
Organizaciones ambientalistas de Argentina siguen reclamando por la reglamentación de la Ley de Bosques. Los "árboles" siguen demostrando desde un estudio realizado en California que son nuestros aliados, y por último reproducimos un reportaje a la indígena canadiense Mary Simon sobre la situación que vive hoy el pueblo Inuit.
Greenpeace, la Fundación Vida Silvestre Argentina y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales enviaron una carta a la presidenta de la Nación, Cristina Fernández, reclamando la urgente reglamentación de la Ley de Bosques, sancionada hace más de un año.
Las organizaciones ambientalistas expresaron su “profunda preocupación por el futuro de la Ley Nacional Nº 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, cuya operatividad se encuentra en crisis habida cuenta de que aún no ha sido reglamentada”.
Las organizaciones le solicitaron a la presidenta la urgente reglamentación de la norma puesto que “de este modo, además de cumplir con el mandato que le ha sido asignado, evitará que valiosas normas elaboradas con la finalidad de proteger el ambiente como así también las instituciones gubernamentales vinculadas a las mismas, se debiliten de modo irremediable”.
El borrador de la reglamentación de la Ley de Bosques fue realizado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, luego de un proceso consultivo del que participaron organizaciones ambientalistas y el Consejo Federal del Medio Ambiente, y fue girado a principios del mes de julio al Poder Ejecutivo, donde se encuentra demorado en el Área de Coordinación de Presupuesto Nacional del Ministerio de Economía.
La Ley de Bosques fue sancionada el 28 de noviembre de 2007 tras una campaña que logró juntar un millón y medio de firmas, y establece que las provincias no pueden emitir nuevos permisos de desmonte hasta tanto no realicen un Ordenamiento Territorial de sus zonas boscosas bajo diez criterios ecológicos y categorías de conservación que apuntan a evitar la fragmentación y degradación del bosque nativo y a preservar las tierras utilizadas por las comunidades campesinas e indígenas.
Las organizaciones ecologistas advirtieron que sin la reglamentación “la discusión dada oportunamente en torno a la ley y el propio mandato de los legisladores está siendo ignorado, como así también los esfuerzos realizados por las provincias en la definición del ordenamiento”.
La norma crea el Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la Conservación de los Bosques Nativos (cerca de mil millones de pesos al año) para distribuir entre las provincias que sancionen por ley provincial el Ordenamiento Territorial de sus Bosques, con el objetivo de fortalecer la capacidad técnica y de control, compensar a los titulares que realicen tareas de conservación y manejo sostenible, y para fomentar las actividades productivas que los pequeños productores rurales y comunidades indígenas realizan en zonas boscosas.
Arboles urbanos reducen la tarifa eléctrica y el CO2
Un estudio en California muestra que la sombra de los árboles en verano reduce el uso de la electricidad.
La sombra también reduce las emisiones de carbono.
Un estudio reciente muestra que la sombra de los árboles en los lados oeste y el sur de una casa en California, puede reducir la factura de electricidad de una casa en verano alrededor de $ 25.00 al año. El estudio, realizado el año pasado en 460 viviendas unifamiliares en Sacramento, es el primer estudio a gran escala en utilizar los datos de facturación eléctrica para demostrar que los árboles pueden reducir el consumo de energía.
“Todo el mundo sabe que los árboles dan sombra fresca a una casa. Nadie va a obtener un Premio Nobel por esta conclusión”, dice el co-autor del estudio, Geoffrey Donovan. “Pero este estudio es en los detalles: Dónde debe ser colocado un árbol para obtener la mayor parte de los beneficios? ¿Y cómo hacerlo exactamente, pues la sombra de los árboles impacta en nuestra huella de carbono?” Donovan, del centro de investigación forestal con el Servicio Forestal del Noroeste del Pacífico (PNW) Estación de Investigación, co-autor del informe con el economista David Butry del Instituto de Estándares Nacionales y Tecnología. El informe, “El Valor de la Sombra: Estimación del Efecto de los árboles urbanos en el uso de la electricidad en verano “, ha sido presentado para su publicación a la revista Energía y Edificios.
