viernes, 9 de mayo de 2008

EDITORIAL ABRIL. Gato por liebre

Por_Carlos E. Galli
La disputa entre el Gobierno y el campo, representado por sus cuatro entidades de peso, -por primera vez aliados; terratenientes y chacareros- va revelando cuál es el grado de madurez que ha alcanzado la democracia en la Argentina.
Asimismo permite percibir qué rol juegan los distintos actores sociales para, una vez fuera de la tiniebla, poder ver con cierta objetividad una realidad que nos preocupa: la nuestra.
El menú para ensayar el análisis tiene varios condimentos. Ir descubriendo la variedad de sabores y gustos no es una tarea menor dentro de la mezcla. Pero el tema es el plato principal, y aquí hay que prestar atención, para que no nos vendan gato por liebre.

Hay cierta aceptación general -peligrosa por cierto-, que en el Gran Mercado, todo vale, el objetivo es ganar, si es posible mucho, muchísimo, sin que importe demasiado el cómo ni a expensas de quién. El mercado no es homogéneo, no se caracteriza por su horizontalidad.

Todo lo contrario. Los hay poderosos, oligopolios, formadores de precios, y de allí para abajo un espectro surtido que termina en el grueso, que son los indefensos de la contienda, sin obviar a una masa innumerable de excluídos que se la rebuscan como pueden para atrapar alguna sobra. Es decir, todo está atravesado por una trama de intereses, que algunos se esmeran en que parezcan difusos, poco claros y confusos. No es así. Esto significa construir una realidad, en verdad una ficción, donde se va induciendo a los espectadores a que la consuman por cierta. Como en el teatro. Los estrategas suelen enmascararse en nombre de la libertad y la neutralidad. Sin embargo, no son inocentes.

Aquí aparece una de la patas de la sota. ¿Cómo los medios de comunicación abordan éstos, -campo y humo- u otros conflictos? Hemos señalado en esta publicación, desde hace años, el peligro que significaba no poner coto a la concentración de medios en pocas manos y carecer de la voluntad política -desde la reanudación de la democracia, allá por el ’83-, para modificar la ley que aún los rige. Redundancia. Cuando culminó el mandato de Néstor Kirchner, dijimos qué, haberles prolongado la licencia hasta el 2017 a personeros de los grandes grupos de poder, diluía buena parte de otros aspectos positivos de la gestión. Ahora, que el gobierno se enemistó, y se nota, con uno de sus principales aliados mediáticos (Grupo Clarín), vuelve al tapete -en buena hora- la necesidad de implementar una nueva ley de Radiodifusión que tienda a democratizar las voces.

Bienvenido que este conflicto de intereses -la pelea sigue siendo quién se queda con el pedazo grande de la torta- haya reinstalado el debate público acerca del rol de los medios, los periodistas y comunicadores en la sociedad. El derecho a la información es un derecho sustancial del que debe gozar la sociedad, exento de manipulaciones y que el “paquete comunicacional” deje de cocinarse en las altas esferas del poder político y económico. La ciudadanía toda, desde sus grupos de interés, llámese: vecinales, universitarios, estudiantes, luchadores sociales, sindicatos, organizaciones intermedias, etc., deben participar del debate por esta nueva ley. Hacerse oír y ver. Asimismo, el Estado debe obrar como facilitador de esos canales de expresión, y asimilar la diversidad de opinión que seguramente emanará de ellos.

Otro factor fundamental, es la crisis de representatividad que nos asiste en todos los niveles -no es de ahora- y que impide discusiones serias para resolver los grandes temas. La pobreza también nos envuelve en este aspecto. La falta de ideas, de conceptualizaciones y de protagonistas aptos para de- sarrollarlas, quizás se deba al vaciamiento educativo, político-ideológico que sufrió el país en las últimas décadas. Esta carencia, es suplida por un ejército de opinólogos que alimentan la confusión y que bajo una seudo “libertad de prensa” obran como voceros del poder establecido. Un poder que ahora embate con virulencia, cuando el Estado tibiamente, decide recortarle algunos privilegios. Vale acotar: un gobierno ensimismado y poco propenso a la autocrítica. Este es el quid de la cuestión. Si el gobierno, tiene el objetivo sincero de pergeñar otra distribución de la riqueza, deberá ir dando señales acerca de quiénes serán sus aliados en el embate contra la angurria. De no ser así, la ofensiva de los que no admiten interferencias, para seguir acumulando poder y riqueza, seguirá sin pausa.

El escenario para el intento, no es para nada desfavorable, si se considera el sesgo de las actuales democracias latinoamericanas, aún con sus contradicciones, a la que se suma después de un largo período de ostracismo, Paraguay. Bienvenido sea.

El compromiso nos cabe a todos, si es que el deseo, más allá de las quejas aisladas, es construir otro futuro más justo. Leer, informarse, escuchar, debatir, pensar deben estar en la agenda cotidiana para refutar a los opinólogos.

Nada es casual. La bruma que nos envuelve y parece sorprender, no asomó de repente. Los hechos ocurren porque hay una causa que los genera. Se los puede prever, ignorar y hasta alentarlos. No hay ninguna conjura. El humo no oculta el modelo. El INDEC tampoco. Basta de comer gato.

REVISTA EL VECINO. abril 2008. www.revistaelvecino.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

www.regatin.com.ar

Saludos, nos estamos viendo!!..


Guille M.


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