecho, el que no tengamos aún el colectivo, pero estamos trabajando.
- ¿Cómo encuadraría este episodio?
- Es un enfrentamiento entre barras antagónicas, esto es lo que tenemos.

La posición del club

El actual secretario de Ñuls, el abogado Pablo Morosano, dijo que el asesinato de Walter Cáceres “es un problema delictivo que tiene que ver con la seguridad y que excede a Newell's. Es algo relacionado con hechos criminales que ocurren en la zona sur de la ciudad desde hace un tiempo y que no tienen control. Es algo más profundo que lo que pasa en el club y las respuestas las tienen que dar las autoridades y no la comisión. Nosotros no podemos buscar, encontrar o marcar responsables. Sí podemos decir que tiene que ver con una reacción de un grupo que hoy está afuera del club y toma represalias. La comisión directiva lo plantea desde el sentido común, pero no tenemos otra explicación porque son las autoridades policiales y políticas las que deben explicarlo”.
Agregó que el enfrentamiento fue “entre un sector que hoy no está vinculado al club y otro que es referente de la hinchada. Desde que ganamos las elecciones, en diciembre de 2008, alertamos a la policía sobre el vacío que se produjo en la hinchada y las consecuencias que podía traer. Cuando los ex referentes (los hermanos Camino) fueron detenidos se produjo un vacío que fue ocupado por algunos muchachos y seguramente hay otros que lo van a querer disputar. Newell's es víctima de esa situación”.
Morosano reconoció algo evidente: “Newell's siempre tuvo hinchada y como todo club del fútbol argentino también tiene barra brava. Los clubes tuvieron, tienen y tendrán esas barras hasta que haya un cambio político serio que solucione el problema. De ahí a que haya delicuencia son cosas totalmente distintas. La comisión directiva tampoco va a ser como un Quijote que va a enfrentar solitariamente el problema. Estamos muy solos para hacerlo y muy lejos de lograrlo. Pero no vamos a permitir o a apañar de ninguna manera hechos vinculados con la delincuencia. Una cosa es la hinchada y lo relacionado con el club y otra cosa es la delincuencia”.
También dijo que tomaba el hecho como “un acto de revancha o de venganza. Lo digo como mero espectador y analizando la situación desde afuera sin conocer claramante a los actores ni poder atribuírselo a nadie, pero esto tiene las características de un ajuste de cuentas… por algo que tiene que ver con el desplazamiento o vacío que se fue generando atrás del arco de Newell's”.
En forma paralela advirtió que los hechos de violencia pueden continuar: “Creemos que sí aunque no puedo precisar cuándo o dónde. No soy el encargado de hacer tareas de prevención ni inteligencia. Eso le corresponde a las autoridades. Pero lo que llegamos a conocer o escuchar inmediatamente lo hacemos saber”, concluyó en la nota que apareció en el diario “La Capital”, el domingo 7 de febrero de 2010.