Los investigadores decidieron hacer su estudio en los hogares del Condado de Sacramento, porque es una ciudad con veranos calurosos y de hecho la mayoría de la gente hace uso del aire acondicionado. El Distrito Municipal de Sacramento tiene un activo programa de plantación de árboles y los residentes pueden conseguir un máximo de 10 árboles gratis cada año a través de un programa en colaboración con la Fundación Árbol de Sacramento.
Algunas de las principales conclusiones del estudio son:
• La colocación de un árbol es la clave para el ahorro de energía. La sombra de los árboles en verano afecta el uso de la electricidad, pero la cantidad de los ahorros depende de la ubicación del árbol.
• Los árboles plantados dentro de los 40 pies en la parte sur o dentro de 60 pies en la zona oeste de la casa generan aproximadamente la misma cantidad de ahorro de energía. Esto es debido a la forma en que las sombras caen en diferentes momentos del día.
• La cubierta arbórea en el lado este de una casa no tiene ningún efecto en el uso de la electricidad.
• Un árbol plantado en el lado oeste de una casa puede reducir las emisiones netas de carbono del uso de la electricidad en verano, en un 30 por ciento durante un período de 100 años.
En 2007, la empresa de electricidad del Distrito Municipal de Sacramento dio a sus clientes cerca de 16.000 árboles gratis (a un costo de $ 85.00 de un árbol). La comercializadora eléctrica piensa recuperar esta inversión en 26 años, siempre que se planten los árboles en el lado oeste de la casa.
Indígenas del Ártico reclaman su derecho al frío
Por Stephen Leahy
entrevista a MARY SIMON
Los aborígenes del Ártico quieren vivir en el frío glacial que forjó su cultura, hoy amenazado por el cambio climático, afirma en esta entrevista exclusiva con "Tierramérica" la canadiense Mary Simon.
"Aterrador" es la palabra que mejor describe a un cazador perdido en hielos que cambian de forma o, al dueño de una casa cuyos cimientos se hunden. Así describe la líder indígena canadiense Mary Simon, en Québec (Canadá), la situación que vive hoy el pueblo inuit por el calentamiento global.
El cambio climático está modificando la ecología del Polo Norte y creando una crisis para 160.000 indígenas de la región, los inuits, que viven dispersos en las orillas del océano Ártico en Alaska, Canadá, Groenlandia, Noruega y Rusia.
Esa es una zona demasiado fría para los árboles, y sólo algunas pasturas y pequeños arbustos consiguen vivir en los tres meses del verano boreal, con temperaturas medias de seis a ocho grados.
En la estación fría, que dura nueve meses, la tierra y el mar se congelan y se cubren de nieve. Como el sol no se eleva del horizonte en el invierno, la oscuridad reina las 24 horas del día, y la temperatura promedia los 30 grados bajo cero y llega a -60 grados en los días más fríos.
Así, en esas inhóspitas condiciones, los inuits han sobrevivido miles de años cazando focas, morsas, ballenas y caribúes.
Antes habitaban viviendas de huesos de ballenas y bloques de pasto y tierra, o de nieve. Hoy residen en casas de madera fabricadas con materiales importados desde miles de kilómetros de distancia.
Pero su tierra de nieve y hielo se derrite mientras la temperatura se eleva dos o tres veces más rápido que en cualquier otra parte del mundo.
"Vivimos de la tierra, cazando y pescando para obtener nuestro alimento, cada vez más difícil porque todo está cambiando", dijo Simon a Tierramérica.
Líder del pueblo inuit canadiense y ex embajadora de este país en Dinamarca, Simon nació en la aldea de Kangiqsualujjuaq, en el extremo norte de la oriental provincia de Québec. Tierramérica dialogó con ella en la ciudad homónima, la capital provincial.
- TIERRAMÉRICA:
¿Cómo impacta el cambio climático en los inuits?
