lunes, 6 de julio de 2009

Beatriz Sarlo. Masas, revolución y golpe

Por Silvana Depetris

En el marco de la conmemoración por el 30º aniversario del Centro Cultural Bernardino Rivadavia,
fue invitada Beatriz Sarlo a disertar sobre "Mutaciones, 1910/2010. Una mirada al Siglo XX". Beatriz Sarlo es egresada de Filosofía y Letras de la UBA. Dictó cursos en las universidades de Columbia, Berkeley, Maryland y Minnesota. Fue Fellow del Wilson Center en Washington y Simón Bolivar Professor of Latin American Studies en la Universidad de Cambridge. Ha realizado trabajos sobre literatura popular sentimental, historia del periodismo y de los medios de comunicación, cine y literatura de masas en relación con la producción artística y el papel de los intelectuales.
Ha escrito sobre Sarmiento, Echeverría, Arlt, Borges, Saer y Cortázar. Actualmente es colaboradora de Página 12 y Clarín. Desde 1978 dirige la revista Punto de Vista, y entre sus obras más destacadas se encuentran: El imperio de los sentimientos; La modernidad periférica; Martín Fierro y su crítica; Escenas de la vida posmoderna: Intelectuales, Arte y Videocultura; Borges, un escritor en las orillas; Instantáneas: Medios, ciudad y costumbres en el fin de siglo.

