Por Carlos Galli (Director Revista El Vecino)
La contienda entre el capital agrario y el gobierno, no concluida por cierto, sigue impregnando de datos valiosos el acontecer sociopolítico argentino. A pesar de la puesta en escena mediática, donde priva la teatralización de la política, exhibiendo formas, estilos, actuaciones y sobreactuaciones, y se oculta adrede el contenido de la obra, buena parte de la sociedad parece haber recuperado su interés por opinar, debatir, así sea mientras se comparte entre amigos, un café informal. Es saludable tratar de saber qué pasa, porque ayuda a comprender qué nos pasa.
La realidad se presta a múltiples lecturas, tantas como los fragmentos que ella ofrece. Su decodificación es compleja, pero no un jeroglífico indescifrable como algunos la presentan. Es que en el fino fondo del fondo, se sigue dirimiendo poder. Detrás de cualquier señal pretendidamente ausente de ideología está agazapada la esencia de ella, el deseo imaginario de una patria-de las tantas pregonadas- que sea del talle a medida, del provecho propio. Y para ir descubriendo el intríngulis, hay señales relevantes, actores archiconocidos y nuevos, algunos noveles de verdad, y otros que en la jerga mafiosa obran como testaferros de las viejas ideas conservadoras que tanto daño le vienen causando al país. El conflicto en ciernes lo ratifica.
Decíamos en la editorial anterior que durante la puja, el contendiente bautizado como campo, no solo lidiaba por la abolición de las retenciones móviles sino que iba por más. En la medida que sumaban adhesiones, fundamentalmente entre sectores de la clase media de las grandes urbes, y tentados por el fenómeno, comenzaron a tejer la trama de una futura construcción política. Se comenzó a nominarlos como el partido del campo. Es que con mayor o menor furia, los principales referentes del ruralismo, ebrios de tanta tinta, cámara y micrófono, fueron engolando su voz, hasta proponerse algunos, como futuros” salvadores de la patria. Hoy, envalentonados, y jactándose de haberle torcido el brazo al gobierno, amenazan con una reedición del lockout patronal y nuevas movilizaciones.
Desde ya, la protesta y el reclamo son manifestaciones legítimas en democracia, pero sectores sociales mucho más castigados, no se expresaron por un tiempo tan prolongado, con tanta virulencia. ¿No es llamativo? . Obvio, que hay otra espalda para aguantar y también revela otra intencionalidad. Una cosa es oponerse y otra pretender constituirse en una especie de gobierno paralelo, desconociendo el mandato popular.
El sector agrario está representando por cuatro entidades- antaño muy disímiles ente sí-que hoy constituyen la Mesa de Enlace, y otros muy pequeños, los más perjudicados, que no forman parte de ninguna de ellas y se agrupan en otro tipo de organizaciones de menos peso. Esta composición heterogénea del sector , hizo que el festejo por la derogación de la resolución 125 no se extendiera demasiado. Es que algunos productores, vieron una vez resuelto el tema, que todos no se benefician por igual.
Asimismo, el amplio y encendido debate parlamentario, les demostró a dirigentes poderosos de estas entidades, a la Sociedad Rural particularmente, que en democracia hay ámbitos naturales donde deben discutirse los problemas, y no adherir a cualquier asonada golpista- como hicieron en más de una ocasión- para que le salvaguarden sus intereses, si el gobierno de turno no les satisface. También el oficialismo parece haber escuchado a las múltiples voces que objetaban su terquedad, y comienza a dar señales favorables a la hora de oír otras posturas y modificar conductas si las razones son atendibles. A sabiendas que no con todos se puede consensuar.
Es agradable, avistar que muchos jóvenes ajenos a participar en la vida política, se interesaron por el devenir de los acontecimientos, y a pesar de la intencionalidad visible de los grandes medios, en direccionar la opinión a favor de los ruralistas, con el paso de los días, han comprendido algo más el conflicto y por ende, el pensamiento es otro. Ya sea a favor o en contra. Nada peor que la indiferencia.
Y cuando los agoreros de siempre, prestos a criticar a los poderes democráticos- más allá de sus falencias- anunciaban que el Parlamento retomaba sus eternas vacaciones, la media sanción de diputados a la estatización de Aerolíneas Argentinas les sacó urticaria .Un tema que trataremos y dará mucho que hablar. Una demostración cabal del fracaso de las privatizaciones que despojaron al país de cuantiosos recursos y la tarea de recuperar áreas fundamentales del Estado debe sumar el apoyo de todos quienes aspiran a una transformación seria de la Argentina. En esta ocasión el gobierno estuvo dispuesto al diálogo y aceptó varias enmiendas a su proyecto inicial.
Ojalá, sea el punto de partida para pergeñar una genuina política de Estado con participación activa de toda la comunidad. Se necesita un Estado protagonista, ese a quienes los reaccionarios de siempre lo pretenden minúsculo e impotente.
Al cierre, perpetua a Bussi y Menéndez.Salud.
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