Los dichos del Pimpi

“Nunca fui un capo. Fui un referente para que la gente que me seguía estuviera segura. El capo es el que va a chocar siempre con algún problema en los partidos y que arrastra a la gente a eso. Yo lo que hice fue intentar acercar a las clases altas, medias y bajas y hacer una clase social para el club”, dijo Roberto “Pimpi” Camino en el programa “Fútbol sin trampas”, que conduce Luis Yorlano en Canal 5 de Rosario, el domingo 27 de diciembre de 2009.
Había salido de la cárcel antes de la Navidad. Cayó preso con motivo de los balazos y peleas producidas en enero de ese año en cercanías del club del Parque Independencia cuando la nueva dirigencia había convocado a un reempadronamiento de socios.
Eduardo López, una de las más transparentes síntesis de los años noventa, después de catorce años de manejar los destinos de la institución fue derrotado en las elecciones del 14 de diciembre de 2008.
“Tuvieron que cambiar de ropa. Para muchos fui necesario en su momento. Cuando avanzás sobre los poderes van tirando palos y algunos me lo dieron a mí. Hoy empecé a molestar a la clase alta que se quiso apoderar del club. El (ex) ministro de Seguridad (Daniel) Cuenca, el abogado de Newell’s, (Néstor) Vico Gimena y la jueza (Raquel) Cosgaya son parte de esa gente”, sostuvo el Pimpi en esa entrevista. Dijo también que fue víctima de una interna policial durante la gestión del ex jefe de la Unidad Regional II, comisario Daniel Toledo.
“Fui un instrumento usado por la policía y el poder político. Cuando me detuvieron (en Buenos Aires) me fue a buscar Toledo para encargarse de mi seguridad porque me quería matar un alto jefe de la policía que tenía una interna con él”, afirmó.
Para el Pimpi la nueva barra de Ñuls depende “de un sector de la policía que hoy está manejando la seguridad del club y la barra”.
“No quiero volver más a la cancha. Hoy me importa mi familia y no me interesa el club porque me desgastó en un montón de cosas. Estoy tratando de disfrutar porque durante estos ocho años olvidé a mi familia y estuve a punto de separarme de mi esposa por llevar lo mejor para Newell’s”, agregó.
Es interesante la observación cronológica. El año en que Pimpi estima como origen de su referencia es el 2000. Fue el año en que López fue denunciado por la AFIP por supuesto lavado de dinero.
“Yo ayudé a muchos vecinos comprándoles remedios y dándoles dinero. Esa es la parte buena de Roberto que la gente no conocía. Como en las campañas políticas los gastos los solventó gente que me necesitó para algo. Una mano lava la otra y las dos lavan la cara”, remarcó.
Su detención en enero de 2009 fue porque: “Tenía que rodar una cabeza y fue la mía. El (ex) ministro de Seguridad, la jueza Cosgaya y el abogado de Newell’s son los que me llevaron a la cárcel. Cosgaya me procesó en cinco días hábiles y en la historia judicial de Rosario nunca se procesó tan rápido a alguien a pesar de que hubo hechos más graves como violaciones y asesinatos”
En relación a Eduardo López aseguro que “es un amigo con todas las letras. Es una de las personas que me enseñó a caminar bien por la vida. La gente no lo conoce bien, pero manejó mal el entorno y eso lo perjudicó”.
Sobre el actual vicepresidente de Ñuls, apuntó: “El Ticky (por Martínez) fue a visitarme varias veces a mi casa. Pensé que era una buena persona y yo lo llevé a la oficina de López. Trabajó para la mutual (del club), pero se cruzó de calle porque Eduardo lo echó de la mutual por el tema de los colectivos que llevaban los hinchas a ver a los partidos de visitante”.
La crónica explicaba que Pimpi fue llevado a juicio junto con sus hermanos Alberto Tato y Juan Ramón bajo el cargo de intimidación agravada por el uso de arma de fuego en concurso real (un delito concatenado al primero) por daños. Sus familiares ya habían recibido a principios de octubre, en proceso abreviado, una condena por la misma cantidad de años, de cumplimiento condicional, lo que permitió a la defensa pedir las excarcelaciones.
Los incidentes en el que estuvieron involucrados los hermanos Camino ocurrieron el 26 de enero pasado en el estadio del parque Independencia. Ese día se realizaba un reempadronamiento de socios cuando, según pudo reconstruir la Justicia, un grupo de unas 50 personas lideradas por Camino arribó al club en dos colectivos. Hubo golpes de puño, rotura de muebles y vidrios y hasta disparos de arma de fuego. La refriega terminó con 21 detenidos, entre ellos dos menores que en poco tiempo recuperaron la libertad.
El diario “La Capital”, publicó el domingo 7 de febrero de 2010, que “cuando el juez de Sentencia Juan Luis Giraudo condenó a Roberto Camino a 3 años de prisión condicional por los desmanes ocurridos en la sede de Newell’s, en enero de 2009, le impuso una condición: tanto él como sus hermanos debían presentarse en la comisaría de su barrio cada vez que Newell’s jugara de local o visitante”.
La noticia sostenía que “hasta ayer en esa seccional no había constancia alguna de que eso hubiera sucedido. Pimpi seguía burlando la orden. Pero tras la tragedia del jueves a Camino no le quedó alternativa y anoche vio el triunfo de su equipo ante Boca en una oficina de la comisaría de Lamadrid al 200 bis. No estuvo solo. También fueron sus hermanos Tato y Juan Ramón, también condenados por aquel intento de apoderarse de la sede rojinegra”.

Sangre y dinero

Una breve crónica de hechos violentos resalta que el 16 de junio de 2004 la barra fue a buscar al barrio Las Flores a Oscar Cacho Lucero, antiguo líder de la tribuna, y balearon el frente de su almacén. No le dieron a él sino a su empleada, Nazaret Melgarejo, de 31 años y madre de cuatro hijos, que murió en el acto.
No se halló al culpable de este asesinato, ni tampoco del de Gonzalo Ferraro, de 21 años, que recibió un tiro en el banderazo del 17 de febrero de 2005, dentro del estadio.
No se sabe quién mató de un balazo de 9 milímetros a Marcelo Martín Coria, de 26 años, en el Fonavi de Alice y Lamadrid, el 8 de septiembre de 2007, donde la barra tiene predicamento y referentes.
Nunca se aclaró quiénes eran los tres hombres que entraron a la casa del intendente del polideportivo de Ñuls en Bella Vista, Daniel Cáceres, y le asestaron cinco puñaladas el 24 de abril de 2002. Ni de tantos incidentes a balazos en plena calle que envolvían a conocidos barrabravas.
Tampoco se sabe quien disparó balazos contra el frente de una panadería, en Vera Mujica al 3800, el 13 de noviembre de 2008. Ese día Mariano Vaccaro, de 27 años, recibió un tiro que lo dejó cuadripléjico. El abogado Ariel Moresco, militante del Mo.Le y actual dirigente del club, afirmó que los tiros iban dirigidos al cuñado del joven, Diego Ochoa, hijo de la dueña y conocido como “panadero”, quien había colectado firmas en favor del movimiento que derrotaría a López en los comicios del 14 de diciembre.

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