Para abordar el siglo XX, Sarlo apeló a ciertas hipótesis. “Hipótesis que tienen una matriz cultural que tienen que ver con procesos sociales y políticos del siglo XX y de cómo pensar el siglo XX hoy”, explicó y luego agregó: “En relación a esto, y afortunadamente, a partir de 1984 la Universidad argentina produjo mucho material histórico y sociológico que nos ayuda a pensar el siglo XX. Digo esto porque me parece un reconocimiento necesario y porque hay una masa de trabajo de investigación que no siempre es el libro más visible en las librerías, a veces son ediciones pequeñas, pero que tratan sobre la historia del siglo XX”.
Entrada en tema, Sarlo explicó que para establecer esas hipótesis es necesario encontrar algunas líneas de análisis e interpretación sobre nuestro siglo XX.
“Digamos, primero, que el siglo XX fue el siglo de las masas. El siglo XX puede ser pensado como el siglo de las masas, incluso las masas fueron el problema de las políticas de elite. Se empiezan a plantear problemas desconocidos para las políticas de elite, que eran políticas donde el acuerdo o el conflicto se resolvían en círculos pequeños. Posiblemente haya sido Hipólito Yrigoyen el primer caudillo que se dirige a masas que él no conoce y que sus mediadores tampoco conocían. El salto se da cuando un caudillo se dirige a masas que no conoce. Ahí se da un salto y esto se acentúa obviamente con la llegada del peronismo y la consolidación durante 10 años y la introducción de transformaciones enormes. Ahí es donde las masas entran en un protagonismo y una teatralización de la política argentina. El nombre propio de las masas uno podría decir que es el peronismo, y que después se convirtió en el hecho maldito del país burgués”, indicó la pensadora.
“También podríamos pensar que el siglo XX fue el siglo de la revolución. Y digo fue, porque el siglo XXI no va a ser esa era, nos podemos equivocar bastante, pero la era de la revolución no va a ser porque no aparece la idea de revolución en el horizonte en ningún lugar, mientras que el siglo XX se inicia en el mundo con la idea de revolución. La Comuna de París inicia un ciclo que pone la idea de revolución en el orden del día, y esto no vale solamente para el país donde sucedió la revolución, es decir, Rusia, sino que la idea de revolución sobrevuela como un fantasma y es lo que Marx dice en el Manifiesto Comunista, eso: como fantasma, empieza a recorrer el mundo. Es decir, la revolución podía o no estar próxima en 1920 a la Argentina, y de hecho no estaba próxima, pero en el imaginario político sí lo estaba. En el mundo había sucedido algo que no había pasado desde la Revolución Francesa, y que en realidad en la historia europea había sucedido muy pocas veces: cuando se decapitó a Carlos I de Inglaterra; cuando se decapitaron a los reyes de Francia con la Revolución Francesa y cuando sacaron a los zares de Rusia, es decir, no es que eso que había sucedido era corriente, la revolución era un fantasma que estaba presente en Europa y también en América Latina en las elites. Tan presente estaba que atravesó un siglo. La famosa escuela norteamericana de Panamá que entrenaba a militares argentinos, como a Onganía, todavía en la década del 60 lo hacía con la teoría de la Guerra Fría, esto es, en la teoría que había un país comunista que se oponía a las democracias capitalistas. Esa teoría en Argentina se llamó Teoría de la Seguridad Nacional y presuponía la existencia en alguna parte de una revolución. Esto fue confirmado cuando en Cuba se produce el cambio de la Revolución Cubana, no con la caída de Batista, sino a consecuencia de la torpeza norteamericana, cuando la Revolución Cubana vira hacia el mundo soviético”, explicó Sarlo.
“Entonces -continuó la estudiosa- el siglo de las masas es también el siglo atravesado por el fantasma y el imaginario de la revolución en países donde no se producía ni tenían condiciones para producirse. Y ese fantasma se confunde con algo posible a comienzos de los años 70 en Argentina, momentos en los cuáles la revolución estaba al orden del día, y una parte muy importante de la izquierda política, no solamente en Montoneros y ERP, ellos eran los que elegían las estrategias guerrilleras, excepto el partido comunista, tenían el horizonte revolucionario como el horizonte de desemboque. Después se discutía si se llegaba a ese horizonte por el camino de la guerrilla urbana, o haciendo un foco en la provincia de Tucumán, o apoyando a nuevos dirigentes, esa era la discusión, pero lo que estaba garantizado imaginariamente era que se había vuelto a una era de la revolución, idea reforzada por lo que había sucedido en Nicaragua con el Sandinismo, ya que había generado una situación revolucionaria”.
Es por ello que Sarlo coincide con otros autores en que el siglo está también atravesado por el fantasma o por la promesa de revolución. “No importa si es fantasma temible o es la promesa a la cual queríamos dirigirnos. El asunto es que la revolución como escena del pensamiento político estaba presente, en cambio hoy no figura en el pensamiento político de nadie prácticamente, no solamente en Argentina, sino que en el mundo”, explicó Sarlo y continuó: “Con la caída del Muro de Berlín en 1989 desaparece la idea revolucionaria de la cabeza de todos. El impacto de la caída fue todo un tema, porque eso significaba que ya no había que demostrar que existían países socialistas, porque ya no quedaban países socialistas en el mundo, excepto Cuba, pero quien quisiera defender Cuba, que se arreglara, ya no era materia de debate. Entonces se acabó una dimensión que fue enormemente rica del siglo XX, porque pensar el socialismo, era pensar las formas del igualitarismo, eso que hoy no tenemos, y encima hoy tenemos que pensar sin el horizonte utópico, lo cual lo hace mucho más difícil”.
En este contexto, la autora de numerosos libros planteó: “La tarea de nuestro siglo XXI es ver cómo hacemos para pensar el igualitarismo sin el horizonte utópico del socialismo. Es muy difícil pensar la igualdad social en un horizonte donde sabemos que no vamos a llegar esa utopía, pero que tenemos que caminar igual, y que tenemos que descubrir las formas de una igualdad que no suponga rupturas revolucionarias porque no podemos hacerlas, porque el capitalismo está cada día más poderoso, pero por otra parte, porque no hay pueblo que desee la revolución”. “Entonces –se preguntó retóricamente- cómo pensamos las tareas sociales que tan pendientes están en Argentina en este nuevo siglo XXI. Porque lamentablemente Argentina ha retrocedido, a diferencia de Brasil, de Chile, de Uruguay, de México, que son países con miles de problemas, pero no han retrocedido en el siglo XX. La Argentina es un país que retrocedió respecto de sus indicadores de 1970, mientras que Chile no lo hizo, mientras que Brasil sigue siendo un país con una enorme desigualdad pero sin retroceder, ya que tiene menos pobres de los que tenía ayer y mañana va a tener menos de los que tenía hoy, y con Lula esa brecha se acorta más rápido, pero con gobiernos como el de Cardozo también era así. Nosotros tenemos que pensar la desigualdad en un siglo XX que nos sacó de algo que era nuestra diferencia dentro de América Latina y que nos hizo retroceder. Retrocedimos primero respecto de todas nuestras expectativas y luego de los propios números de la década 1980 en educación, empleo, seguridad social”.
Por último, Sarlo aseguró: “Otra forma de encarar el siglo XX es pensándolo por los golpes de Estado. Y aquí habría que juzgar la responsabilidad de cada uno de esos golpes, o al menos de los tres más importantes. El de 1930 que derrocó a Yrigoyen, el de 1955 que derrocó a Perón y el de 1976 que instauró el terrorismo de Estado. Dentro de ésto sería importante analizar dónde comenzó nuestra desgracia… Si fue en el primer golpe y ya después no se detuvo más, es decir, que el golpe del 30 habilitó todo lo que vino después; o si por el contrario la década del 40 no fue tan infame como se dice y el golpe se superó rápidamente y se sustituyó el orden político y la Argentina comenzó un proceso de industrialización, y fue entonces en realidad el golpe del 55 el causante de todo, porque estableció una proscripción que volvió ingobernable al sistema político argentino, no solamente porque lo derrocó a Perón, sino porque después vinieron los 18 años de proscripción y eso descompuso, pudrió el sistema político argentino. Quien terminó de levantar toda proscripción fue Arturo Illia cuando fue presidente, derrocado tres años después porque las fuerzas armadas no iban a tolerar que los peronistas ganaran elecciones nuevamente. Entonces, esos 18 años llevaron a que muchos sociólogos hablaran de la Teoría del Empate, es decir, que nadie podía gobernar. El Peronismo estaba proscripto, y los otros tampoco podían gobernar, el país se volvía una superficie enjabonada. Quizás éste haya sido el golpe de Estado decisivo, cuyas consecuencias recién se superaron en 1972 cuando Lanusse decide enviar un emisario a Madrid a hablar con Perón para ver de qué manera se podía salir de ese empate entre fuerzas peronistas, partidos políticos y fuerzas armadas. Y más adelante tenemos otro golpe”.
Sobre los años de terrorismo de Estado, Sarlo concluyó: “El golpe de 1976 creo que es el que inaugura, quizás por eso sea el más decisivo desde un punto de vista cultural y simbólico, algo nuevo en Argentina, que es la sensibilización universal a las cuestiones de derechos. Es tan terrible ese golpe, que el salir de esa dictadura hace que sea muy masiva la sensibilización, para empezar en la juventud, las cuestiones de derechos han calado muy hondo. Quizás esto tenga que ver con lo que pasó en esos años y con lo que nos enteramos durante estos años de lo que pasó gracias a los juicios que siguen hasta el día de hoy. La consecuencia, obviamente no buscada, del golpe de 1976 fue una sensibilización muy profunda de la sociedad a las cuestiones de derecho”.

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