- MARY SIMON: El rápido cambio climático en el Ártico afecta el permafrost (capa siempre congelada en los niveles superficiales del suelo) y por tanto a nuestras comunidades, que están construidas sobre él. Se acelera la erosión de nuestras costas, causando inundaciones y trayendo insectos que los inuits nunca habíamos visto.
Los pronósticos científicos para la región del Ártico son alarmantes. No, "alarmante" no es una palabra lo bastante fuerte. "Aterrador" describe mejor a un cazador perdido en hielos que cambian de forma o al dueño de una casa que se parte en dos cuando sus cimientos se hunden.
- TIERRAMÉRICA: ¿Qué les diría a los líderes mundiales que deben aprobar en diciembre de 2009 un acuerdo climático que suceda al Protocolo de Kyoto y establezca reducciones a los gases de efecto invernadero que están causando el calentamiento?
- MS: Ellos no lo vinculan con lo que ocurre en el Ártico. El cambio climático es primero y antes que nada una cuestión humana. Los inuits tenemos que vivir a diario con sus efectos. Vivimos de la tierra, cazando y pescando para obtener nuestro alimento, que se vuelve cada vez más difícil porque todo está cambiando.
Tenemos que comprar más comida del sur (de Canadá) que es muy costosa, así que la gente se ve forzada a alimentarse con lo más barato, la comida chatarra. En nuestras tiendas rara vez hay productos frescos, y eso daña nuestra salud.
Para los inuits hablar del cambio climático implica una visión amplia e integral de las conexiones entre nuestro ambiente, nuestra política y nuestro bienestar social, económico y cultural.
- TIERRAMÉRICA: ¿Qué se debe hacer en su opinión?
- MS: Los parches superficiales no sirven. Necesitamos repensar la manera en que hacemos las cosas para depender menos de los combustibles fósiles.
Necesitamos políticas interrelacionadas -energética, industrial, de transporte y urbana- para depender radicalmente menos de los combustibles que emiten gases invernadero.
Necesitamos una acción real para adoptar los cortes requeridos de gases invernadero y necesitamos liderazgo.
- TIERRAMÉRICA: ¿Qué debería hacer Canadá?
MS: Es esencial adoptar metas duras de reducción de emisiones, políticas nacionales respaldas por una asignación prioritaria del presupuesto federal. Las medidas sobre gases invernadero deben ser claras y controlables. La complejidad acarrea dos peligros. Primero, se corre el riesgo de desviar esfuerzos para intentar "engañar al sistema”, en vez de esforzarse en inversiones y tecnologías que reduzcan las emisiones. Segundo, se vuelve muy difícil sostener la confianza pública, aprender de nuestros errores y no perder de vista los objetivos principales.
- TIERRAMÉRICA: ¿Cree usted que la gente del sur de Canadá, 99 por ciento de la población nacional, comprende lo que está ocurriendo en el norte?
- MS: Ellos sólo se enteran de nuestros problemas sociales, del alcoholismo y los suicidios juveniles. No saben que hay mucha gente que busca muy duramente una vida mejor, pero que hay tantos obstáculos. Por ejemplo, nuestra cultura no se enseña en el sistema educativo. Los niños todavía son castigados por hablar su propio idioma.
Y el cambio climático ni siquiera fue tema de campaña en las elecciones federales de octubre. Eso es simplemente escandaloso.
- TIERRAMÉRICA: ¿Qué piensa sobre el interés y las promesas de inversiones en el Ártico que ha hecho el gobierno?
- MS: El gobierno de (Stephen) Harper sólo habla de soberanía (reclamos territoriales) y extracción de recursos, no de la salud de las comunidades. En el norte hay una desesperada falta de viviendas, que lleva a vivir en el hacinamiento. Eso tiene repercusiones: a los niños no les va bien en la escuela porque tienen que dormir por turnos. Y han aparecido brotes de tuberculosis.
Los costos de la vivienda son tres veces más altos y hay pocos empleos.
Aunque el gobierno tiene un plan de viviendas sociales, son pocas, están mal construidas y no duran mucho. Para afirmar nuestra soberanía en el norte, se necesitan comunidades saludables.
* Corresponsal de IPS.
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